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Mateo 10,16-23 Obstáculos a la Vida Eterna

El Principal obstáculo a la Vida Eterna

El evangelio de hoy nos alerta sobre las dificultades que enfrentan los cristianos al intentar vivir una vida santa y dar testimonio de la Palabra del Señor. La Palabra de Dios actúa como una espada que divide a la sociedad y nos enfrenta unos a otros. Esto se debe a que las ideologías dominantes han transformado el «vivir bien» en la finalidad de nuestras vidas, negando así a Dios y al Reino de Dios. Somos hijos de Dios creados para alcanzar la plenitud y la felicidad eterna. Para ello debemos pasar por esta vida terrenal y tomar decisiones que definan nuestra forma de vida.

La Vida Eterna: Un Camino de Decisión y Fe

Dios nos ha creado libres y nos ha dado las habilidades necesarias para tomar decisiones que nos lleven a la plenitud. Sin embargo, estas decisiones dependen de nuestra libre elección entre dos caminos: el de Dios o el del dinero. La vida que Dios nos ha dado no está predeterminada. Debemos elegir libremente entre vivir conforme a las riquezas efímeras del mundo o seguir el ejemplo de Cristo y buscar la vida eterna. Las cualidades negativas como el orgullo, la codicia y el egoísmo nos atan a esta vida temporal, mientras que la verdad y el amor nos guían hacia la eternidad.

El Sacrificio de Jesucristo: Camino hacia la Plenitud de la Vida Eterna

Jesucristo se sacrificó para mostrarnos el Camino del Amor. Este es esencial para alcanzar el propósito de la felicidad eterna. Seguir las normas del mundo nos aleja de este objetivo y genera odio y discordia. Cuando permitimos que el Demonio guíe nuestras vidas, surgen enfrentamientos y destrucción. La corrupción, el hedonismo y las guerras actuales son resultado de nuestra búsqueda egoísta de felicidad en esta vida, poniendo en riesgo la vida eterna para la cual fuimos creados.

Jesucristo: el Camino a la Plenitud de la vida eterna

Texto completo  de la reflexión

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Juan 14,1-12 – crean en Dios

crean en Dios

“No se turbe su corazón, crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, se los habría dicho, porque me voy a prepararles un lugar.”

Domingo 5º de Pascua – Ciclo A | 07 de Mayo del 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos 6,1-7
  • Salmo 32,1-2.4-5.18-19
  • 1 Pedro 2,4-9
  • Juan 14,1-12

Reflexión sobre las lecturas

crean en Dios

Es con esta exhortación que va terminando Jesucristo su prédica entre nosotros. Fijémonos con cuanto amor, a través de la historia, va forjando esta relación que tuvo altos y bajos, pero que con los apóstoles llegan al momento central con su muerte y resurrección.

Aquel Dios del que nos hablan las Escrituras, que promete a Abraham multiplicar su descendencia cuando no había forma que tuviera hijos. O que saca a Su pueblo de Egipto cuando parecía que no había escapatoria posible. Ese mismo ha venido a redimirnos del pecado.

Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, había dado pruebas de Su divinidad en innumerables ocasiones; suficientes para que sus discípulos y apóstoles creyeran en Él. Ahora les invita a dar el paso definitivo: crean en Dios. Si creen en mí, han de creer en Él.

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Juan 14,1-6 – los llevaré conmigo

los llevaré conmigo

«Cuando vaya y les prepare un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo estén también ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino.»

Viernes de la 4ª semana de Pascua | 05 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

los llevaré conmigo

A lo largo de estos versículos el Señor nos da a conocer de diversos modos sus promesas, para quienes le seguimos. Hemos de oírle y hacer o que nos dice, para ir por el Camino que nos propone. Él mismo es el Camino. Hemos de hacer lo que Él hace.

Seguirlo nos conduce a la vida eterna, único propósito de la vida. Esta declaración que acabamos de hacer va más allá de lo que estamos dispuestos a creer y sobre todo sostener a lo largo de nuestros días. Nos cuesta mantenernos firmes.

Hemos de seguirle con lealtad y fidelidad. Nosotros estamos llamados a ser files al Señor. Él es nuestro modelo o como el mismo dice, Él es el Camino. Esto último en realidad es más preciso, porque alude a la senda que debemos seguir. Entonces “los llevaré conmigo”.

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Destinados a ser siempre libres

Siempre libres

La libertad es un concepto, una idea que siempre ha cautivado a la humanidad. Es verdad que de algún modo no todos somos siempre libres. Pero esto es tan cierto como que todos fuimos creados libres por Dios. Nuestro Padre nos creó por amor para ser siempre libres, dotados de inteligencia y voluntad.

