Novena al Sagrado Corazón de Jesús
Oración Preparatoria
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Sagrado Corazón de Jesús, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la Redención del mundo. ¡Señor mío y Dios mío Jesucristo!, por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo Sacrificio del Altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino. Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y sus intenciones y por nuestros Párrocos y sus intenciones.
Día Primero – Día Segundo – Día Tercero
Día Cuarto – Día Quinto – Día Sexto
Día Séptimo – Día Octavo – Día Noveno
DIA PRIMERO
DIVINO CORAZÓN DE JESÚS.
«He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres». Jesús mismo nos da su Corazón. Nos lo ha dado todo. Pero permanezco insensible a sus dones. Me olvido de su amor y busco lo que en el fondo no me llena.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos con esta novena a tu sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de tu Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que quieres vivir y habitar permanentemente dentro de nosotros, porque tú nos comprendes, conoces nuestra fragilidad, conoces nuestros más íntimos deseos de adorar, corresponder y reparar, y de amar a nuestro prójimo.
Tú sabes qué difícil esto resulta a veces. Tú conoces tantos corazones secos y arrugados porque se han cerrado al amor gratuito del Padre, porque han hecho una fe al margen de la que Tú, a través de la Iglesia, nos has donado. Jesús, tan divino porque tu costado traspasado sigue día a día, hora a hora, segundo a segundo derramando el agua para purificarnos y la Sangre para salvarnos.
¡Dulzura del Corazón de Jesús! ¡Penetra nuestro corazón!
Ablándanos para que creamos en Tu presencia, dulcifícanos para acoger tus inspiraciones en estos días de novena y toda nuestra vida, para acoger por igual a cada hermano, penétranos de tu amor, ternura y dulzura para querer amar y reparar Tú Corazón por tantas ofensas, ingratitudes, omisiones e indiferencias hacia Ti y Tu Iglesia.
SEGUNDO DIA
DIOS ME AMA.
Jesucristo nos muestra al Padre para que le conozcamos y sepamos que es todo amor. Nuestro Dios es Misericordioso. ¿Cómo correspondo a tanto amor? ¿Amo a Dios con todo el corazón, con todo el ser y entendimiento? Aunque me olvide de Dios, Él no se olvidará nunca de mí.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este segundo día de la novena a tu sagrado Corazón ¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano porque tuviste una Madre como nosotros, tan divino porque has hecho a María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Humildad del Corazón de Jesús ¡Anonada mi corazón!
La manera de La Virgen es hacer silencio y escuchar, la manera tuya en los albores de la Pasión fue silenciar ante el insensato Herodes, y sentenciar ante Pilatos: «Tú lo has dicho: Yo soy Rey. Para esto nací́, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad». (Jn 18, 36-37).
A nuestro orgullo y amor propio les da miedo anonadarse, silenciarse, humillarse. En la familia, en el trabajo, con los amigos o enemigos, si los tuviéramos. Tú desde la Eucaristía silencias y ahí́ estás anonadado, pero… ¡cómo nos hablas! Ayúdanos a ser humildes ante Ti, ante los demás, ante nosotros mismos y así́ ofrécenos al Padre para reparar, agradarte y amar en verdad.
TERCER DIA
CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE CRISTO.
La fe es la ayuda de nuestra vida. Tan necesaria como el aire y la comida. A veces no la rezamos, nos avergonzamos de ser creyentes, la separamos de nuestra vida y se debilita. Cristo lo arriesgó todo por nosotros ¿Y yo qué estoy dispuesto a ofrecer? Jesús pide tu fe para obrar en ti.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este tercer día de la novena a tu sagrado Corazón ¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que nos enseñaste que no viniste a ser servido, sino a servir (Mt 20,28), tan divino que como Sumo y Eterno sacerdote no dejas de servirnos en nuestras muchas y pobres necesidades. Siempre estás con nosotros, en el Papa, en tus pastores, sacerdotes, en cada uno de nosotros miembros de tu Cuerpo Místico.
Reino del Corazón de Jesús ¡Establécete en mi corazón!
Tú nos dices que aquel que no cumpla lo más pequeño de la Ley del amor que nos enseñaste, será́ el más pequeño en el Reino de los cielos.
Tú mismo, Jesús, vivo, presente y resucitado eres aquí́ y ahora el Reino de los cielos. “Será el más pequeño”… pero no echado, ni desechado.
Porque Tú eres así́ de magnánimo, incapaz de contradecirte a Ti mismo, Dios de amor y verdad.
