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Marcos 16,15-20 – Vayan al mundo entero

Vayan al mundo entero

» Les dijo: «Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.»

Marte de la 3ª semana de Pascua | 25 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Vayan al mundo entero

La misión de la Iglesia y de todo cristiano es Evangelizar. El Señor antes de subir al cielo, nos lo manda. No se trata de un deseo, ni de una sugerencia. ¡Es un mandato! Nadie puede abstenerse de obedecer este mandato.

Esta orden de Jesús le hace decir a San Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizara!” Estas son palabras que deben resonar en nuestras mentes y corazones. Se trata de una obligación que tenemos que cumplir. No es voluntaria ni de libre elección.

El que no lo hace incurre en responsabilidad grave. Será declarado en rebeldía y como tal al final se perderá en el abismo oscuro del infierno. Esto quiere decir que somos responsables solidarios de nuestros hermanos.

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Marcos 10,28-31 – cien veces más

cien veces más

«En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más»

Martes de la 8va semana del T. Ordinario| 25 de mayo del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

cien veces más

El seguimiento del Señores es exigente. No se trata de hacer, como decimos, lo que buenamente podemos, sino de comprometernos al extremo de sacrificar cuanto tenemos de valioso, por alcanzar las promesas de Cristo.

Por lo general estamos dispuestos a dar lo que nos sobra, en todo orden de cosas. Si se trata de una limosna, damos unas cuantas monedas que no alcanzan ni para una comida completa. Y no porque no tengamos, sino por amarretes.

Pero ello no solo ocurre con el dinero. Igual de tacaños somos con el tiempo y el trabajo. Cuando se trata de dar, nos convertimos en una calculadora amañada que se conforma con lo más poco posible. Y sin embargo hinchamos el pecho, como si hubiéramos hecho un prodigio.

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el que quiera salvar su vida la perderá – Marcos 8,34–9,1

el que quiera salvar su vida la perderá

«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Miren, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.

Viernes de la 6ta Semana del T. Ordinario | 21 de Febrero de 2020 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

• Santiago 2,14-24.26
• Salmo 111,1-2.3-4.5-6
Marcos 8,34–9,1

Reflexión sobre las lecturas

el que quiera salvar su vida la perderá

Tanto la primera lectura como el Evangelio, nos presentan lo que a nuestros ojos y las de cualquier profano constituye algo ilógico. Nuestro razonamiento e incluso, me atrevería a decir que, nuestro sentido común nos hacen esperar algo distinto.

¿Cómo puede ser que quien quiera salvar su vida la pierda? Esta perspectiva es muy distinta a la mundana, que nos exige luchar por nosotros, como única garantía de que tal vez y repito, solo tal vez, si ponemos el empeño requerido, lograremos nuestra meta.

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Vengan a mí – Mateo 11,25-30

Vengan a mí

«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.”

Viernes de la 12da Semana de T. Ordinario | 28 de Junio del 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Vengan a mí

Vengan a mí, aprendan de mí, hagan lo que hago y encontrarán alivio, los que están cansados y agobiados. La carga del Señor resulta sin peso alguno cuando haciéndole caso la tomamos en nuestras manos. Eso es lo que nos pide y lo que debemos hacer.

No se trata de que aquello que el Señor lleva, aquello que ha dispuesto que hagamos resulte más sencillo para nosotros que lo que es para Él, no. Lo que ocurre es que si hacemos lo que Él ha dispuesto, todo resultará más fácil y llevadero.

Vengan a mí los cansados

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Marcos 9,14-29 Creo, ayuda a mi poca fe

Creo, ayuda a mi poca fe

“Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!» Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡ Creo, ayuda a mi poca fe !»»

Lunes de la 7ma semana del Tiempo Ordinario | 21 de Mayo de 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Creo, ayuda a mi poca fe

Para alcanzar las promesas de Cristo, se precisa la fe. Pero ¿cuántas veces decimos como autómatas que creemos, sin embargo nuestras palabras son completamente huecas, pues no reflejan lo que sentimos en nuestros corazones.

A Dios no se le puede engañar. Alcanzar la fe es un Don que Dios concede a quienes se lo piden. No es resultado de un esfuerzo personal. No es algo que funciona como un ejercicio memorístico que de tanto repetir llega un momento en que lo dominamos.

Creo, ayuda a mi poca fe

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Juan 8,21-30 – no hago nada por mi propia cuenta

No hago nada por mi propia cuenta

Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo.