La libertad es consustancial a la dignidad de hijos de Dios. ¿Qué clase de Padre celestial sería aquel que nos hubiera creado para estar sujetos y obligados de cualquier modo? Que no lo sepamos o no alcancemos a comprenderlo, es una cosa distinta. Por eso es preciso leer la Palabra de Dios y reflexionarla. Esto es revelación pura.

Nosotros podemos creer lo que queramos e imaginar lo que nos plazca. Para eso hemos sido dotados de inteligencia, voluntad y libertad. Sin embargo, UNA sola es la Verdad y esta nos es revelada en forma constante y permanente por Dios, en cada situación que debemos afrontar en nuestras vidas.

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Juan 14,6-14 – Yo soy el camino, la verdad y la vida

Yo soy el camino , la verdad y la vida

Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto.»

Viernes de la 5ta Semana de Pascua | 04 Mayo 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

• 1ra de Corintios 15,1-8
• Salmo 18
Juan 14,6-14

Reflexión sobre las lecturas

Yo soy el Camino

La contundente afirmación de Jesús no deja lugar a la duda. No hay otra forma de llegar a Dios que siguiéndole. Él es totalmente digno de confianza; no hay error en Él, puesto que es la Verdad. La Verdad y el Camino son lo mismo.

No es, pues, como nos dicen los medios de comunicación y como nos quiere hacer creer la cultura de muerte en la que estamos inmerso. ¡Basta de decir “esta es mi verdad”! Porque la Verdad es una. No hay una que dependa del punto de vista de cada quién.

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Juan 14,1-12 – No se turbe su corazón

No se turbe su corazón

No se turbe su corazón. Creen en Dios: crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar.

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Juan 14,1-12 No se turbe su corazón

Juan – Capítulo 14

Reflexión: Juan 14,1-12

¡Cómo no sentirnos amados por Jesucristo con tan dulces palabras! Él no quiere que nuestro corazón esté turbado, que andemos afligidos, preocupados. Él quiere que tengamos paz. La paz de aquel que ha depositado toda su confianza en quien vela por él y solamente le puede hacer bien. Esa es la paz que solo puede provenir de Jesucristo y de nuestro Padre Celestial. Ha llegado el momento que entendamos la Trinidad y Jesucristo nos la explica muy claramente en estos versículos, aun cuando solo se refiera explícitamente al Padre y al Hijo.

Este gran Misterio de la Trinidad, tres personas distintas pero un solo Dios verdadero nos lo explica muy claramente Jesús aquí. Hablando del Padre y del Hijo, es claro que son dos personas distintas, sino no se referiría a cada una en forma independiente. Sin embargo, quien conoce a Jesucristo, conoce a Dios Padre, nos lo dice Jesús, porque hay tal comunión de Voluntades, de Corazones, de pensamientos, de sentimientos, que en la práctica no existe diferencia entre uno y otro, porque Jesucristo hace y dice lo que el Padre le comunica. Hay completa armonía y comunidad entre ellos, la misma que desde luego hay con el Espíritu Santo, que es el mismísimo Espíritu de Dios.

Es un Misterio, es verdad, que se nos hace algo difícil entender, pero es que no debemos tratar de entenderlo con nuestra pobre razón, porque está más allá de nuestra capacidad. Lo que tenemos que hacer es CREER. Es Jesucristo el que nos revela este misterio y lo hace de un modo tan natural y al mismo tiempo contundente, que hemos de creer en Él. De eso se trata. Creamos por lo que vemos. Si somos honestos tendremos que concluir en que hemos visto suficiente como para creer y dejar de pedir, como Felipe, que nos muestre al Padre. ¡Demos crédito a Su Palabra! ¡Confiemos en Jesús!

Jesucristo quiere darnos la paz a nuestros corazones, que vivamos alegres, sin turbaciones, confiando en que estamos en las manos de Dios, quien vela por nosotros y nos tiene reservado un lugar en Su Reino, un lugar que el mismo Jesucristo irá a preparar y al que vendrá a llevarnos, para que estemos donde Él está. ¡¿Qué más podemos pedir?! Apacigüemos nuestros corazones y confiemos en Él. ¿Cómo podemos mantener la calma y la paz, si sufrimos tantos ataques, desprecio, acoso y violencia? ¿Cómo mantener la paz si padecemos en el propio cuerpo la fragilidad de la vida, expuesta no solo a la maldad de algunos, sino a la enfermedad y el deterioro propio de la ancianidad?

