La oración para San Agustín, Padre de la Iglesia

¿Quién es San Agustín?

El 28 de agosto la Iglesia celebra al más grande de los Padres de la Iglesia, San Agustín; y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Quien nació nació en el año 354 en Tagaste (Argelia actual).

Una de las autobiografías más famosas del mundo, las Confesiones de San Agustín, comienza de esta manera: “Grande eres Tu, Oh Señor, digno de alabanza … Tu nos has creado para Ti, Oh Señor, y nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti” (Confesiones, Capítulo 1). Durante mil años, antes de la publicación de la Imitación de Cristo, Confesiones fue el manual más común de la vida espiritual. Dicho libro ha tenido más lectores que cualquiera de las otras obras de San Agustín. El mismo escribió sus Confesiones diez años después de su conversión, y luego de ser sacerdote durante ocho años. En el libro, San Agustín se confiesa con Dios, narrando el escrito dirigido al Señor. San Agustín le admite a Dios: “Tarde te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé” (Confesiones, Capítulo 10). Muchos aprenden a través de su autobiografía a acercar sus corazones al corazón de Dios, el único lugar en donde encontrar la verdadera felicidad … ¿Quién fue este ‘pecador que llegó a ser un santo’ en la Iglesia?

Un profundo deseo de amar

Al acercarnos a los escritos de San Agustín lo «encontramos vivo» como dijo Posidio, su primer biógrafo, y ha recordado Benedicto XVI. En sus escritos

«vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, Verbo eterno encarnado, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer; es siempre actual, porque Cristo es realmente ayer, hoy y para siempre» (1)

A Agustín se le conoce como el hombre orante. Si unimos nuestro corazón al corazón de Agustín y dejamos que sus palabras nos contagien su profundo deseo de amar, experimentaremos la oración como don del Espíritu y presencia de Cristo. La oración se hace diálogo de fe, alabanza y anhelo de Dios. En la oración el hombre se entiende como un ser en relación, nos une al Cuerpo de Cristo y llena el corazón de paz y esperanza. Así comienza el libro de las Confesiones:

«Grande eres, Señor, y muy digno de alabanza;
grande es tu poder, tu sabiduría no tiene medida.
Y pretende alabarte un hombre,
pequeña migaja de tu creación.
Precisamente un hombre que lleva en torno suyo la mortalidad,
que lleva a flor de piel la etiqueta de su pecado y el testimonio de tu resistencia a los soberbios.
A pesar de todo, pretende alabarte un hombre, pequeña migaja de tu creación.
Y eres tú mismo quien le estimula a que halle satisfacción , porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.
Haz que te busque, Señor, invocándote y que te invoque creyendo en ti, pues ya me has sido anunciado. Señor, te invoca mi fe, la fe que me diste, la fe que me inspiraste mediante la humanidad de tu Hijo y el ministerio de tu mensajero» (Confesiones I, 1, 1)

¿Qué es la oración según San Agustín?

La oración es un encuentro personal, un diálogo con Dios que se realiza desde el corazón del hombre y desde su clamor que llega hasta el corazón de Dios. La oración es un diálogo de fe y amor. San Agustín parte de una convicción: antes que nosotros hayamos buscado a Dios, Él nos amó como Padre para unirnos a Cristo animados por el Espíritu de Amor.

«La oración es un don de Dios» que hay que acogerlo y abrir el corazón para poder recibirlo. Si se trata de una relación personal se comprende que haya que «estar presente ante Dios». En este camino de presencia y búsqueda hay que «invocar a Dios», desear, llamar, pedir, clamar y abrir el corazón para que entre en lo más íntimo del propio ser.

Decálogo de la oración agustiniana

1. La oración es un don de Dios

Por lo que el hombre debe pedirlo como un mendigo. Sea rico o sea pobre el hombre ante Dios siempre será un mendigo. La oración para san Agustín parte de este preámbulo. (Homo mendicus dei: En in Ps. 29, 2, 1; Sermo 56, 9; Sermo 61, 4).

2. La oración es ejercicio de humildad

Partiendo del autoconocimiento frente a Dios:

  • «Dios que eres siempre el mismo, Que me conozca a mí, que te conozca a ti: (Sol. 2, 1)».
  • Pues: «Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes». (1 Pe 5, 5)

3. La oración es obra del Espíritu Santo

Que clama en nuestro interior (Rm 8, 26) para que nos dé las palabras y la voz para orar ante Dios

  • «La misma caridad gime, la misma caridad ora; contra ella no sabe hacerse el sordo aquel que te la dio. Estate seguro, ruegue la caridad y allí estarán atentos los oídos de Dios» (In Io. ep. tr. 6, 8)
  •  «Dios llenó a sus siervos de su Espíritu para que le alabasen» (En. Ps. 144, 1)

4. La oración es un ejercicio de recolección, recogimiento interior.

Hay que entrar en el propio corazón evitando la dispersión, para encontrarnos con Cristo Maestro interior.