Y también nos dijiste que el que viviera y cumpliera con amor la Ley de plenitud que nos trajiste, ¡ese será́ grande en el Reino de los cielos! Esto te pedimos, ser grandes en el Reino de Tú Corazón, sabiéndonos niños y pequeños ante Ti
Ayúdanos a crecer en nuestra vida interior, tu misma vida en nosotros; ayúdanos a tomarnos en serio la vida espiritual, a vivir y necesitar de Ti en tus sacramentos, a perseverar día a día en nuestra vida de piedad, sólo así́ Jesús, Tu Reino se establecerá́ en nuestros corazones.
CUARTO DÍA
LA ORACIÓN.
Los apóstoles pidieron al Señor que les enseñará a rezar. Rezar es mantener fresca la relación con Dios. ¿Cuándo rezo? ¿Cómo es mi comunicación con Él? Apartarse de la oración es apartarse de Dios y escuchar otras voces. Sólo Dios habla desde el corazón al corazón, ahí́ es donde se hace entender y nos impulsa a actuar desde él.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este cuarto día de la novena a tu sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que, aun viendo la huella del Padre en cada criatura, viviste rodeado del pecado y de la obstinación del mal.
Tan divino que nos enseñaste a no juzgar, a ser compasivos y misericordiosos, a que nunca hay ‘nuncas’ Contigo, ni con el Padre. En Ti, siempre hay ‘siempres’, siempres para levantarnos, siempres para buscar tu perdón, siempres para ser prontos a perdonar, siempres para pedir perdón, siempres para disculpar, siempres para callar la critica, siempres para nunca hablar mal de nuestros hermanos.
Nosotros, como Tú, también vivimos rodeados del pecado de una sociedad mortecina, triste, dividida y sin referente de eternidad. Del pecado de una Iglesia que es Madre y Maestra, pero también pecadora en muchas partes de Su Cuerpo. Te pedimos que aun en medio de la verdad del mal, nos eleves la mirada para saber mirar desde la tuya.
Hermosura del Corazón de Jesús ¡Cautiva mi corazón!
Cautiva nuestros corazones, no para mirar a otro lado, sino para saber descubrir la inmensidad de la belleza escondida en nuestra Fe, en nuestra Iglesia, en cada persona, en nosotros mismos. Cautívanos, Tú que eres el más hermoso de los hombres, cautívanos desde la fealdad aparente de tu cruz, como desde la eternidad aun velada a nuestros sentidos, pero no a nuestras almas.
QUINTO DÍA
LA VIDA, UN REGALO PARA AMAR.
El Corazón de Jesús nos habla del amor a Dios y a los hermanos. No basta con no odiar, no hacer el mal, no ser egoísta. Cristo nos pide hacer el bien, servir, amar, construir. Mi vida ¿se contenta con no hacer el mal o busca hacer el bien? El Corazón de Jesús anima, consuela, da esperanza, fortalece, perdona, ofrece,…
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este quinto día de novena a las puertas de Tú Sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que te quedaste tres días en el templo sin avisar a tus padres, “porque estabas en las cosas de Tu Padre”.
Tan divino, porque de esa forma misteriosa abriste aun más los ojos de la Fe a José́ y a María, ellos, al asomarse a Tu Templo y encontrarte allí́ y, escucharte… Se les debió́ abrir los ojos y oídos interiores para ver y
descubrir ¡A la Trinidad misma! Quizá́ por eso: “María meditaba y guardaba todo en su corazón”.
Tu Corazón, ya desde Niño nos enseña la obediencia interior, esa que va más allá́ del propio estado de vida; esa obediencia dócil, discreta y humilde que busca solamente agradar al Padre, -“Porque tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará”-.
Esa obediencia positiva que nace por amor, para amar y desde el amor. La obediencia sujeta y sometida llanamente al depósito de la Fe recibida. La obediencia que Tú nos muestras es muy amable a los ojos de Dios, quizá́ incomprensible a los ojos humanos.
La obediencia del detalle; la obediencia del corazón paciente; la obediencia del corazón que no busca imponerse; la obediencia del corazón abierto a otras posibilidades y perspectivas.
La obediencia del corazón reparador, sensible a tus dolores y a nuestro pecado. La obediencia que escucha a Tú Corazón y a su conciencia. Porque Dios, Tú Padre, Nuestro Padre, siempre renueva y nos regenera con su novedad inspiradora.