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Juan 14,1-6 – Nadie va al Padre sino por mí

Nadie va al Padre sino por mí

«Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

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Juan 14,1-6 Nadie va al Padre sino por mí

Juan – Capítulo 14

Reflexión: Juan 14,1-6

Estamos destinados a peregrinar al Padre. A transitar por el Camino. Pero no se trata de una determinación fatalista, como pretenden quienes niegan a Dios precisamente porque sienten que los obliga a llevar una vida según Sus mandatos. Esto no es cierto, aunque ellos lo utilicen como excusa. Quien quiere evadirse de su responsabilidad, siempre encontrará excusas y cuando le hagan falta, las creará. Lo cierto es que Dios no obliga a nadie, pero el que no elige este Camino, yerra.

¿Quiere decir que solo hay un Camino? Cierto. Nos lo dice Jesucristo hoy: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. No hay otra forma de llegar al Padre, que es el destino para el cual fuimos creados, que oyendo y haciendo lo que Jesucristo nos manda. El Camino está en oír y hacer. No basta con solo oír y entonces conmoverse, pensar y tener buenas intenciones. Recordemos las Bienaventuranzas: hay que dar de comer y beber, visitar a los enfermos y a los presos, consolar a los que sufren, buscar la paz y la justicia…Hay que amar.

En otro texto Jesucristo nos dice que debemos escoger entre Dios y el Dinero, dándonos nuevamente a entender que no existen vías alternativas. Solo hay un Camino, es Él. No hay matices, ni tampoco está sujeto a la subjetividad. No depende de cada uno. No se trata de lo que le pueda parecer a cada quien, ni aquello en lo que encontremos mayor simpatía. El Camino es uno y está reñido con el Dinero. Es excluyente.  ¿Qué es o qué representa el Dinero? Todo aquello que no nos conduce a Dios, es el Dinero, proviene de la mentira, del engaño, del error, de la oscuridad, de las tinieblas, del Demonio y nos conduce a la muerte.

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Juan 14,6-14 – Nadie va al Padre sino por mí

Nadie va al Padre sino por mí

Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto.»

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Nadie va al Padre sino por mí

Juan – Capítulo 14

Reflexión: Juan 14,6-14

Somos peregrinos. Estamos en este mundo en una peregrinación que terminará en los brazos de nuestro Padre Creador. ¿Por qué? Pues porque Dios, en su infinita misericordia así lo ha dispuesto. Empecemos por el comienzo. Dios nos ha creado por amor. ¿Qué quiere decir esto? Que no tenía por qué ni para qué crearnos. Dicho de otro modo, podríamos no haber sido jamás. Si tenemos vida es porque Él lo ha querido. ¿No es la vida un Don maravilloso? Es seguro que la mayoría estaremos de acuerdo en ello. Nadie en sus cabales renunciaría a su vida, así porque sí.

Estaremos de acuerdo en que la vida es un Don o si se prefiere un obsequio precioso, porque, además de ser bella, ni la pedimos, ni la merecíamos. Se nos dio como ejercicio de la libérima Voluntad de Dios. Él así lo quiso. Nadie lo forzó, ni obligo. Tampoco hay ningún merecimiento de por medio. Él nos la ha querido dar GRATUITAMENTE. A un gesto de tal magnitud, desinterés y magnanimidad, no podemos reconocerlo de otro modo que como AMOR. Es este, pues, el mayor y mejor ejemplo de amor.

Siendo un Don incondicional, Dios ha querido que hagamos uso del mismo con absoluta libertad. Así, poder disponer de él libremente lo hace más valioso aún. Por lo tanto, ni hicimos nada para merecerlo, ni estamos obligados de ninguna manera con Dios por habérnoslo otorgado. La Vida, un Don incuantificable, que no podría ser adquirida por la mayor riqueza del mundo, la tenemos por Gracia Divina. Esta vida única e irrepetible nos hace infinitamente ricos, puesto que no hay nada que podríamos dar a cambio y sin embargo tenemos absoluta libertad para disponer de ella como queramos.

Pero, no estamos solos en el universo. Dios ha creado todos los demás seres animados e inanimados y los ha puesto a nuestra disposición y servicio, para que usándolos conforme al propósito para el que fueron creados, haciendo uso de nuestra libertad, voluntad e inteligencia, nos valgamos de todo ello como corresponde. No depredándolos para que se reproduzcan y asegurar su subsistencia, por ejemplo. No abusando, ni cambiando el propósito para el cual fueron creados, el que fácilmente podemos determinar gracias a nuestra inteligencia.

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