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fuerzas milagrosas – Mateo 14,1-12

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“En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».”

Sábado de la 17ma Semana del T. Ordinario | 03 de Agosto del 2019 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

fuerzas milagrosas

Hasta los paganos saben reconocer los milagros. Tal es el caso de Herodes que confundido cree que Jesús es Herodes a quien mandó decapitar, porque hace prodigios que él atribuye a fuerzas milagrosas. Hasta él reconoce a Jesús como portador de una fuerza que produce hechos extraordinarios.

Esto nos lleva a deducir que incluso los ateos, los que no creen son capaces de distinguir los hechos extraordinarios, sobrenaturales milagrosos en ciertas situaciones y circunstancias; sin embargo –por soberbia-, no son capaces adjudicar estos hecho a Dios, de quien efectivamente provienen.

Tal vez esta imposibilidad sea obra del maligno, que los hace torpes y mezquinos para reconocer a Dios en aquello que razonablemente no puede tener otra explicación. La cerrazón de su alma y sus sentidos es extrema, porque se han dejado sojuzgar por el Demonio, viven rendidos a él.

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Lucas 1,57-66.80 – Invadió el temor a todos sus vecinos

Invadió el temor a todos sus vecinos

«Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón…”

Domingo 12do del T. Ordinario | 24 de Junio del 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Invadió el temor a todos sus vecinos

Nosotros, con tantas películas fantásticas, pasamos por alto algunos acontecimientos asombrosos como los que se relatan en este Evangelio. Acostumbrados a ver en cine, televisión y toda clase de dispositivos digitales las escenas más increíbles, poco nos llama la atención.

Junto con todas las bondades de las comunicaciones y el procesamiento de imágenes, hemos de reconocer que nuestra capacidad de asombro ha ido menguando paulatinamente. ¿Cuánta sangre y cuántos asesinatos vemos a diario?

Invadió el temor a todos sus vecinos

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Marco 11,27-33 – Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto

Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto

Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto.»

Sábado de la 8va Semana de Tiempo Ordinario | 02 Junio 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto

Aquí podemos ver el temple de Jesús. No se andaba con rodeos y tenía muy claro lo que quería y debía hacer. Su Misión, hacer la Voluntad del Padre, está por encima de cualquier consideración y todo cuanto haga o diga abonará en esta tarea.

Sabe perfectamente de que pié cojean los sacerdotes y maestros de la ley. A Él no le van a venir con cuentos, ni prepotencias, ni sustos. Él no se deja intimidar. Por el contrario, ellos sí están asustados por todo lo que se dice de Jesús y lo quieren desaparecer porque acarrea inquietud.

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Lucas 7,19-23 – Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído

Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído

Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva

Texto del evangelio Lc 7,19-23

19. los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20. Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21. En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22. Y les respondió: Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23. ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!

Reflexión: Lc 7,19-23

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Lucas 7,19-23 Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído

No se trata de grandes y encendidos discursos, ni de hablar con una elocuencia que deje a todos pasmados. No es el verbo, ni nuestra capacidad de persuasión la que debemos mejorar. No se requieren, por lo tanto, grandes estudios.

Tropezamos muchas veces con esta idea entre quienes empiezan a dar sus primeros pasos en la fe. Dicen que no se sienten preparados. Que les gustaría estudiar y aclarar mejor algunos temas. No podemos negar que algo de estudio ha de haber.

Pero no es el mucho estudiar el que nos prepara para dar testimonio cristiano. Y lo que realmente se requiere es: testimonio. El mejor testimonio lo dan nuestros actos, lo que hacemos y no lo que decimos. Esto es lo primero.

Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva

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Mateo 11,2-11 – se anuncia a los pobres la Buena Nueva

Se anuncia a los pobres la Buena Nueva

los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva

Texto del evangelio Mt 11,2-11

2. Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle:
3. «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
4. Jesús les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven:
5. los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
6. ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
7. Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
8. ¿Qué salieron a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.
9. Entonces ¿a qué salieron? ¿A ver un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta.
10. Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.
11. «En verdad les digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.

Reflexión: Mt 11,2-11

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Mateo 11,2-11 se anuncia a los pobres la Buena Nueva

¿Por qué a los pobres? ¿Por qué el Señor escogió nacer entre los pobres y anunciar la Buena Nueva a los pobres? ¿Es que condena la riqueza? ¿O es que condena a los ricos? Ni una ni otra. Lo que ocurre es que los hombres nos hacemos esclavos de lo que tenemos.