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Juan 8,21-30 no hago nada por mi propia cuenta

Juan – Capítulo 08

Reflexión: Juan 8,21-30

Es por demás, el que no quiere creer, siempre encontrará excusas para no hacerlo. Ya lo dijo antes el Señor en el caso del rico aquél que le pedía a Abram que por lo menos le dejara volver para prevenir a sus hermanos. Ahí tienen a los profetas, a Jonás, a Moisés. Si no creen en ellos, no creerán aunque un muerto resucite.

Esto es así de cierto y es la condena de los judíos y de quienes se aferran como ellos a sus razones para no creer. Incrédulos hay en todas partes, unos más que otros, pero quienes fueron testigos presenciales no podían dejar de creer, sin caer en la mentira y la hipocresía. Por eso, habiendo presenciado lo que Jesús había hecho y escuchándolo hablar con esa autoridad, fueron muchos los que creyeron.

La pregunta que nos toca responder es: ¿y nosotros, qué? ¿Creemos o no? Nosotros no hemos estado físicamente al lado de Jesús y tampoco le hemos oído directamente. Pero, además de las Escrituras, hemos tenido innumerables testimonios y ocasiones para sentir y comprender que aquello no podía provenir sino de Dios.

No hablamos ya de la Creación, del Cosmos y del Universo, sino de nuestra propia experiencia personal. Si, seguramente hay muchos que dudan al identificarlo tras cada uno de los acontecimientos de sus vidas, pero estamos los bautizados, los que provenimos de familias católicas, para ayudarles a identificar y comprender en cada uno de estos sucesos, la presencia de Dios.

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Juan 4,43-54 – se puso en camino

Se puso en camino

Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.» Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.

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Juan 4,43-54 se puso en camino

Juan – Capítulo 04

Reflexión: Juan 4,43-54

Creer y ponerse en camino. Esa es la lección que recibimos hoy de este hombre. Eso es lo que espera Jesucristo de nosotros en función de la fe. Que creamos y nos pongamos en camino. Así, no basta con decir: creo. Es preciso poner nuestra fe en acción, aun cuando solo sea poniéndonos en camino, que parece poco, en comparación con los frutos de la fe, pero es más que suficiente para el Señor.

¿Cómo podemos aplicar este ejemplo a nuestras vidas? Pues poniéndonos a hacer lo que debemos en función de aquello que nos mueve a la fe. Si hemos puesto en manos del Señor aquél bien que quisiéramos alcanzar, pongámonos a hacer lo que debemos, confiando en que Jesús hará el resto y así será. Él ha ofrecido acompañarnos todos los días hasta el fin del mundo. Tengamos fe. Hagamos lo nuestro y dejémosle obrar.

No andemos buscando señales, ni pongamos a prueba a Jesús, que de lo que se trata es de vivir creyendo en Sus promesas y no de detenernos a verificar Su Divinidad, la cual ha sido sobradamente acreditada. La promesa más importante es que habremos de resucitar y vivir eternamente. Teniendo esto en mente, pongámonos en camino, que al arribar habremos de constatar que Sus promesas se cumplen. Pero tenemos que llegar y para eso es preciso empezar a andar, ya.

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Lucas 17,1-6 – Si ustedes tuvieran fe

El respondió: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella les obedecería.

Texto del evangelio Lc 17,1-6 – Si ustedes tuvieran fe

01. Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
02. Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
03. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.
04. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo».
05. Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe».
06. El respondió: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella les obedecería.

Reflexión: Lc 17,1-6

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Lucas 17,1-6 Si ustedes tuvieran fe

Si tan solo tuviéramos una pizquita de fe, este mundo sería distinto. ¿Qué duda cabe que nuestra oración constante debe ser pidiendo a Dios la Gracia de concedernos incrementar día a día nuestra fe? Este debe ser el primer ejercicio constante.

Es la fe la que debe movernos a actuar. Ha de ser la fe el “detonante”, el percutor de nuestra acción. ¿Y cuál será nuestra acción? No mover árboles, ni montañas, sino amar. Porque a veces pensamos que las cosas no nos salen por falta de fe, pero lo que pretendemos no es bueno, ni amoroso, ni bien intencionado.

Son tres pilares entonces sobre los que debe reposar nuestra vida cristiana. Primero la oración, para que la Gracia de Dios, mediante el Espíritu Santo, nos guie y oriente, otorgándonos la fe necesaria para afrontar todas las acciones del día.

El respondió: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella les obedecería.

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