cien veces más
«En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más»
Martes de la 8va semana del T. Ordinario| 25 de mayo del 2021 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Eclesiástico 35,1-12
- Salmo 49,5-6.7-8.14.23
- Marcos 10,28-31
Reflexión sobre las lecturas
cien veces más
El seguimiento del Señores es exigente. No se trata de hacer, como decimos, lo que buenamente podemos, sino de comprometernos al extremo de sacrificar cuanto tenemos de valioso, por alcanzar las promesas de Cristo.
Por lo general estamos dispuestos a dar lo que nos sobra, en todo orden de cosas. Si se trata de una limosna, damos unas cuantas monedas que no alcanzan ni para una comida completa. Y no porque no tengamos, sino por amarretes.
Pero ello no solo ocurre con el dinero. Igual de tacaños somos con el tiempo y el trabajo. Cuando se trata de dar, nos convertimos en una calculadora amañada que se conforma con lo más poco posible. Y sin embargo hinchamos el pecho, como si hubiéramos hecho un prodigio.
Nos falta fe para desprendernos
¿Por qué somos tan mezquinos? No encuentro otra razón que el egoísmo. Nos aferramos a todo lo que tenemos en este mundo con uñas y dientes. Cuanto más damos, más inseguros nos sentimos, como si enfrentáramos un futuro incierto.
Es perder la vida lo que nos da más miedo, en primer lugar. Luego está perder la comodidad. No queremos que nos falte nada de aquello a lo que estamos acostumbrados. Sea compañía, comodidad, placer, cariño, consideración, salud o dinero, que “lo compra todo”.
Sin embargo el Señor nos pide darlo todo. Dar todo aquello que apreciamos y valoramos. Aun relaciones sin las cuales nos parecería imposible vivir. Dejarlo todo por Sus promesas, que empezarán a cumplirse empezando en esta vida.
No creemos en las promesas de Cristo
¿Cuál es la barrera entonces? ¿Por qué algunos nos quejamos de nuestra suerte y sentimos que tenemos tan poco? ¿Será realmente poco lo que tenemos? ¿O será que contrariamente a lo que pensamos, no sabemos valorarlo?
Pero hay otra razón más profunda aún. Lo que pasa es que no le creemos a Jesús. Nos falta fe. Nos decimos creyentes, incluso cristianos, pero el lugar que Él ocupa en nuestras vidas es equivalente a lo que estamos dispuestos a dar por Él.
Así es. Das una hora un día, tal vez asistiendo a Misa o a un Rosario, en el que seguramente le pides un millón de milagros y con eso te conformas. Otro día con las justas si te haces la señal de la cruz. Andas muy ocupado.
Lo que recibirás será cien veces más
¿Qué lugar ocupa el Señor en tu vida? Tendría que ser el centro. Él no se conforma con menos. ¿Tú quieres recibir cien veces más? ¿Qué tanto vale la salud que pides para ti o los tuyos? ¿Qué has dado para merecerlo?
El Señor nos está pidiendo concretamente dejarlo todo y recibiremos cien veces más aquí en la tierra, con persecuciones y después de muertos, la Vida Eterna. ¡Qué más queremos! ¿Queremos el Bien de nuestros seres queridos? ¿Él nuestro? Pues hagamos lo que nos dice.
Oración
Padre Santo, danos fe para creer en las promesas de Jesucristo, tu hijo, viviendo de tal modo que merezcamos ser recompensados cien veces más aquí en la tierra y después merezcamos la vida eterna. Te lo pedimos por Tú Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
(423) vistas