No importan cuanto podamos poseer, si mucho o poco. Seremos ricos, es decir, tendremos la misma actitud de los ricos, si creemos que cualquier cosa que poseemos es imprescindible para vivir. Solo una cosa es necesaria. Creer en Dios. Amar.

Nada, absolutamente nada de lo que podamos atesorar lo tuvimos antes de nacer, ni lo retendremos después de muertos. ¡Nada! Ni el agua, ni el aire. ¡Nada! Por lo tanto nada de ello es superior al Don de la vida que Dios nos dio. Es lo único que debemos aquilatar.

los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva

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Mateo 17,10-13 – el Hijo del hombre tendrá que padecer

El Hijo del hombre tendrá que padecer

Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.

Texto del evangelio Mt 17,10-13

10. Sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?»
11. Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo.
12. Les digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.»
13. Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.

Reflexión: Mt 17,10-13

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Mateo 17,10-13 el Hijo del hombre tendrá que padecer

Del mismo modo que Elías –Juan el Bautista- tuvo que padecer, porque no le reconocieron, Jesucristo –el Hijo del Hombre- también tendrá que padecer. Así, padecer parece el común denominador del día de hoy. ¿Será que todos tenemos que padecer?

¿Será que solo ellos dos tuvieron que padecer o es que a todos nos toca padecer en algún momento? Tal parece que no podemos pasar al otro lado sin padecer. Esta es una regla que podemos constatar muy fácilmente si miramos a nuestro alrededor.

Todos pasamos. Nadie queda. Solo Dios permanece. No hay nada, absolutamente nada, que podamos hacer para aliviar ese tránsito. El que nos lo ofrezca, nos está vendiendo “cebo de culebra”. No existe. Por lo tanto, debemos estar preparados.

Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.

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Mateo 3,1-12 – Ya está el hacha puesta a la raíz

Ya está el hacha puesta a la raíz

Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

Texto del evangelio Mt 3,1-12

1. Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
2. «Conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3. Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
4. Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.
5. Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,
6. y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
7. Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les ha enseñado a huir de la ira inminente?
8. Den, pues, fruto digno de conversión,
9. y no crean que basta con decir en su interior: «Tenemos por padre a Abraham»; porque les digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
10. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11. Yo los bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El los bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12. En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»

Reflexión: Mt 3,1-12

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Mateo 3,1-12 Ya está el hacha puesta a la raíz

Algunas de estas figuras que el Señor usa en los Evangelios para enseñarnos el Camino, nos causan cierto temor. Nos parecen amenazantes. Por tal motivo, para algunos basta ese solo hecho para no prestarle oídos.

Es que no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír. En el fondo, tras esa máscara de delicadez y sensibilidad, ocultamos nuestra soberbia y desdén. Y es que, decimos, nadie tiene por qué forzarnos, ni si quiera Dios.

Y aunque lo digamos de labios para afuera, porque nosotros bien sabemos que en este mundo el más poderoso se impone y manda, lo cierto es que Dios no es así con nosotros. Por lo tanto, de algún modo podríamos decir que tendríamos razón en esta argumentación. Pero resulta que Dios no amenaza ni se impone por la fuerza.

Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

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Lucas 9,18-22 – les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

Texto del evangelio Lc 9,18-22 – les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

18. Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?».
19. Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
20. «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
21. Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
22. «El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».

Reflexión: Lc 9,18-22

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Lucas 9,18-22 les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

En la boca del Señor, no hay ninguna palabra ociosa. Nada se dice por decir. Todo tiene un significado y una importancia que va más allá de cuanto somos capaces de entender. Queremos detenernos ahora en por qué la enérgica determinación en que no se lo digan a nadie.

Ensayaremos algunas aproximaciones, puesto que es algo que no deja de inquietarnos desde la primera vez que nos topamos con esta lectura. Además, es algo que el Señor repite en varias oportunidades. ¿Por qué el afán en que no se lo digan a nadie?

Una primera razón que marca la distancia entre nuestro proceder natural y el de Jesús, es que Él no busca ni privilegios ni notoriedad. Lo normal entre nosotros sería exhibir nuestras credenciales, aquello que nos distingue y por lo que mereceríamos cierto respeto y privilegios. Jesús es distinto.

«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

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