  •  «No salgas fuera, regresa a ti mismo, en el interior del hombre habita la Verdad». (Vera religione 39, 72)
  •  «Tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más elevado que lo más alto mío». (Conf. 3, 6, 11)

5. La oración es un ejercicio de amor.

a. Orar es amar y dejarse amar por Dios:

  • Orar es: «abrazar a Dios con amor, abrazar el amor de Dios». (De Trin. 8, 8, 12)

b. Orar es amar, es dejarse transformar por el mismo Dios en la oración por el fuego de su amor, dejando las cosas de la tierra y llenándose de Dios:

  • «¿Amas la tierra?, Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Diré que serás Dios? No me atrevo a decirlo como cosa mía. Oigamos a la Escritura: Yo dije: Todos sois dioses e hijos del Altísimo. (.)» (In Io. ep. tr. 2, 14)

c. Orar es amar, para vaciarse del amor del mundo y llenarse de Dios:

  •  «No ames el mundo. Excluye de ti el amor malo del mundo, para que te llenes del amor de Dios. Eres un vaso, pero estás lleno; arroja lo que tienes para que recibas lo que no tienes» (In Io. ep. tr. 2, 9)

d. Orar es amar, para apegarse a Cristo olvidándose de todo lo demás. Todas las cosas se relativizan cuando desde la oración, se ama profundamente a Cristo:

  •  «Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor, ni trabajo para mí, sino que toda mi vida será viva y llena toda de ti» (Conf. 10, 28, 39)
  •  «El amor mismo es la voz que alaba a Dios» (En. in ps. 117, 23)

6. La oración es diálogo amoroso con Dios

a. Se dialoga escuchando y respondiendo a la Palabra de Dios:

  • «Tú oración es un diálogo con Dios; cuando lees las Escrituras Dios te habla; cuando oras, tú hablas a Dios». (En. in ps. 85, 7)

b. Se dialoga para encontrar a Dios y se le encuentra para seguirlo buscando con mayor amor.

  • «Se le busca (a Dios) para que sea más dulce el hallazgo, se le encuentra para buscarle con más avidez» (De Trin. 15, 2)

7. La oración es el encuentro con la voluntad de Dios

a. Orar para no resistir a la voluntad de Dios:

  • «¿Qué quiere decir ‘hágase tu voluntad? Hágase en mí de manera que no resista a tu voluntad» (s. 56, 7)
  • «Tu mejor servidor es aquél que no tiene sus miras puestas en el oír de tus labios lo que él quiere, sino en querer, sobre todo, aquello que ha oído de tu boca» (Conf. 10, 26, 37)

b. Orar para abandonar mi vida en las manos de Dios, sabiendo que es él quien me capacita para cumplir su voluntad.

  • «Da lo que mandas y manda lo que quieras» (Conf. 10, 40)
  • «No orarás si no dices esta oración (el Padre Nuestro); si empleas otra, Dios no te oirá, puesto que no te la dictó el Legislador a quien envió. Luego es necesario que, cuando oramos, oremos conforme a esta oración; y cuando la pronunciamos, entendamos bien lo que decimos. (En. in ps. 103, I, 19)

8. La oración es el deseo enamorado de Dios.

a. Es parte de la oración continua. Nunca se deja de orar si nunca se deja de desear a Dios.

  • «Hay otra clase de oración interior continua, que es el deseo. Hagas lo que hagas, si permanece en ti el deseo de aquel descanso (de la vida eterna), sin interrupción oras. Si no quieres cortar tu oración, no interrumpas el deseo» (En. in ps. 37, 14.)
  • «Por medio de la fe, esperanza y la caridad oramos siempre con un deseo ininterrumpido. Pero, precisamente por eso, en determinados momentos oramos a Dios también con palabras, para exhortarnos a nosotros mismos con estos signos (.) (Ep. 130, 9, 18)

b. La oración es el «grito del corazón»:

  • «Nadie dudará que es vano el clamor que elevan a Dios los que oran si lo ejecutan con el sonido de la voz corporal sin tener elevado el corazón a Dios. Cuando oramos a Dios con la boca cuando sea necesario o en silencio, siempre ha de clamarse con el corazón. El grito del corazón es un pensamiento vehemente que cuando se da en la oración, expresa el gran afecto del que ora y pide, de suerte que no desconfía de conseguir lo que pide» (En. in ps. 118, s.29, 1)

9. Orar es sentirse Iglesia y comunidad.

El cristiano nunca está solo porque forma parte del misterio de la Iglesia, del Cuerpo de Cristo.

  • «Jesucristo, hijo de Dios ora por nosotros, ora en nosotros y a él oramos nosotros. Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como nuestra cabeza; y nosotros oramos a él como nuestro Dios. Reconozcamos en él nuestra voz y su voz en nosotros» (En. in ps. 85, 1)
  • «Nosotros rezamos por el género humano, pedimos por el mundo entero, por todas las gentes para que se corrijan lo antes posible y teniendo ya recto el corazón, se encaminen a la rectitud de Dios». (En. in ps. 103, 13)

10. Orar es elevar el corazón hacia Dios.

Continuamente san Agustín comenta las palabras de la celebración de la Eucaristía «levantemos el corazón». Por ello orar es dejar que el corazón ascienda hacia Dios, buscando las cosas del mundo eterno, no las de la tierra, con un deseo enamorado de Dios:

(La oración)  «Es la ascensión de las cosas terrestres a las celestes; la búsqueda de las cosas más altas, el deseo de las cosas invisibles». (Sermo 73, 2)

San Agustín de Hipona (354-430)


N.R. Algunos sitios consultados:
  • San Agustín de Hipona – www.corazones.org/santos/agustin.htm
  • Unidos en la oración – www.agustinosrecoletos.com/especiales/oraciones/index.html
  • www.oleadajoven.org.ar
  • www.pildorasdefe.net

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