De las Invocaciones al Corazón de Jesús:
Obediencia del Corazón de Jesús ¡Somete mi corazón! Ayúdanos como a María a sumirnos en Tú Corazón y desear abandonarnos a tus designios tan personales sobre cada uno: Amar a Jesús como María, Dios en Ella y Ella en Dios, Sin más seña de identidad que su fe. Sin más norma ni ley que el amor. La norma sin amor… mera tradición. La Madre de Dios entre los hombres paseaba, Nadie… de Ella se admiraba. Solo Dios, solo Dios.
DIA SEXTO
HUMILDES Y SENCILLOS DE CORAZÓN.
Jesús valoró la humildad y sencillez. Ser y vivir desde la humildad es el fundamento de todas las virtudes. El ejemplo lo tenemos en la Virgen María, Dios se fijó en la humildad de su sierva y ella le dejó actuar. Es entonces cuando Dios hace obras grandes a través nuestro.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este sexto día de la novena a las puertas de tu sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que nos enseñas el Reino de los cielos en parábolas, con el lenguaje de la creación, echando mano del día a día, de la realidad de quienes te escuchaban.
Tan divino que tus palabras engendran vida, y vida eterna. Elevas a los incultos e ignorantes llenos de sencillo espíritu y muestras su ignorancia a los eruditos sin espíritu.
Sabiduría del Corazón de Jesús ¡Conduce mi corazón!
Tu sabiduría es la escuela de la cruz, la que mana de tu Costado abierto, condúcenos ahí́, enséñanos a contemplar y escuchar la verdadera sabiduría, esa que minimiza y ridiculiza nuestras más íntimas pasiones contrarias al espíritu de Dios; esa sabiduría que nos amansa, llena de gozo y conforma plenamente a Tu Voluntad.
La sabiduría del que, perdiendo en lo humano, lo gana todo. La sabiduría del corazón que relativiza lo inmediato y antepone la vida interior al mundo exterior.
La sabiduría del corazón apóstol que se abandona en la aparente pasividad aguardando tu iniciativa y se presta a sembrar para que sólo Tú coseches y salves a las almas para llevarlas al cielo, a Tú cielo. La sabiduría del corazón que busca que prevalezca el ser en Dios, antes que el hacer ante los hombres.
DIA SÉPTIMO
EL CORAZÓN DE JESÚS EN TU CORAZÓN.
Dios penetra lo más profundo de nuestro ser y nos conoce mejor que nosotros mismos. Ante Él no cabe la mentira o el engaño. Vivir desde la verdad contagia y crea amistad, confianza, seguridad. Vivir la vida con autenticidad construye el Reino del Corazón de Cristo y nos hace portadores de su luz y verdad.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este séptimo día de la novena a las puertas de tu sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que al ver el cortejo fúnebre del hijo de la viuda de Naim, te conmoviste, sentiste compasión y así́ te mostraste.
Tan divino que sólo Tú podías realizar el milagro de resucitarle. Nadie como tú comprende nuestra incapacidad, el espíritu mundano, heredero del Maligno, cuántas veces nos seduce con prejuicios hacia el prójimo, nos procura “mentes selectivas”, bien inclinadas hacia quienes amamos, indiferentes hacia quienes desconocemos, obstinadas hacia quienes pensamos que no te aman bien, o ni nos consideran a nosotros.
Tú eres “la” Misericordia, sólo tú puedes transformarnos, poseernos, contagiarnos de sentimientos y obras dignas del Padre: “Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi suplica.” (Sal, 85).
Misericordia del Corazón de Jesús ¡Perdona mi corazón!
Perdónanos cuando nos mostramos inmisericordes, tu misericordia no conoces límites, más aun comienza donde acaba el límite del mal.
Ayúdanos a no temer mostrarte un corazón contrito y humillado, porque tú no lo desprecias. Enséñanos el camino de la misericordia redentora y no permitas que nos salgamos de esa senda, sólo así́ podremos ser instrumentos dóciles en tus manos, sólo así́ repararemos tu Corazón dolido y mostraremos la alegría de Tú rostro a quienes aún no te conocen.
OCTAVO DIA
POR MARÍA AL CORAZÓN DE JESÚS.
Jesús nos da a su Madre. Por voluntad suya, María se convierte en madre de todos. Sus Gracias nos vienen a través de ella. ¿Cómo amo a la Madre de Jesús? ¿Recurro a ella y le rezo? Ella es ejemplo de seguimiento al Corazón de Jesús, ejemplo de discípula fiel hasta el final. La llena de Gracia para inundamos de las Gracias de su Hijo.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20, 3-8).
