sabían bien que era el Señor
«Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.»
Viernes de la Octava de Pascua | 05 de Abril del 2024| Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Hechos 4,1-12
- Salmo 117,1-2.4.22-24.25-27a
- San Juan 21,1-14
Reflexión sobre las lecturas
sabían bien que era el Señor
El Señor es sumamente cauto y delicado con los discípulos y a través de ellos, con nosotros. No apresura las cosas. Sus tiempos son distintos. No lo apremia la ansiedad. Le importa dejar las cosas claras. En esta tercera aparición ya le reconocieron. Sabían bien que era el Señor.
Sé sincero. Pregúntate cuántas veces en tu vida has tenido la certeza que si no hubiera sido por Dios no la hubieras contado. Todos tenemos estos episodios en nuestra vida. Sin embargo, somos muy ingratos. Poco a poco la certeza que tuvimos sede al olvido.
Para ser justo con nosotros mismos y con Él, tendríamos que llevar un inventario de estas ocasiones. Yo tengo memorizadas por lo menos media docena. Sin embargo, estoy seguro que el Señor se ha manifestados de modo evidente en varias ocasiones al año en mi vida.
Supe bien que era el Señor
Son muchísimas las ocasiones en mi vida en las que se bien que era el Señor el que había intervenido a mi favor. Debíamos tener el buen hábito de anotarlas, para persuadirnos a nosotros, en primer lugar, de lo mucho que nos ama y del modo en que vela por nosotros.
En segundo lugar, nos ayudarían a persuadir a nuestros hijos y seres queridos de Su existencia y Su constante presencia en nuestras vidas. Son muchas las ocasiones en que Su intervención ha sido evidentemente determinante para nosotros.
Enfatizamos lo de “evidente”, porque sabemos que «hasta los cabellos de nuestra cabeza están todos contados» (San Lucas 12,7). No viviríamos ni un segundo en este mundo si no fuera porque esa es Su Voluntad. Así, haciéndole caso, esta cesta repleta de peces la hemos sacado varias veces de donde no hubiera habido nada de no ser por Él.
Nos cuesta reconocer lo que es evidente
Vaya usted a saber por qué mecanismos emocionales o sicológicos nos cuesta admitir lo que es evidente. Será tal vez porque estamos rendidos al racionalismo. O, porque nos han hecho consentir que la fe es una debilidad propia de mujeres o ignorantes.
Nos cuesta reconocer nuestra pequeñez, nuestra debilidad. Tenemos necesidad de mostrar o aparentar que no necesitamos de nadie; que podemos valernos por nosotros mismos. Orgullo, vanidad, soberbia. Finalmente: estupidez propia del ser humano.
¿Será esta en parte consecuencia del Pecado Original? Cuesta cautivarnos y lograr que escojamos el Bien, la Verdad y la Belleza como resultado del ejercicio de la inteligencia, voluntad y libertad de la que hemos sido dotados.
Hemos sido creados para ser libres
El Señor nos conoce íntimamente, por eso sabe que a la larga preferiremos la elección libre, sin coacciones de ninguna clase. Así, con Su Infinita Sabiduría, Él nos muestra y propone el Camino. Pero somos nosotros los que en última instancia debemos decidir si hacemos lo que nos dice o no.
De este modo, cuando el Señor les dice echen la red a la derecha, ellos podrían no haberle hecho caso. Sin embargo, porque ya sabían bien que era el Señor, consienten en hacer lo que les manda. No se equivocan, porque ya saben que es Jesucristo, el Hijo de Dios que ha Resucitado. Hacer lo contrario sería una necedad.
¿Cuántas personas más conocemos que hayan resucitado? ¿Qué otro Hijo de Dios o Dios registra la historia de la humanidad al que le hayan dado muerte y haya resucitado? Son el amor manifiesto en este sacrificio Único, por salvarnos del Pecado, y su Resurrección los cimientos de Su Autoridad Divina.
¿Pudo hacer las cosas de otro modo?
Sin duda. El Señor podría sacar discípulos de las piedras. Pero Él quiso hacerlo de este modo, porque según su Infinita Sabiduría era lo más conveniente. Nada está dejado al azar. Dios tiene un Plan y no hay nadie en este mundo con las credenciales suficientes para cuestionarlo.
Cualquier voz que pretenda negarlo o contradecirlo viene del enemigo, del mentiroso, del homicida, del Príncipe de este mundo: el Demonio. Seguirlo conlleva nuestra perdición. No nos dejemos engañar. Hagamos como los discípulos, que sabían bien que era el Señor.
Si hemos de ser esclavos, que sea de Cristo, que nos conduce por el Único Camino que nos lleva a la Vida Eterna. No nos dejemos tentar por el Demonio que solo busca la perdición de nuestras almas. Escojamos la libertad de los Hijos de Dios y no la esclavitud de este mundo que solo nos conduce a la destrucción, la mentira, la oscuridad y la muerte.
Oración
Padre Santo, sabemos bien que Jesucristo es el Señor. Danos la Gracia de perseverar en todo aquello que nos conduce a conocerlo mejor, empezando por la lectura y meditación de los Evangelios. Concédenos frecuentar los Sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, así como contagiar la fidelidad a Jesucristo a nuestros familiares, amigos y todo el entorno en el que nos desenvolvemos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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