Nos asomamos este octavo día de la novena a las puertas de tu sagrado Corazón
¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más! Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que tus silencios siempre muestran la verdad. Aquella mirada silenciosa entre tu Madre y tú cuando exclamaste: “Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan” (Lc 11, 27-28), porque sin duda, mirarías a Tú Madre aunque fuera de soslayo, no preocupado por Ella, pues ya sabías en Quien había puesto toda su confianza, ni Ella preocupada por las miradas ajenas, ya te conocía, no le importaba quedar en segundo plano.
Tan divino que desde el silencio de la Eucaristía nos hablas y transformas.
Silencio del Corazón de Jesús ¡Habla a mi corazón!
Muchas veces silencias en nuestras almas tu divina presencia, así́ nos enseñas lo que dijiste a la Samaritana: “Dios es espíritu” y aquello de que “Dios busca adoradores en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23-24).
Enséñanos a escuchar a Tú Corazón, háblanos y conviértenos en adoradores humildes poniendo todo nuestro espíritu al servicio de Tú verdad.
Fortalécenos pues tú mejor que nadie sabe cómo somos, cómo arrastramos las heridas del pecado original, cómo nos alejamos cuando atisbamos a algo o a alguien de espíritu elevado, no permitas que el demonio tire de nosotros hacia abajo, ennoblece nuestro corazón y háblanos, grítanos de esa forma suave que sólo Tú sabes para transformar nuestro corazón y hacerlo semejante al tuyo.
DIA NOVENO
EL SANTÍSIMO SACRAMENTO.
Una dulce palabra sale del sagrario: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré». Así́ habla el Corazón de Dios. Él quiere ser tu fuerza, tu consuelo, tu sentido.
Necesitamos alimentamos de Él y beber de la fuente que mana de su Corazón. Desea que vivamos cada día en el Corazón de Jesús. Espera tu respuesta.
Breve reflexión.
Cuando Pedro y Juan se asomaron al sepulcro vacío, el discípulo amado “vio y creyó́” (Jn 20 3-8).
Nos asomamos este último día de la novena a las puertas de tu sagrado Corazón ¡Ábrenos las puertas de Tú Corazón una vez más!
Jesús, tan humano y tan divino. Tan humano que no dudaste en echar a los vendedores y farsantes de Tú templo, de la Casa de Tú Padre. Tan divino que sólo Tú puedes tolerar y perdonar tantos sacrilegios, infidelidades, mentiras, saqueos, manipulaciones de tus hijos y hermanos redimidos.
En estos tiempos de zozobra para la humanidad, donde aun permanece la oscuridad del pecado en el seno de Tú Iglesia, donde la mediocridad, la acedia y la tibieza domina a tantos corazones buenos de católicos, pero fríos en su piedad y amor a Ti, muéstranos el verdadero celo de Tú Corazón.
En estos tiempos donde el sentido de lo sagrado, la verdadera religiosidad la viven unas minorías, revélanos la ciencia del verdadero celo por el amor al Padre, por el ansia de eternidad y abominación del pecado.
Celo del Corazón de Jesús ¡Devora mi corazón!
Aquí́ nos tienes, que tú celo lleno de santidad, mansedumbre, coherencia, valentía y humildad nos devore. Destierra de nuestros espíritus la somnolencia e incredulidad ante el mensaje del Evangelio.
Sacúdenos con tu amor y alegría llena de paz para entregarnos de veras a Ti y a Tú obra redentora. No sólo nos has redimido, en tu magnanimidad sin límites, nos has hecho poderosos en el orden de la Gracia, nos asocias a Tú intercesión constante, a la de tu Madre María.
Concédenos la Fe para creer y renovarnos en las Promesas de tu Sagrado Corazón. Sacúdenos para ser sin complejos, devotos de tu Sagrado Corazón y extender la verdad de Tu Reinado.
Oración final
Al Padre eterno. ¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad. Por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros.
Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres. Os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón.
No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió́ por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deifico Corazón, merezcan estar con vos eternamente.
Amén.
Hacer aquí́ la petición que se desea obtener con esta novena.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, tú conoces nuestras necesidades e intenciones. Nos has dicho: «pedid y se os dará́», lo hago con fe sincera y te confió esta petición… Todo lo espero de tu infinita bondad si es para tu gloria y para nuestro bien. Amén
Tres Padrenuestros y Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró́ el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.
Fuente: aciprensa
Oremos:
T.- Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios; no deseches las suplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro
¡Oh siempre Virgen gloriosa y bendita!
ORACIÓN A SAN JOSÉ
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.
Amén.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la milicia celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas.
Amén.
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amen!
¡Fin de rezar el rosario!
¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
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