la piedra angular
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.»
Domingo 27º del T. Ordinario| 08 de octubre del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Isaías 5,1-7
- Salmo 79,9.12.13-14.15-16.19-20
- Filipenses 4,6-9
- Mateo 21,33-43
Reflexión sobre las lecturas
la piedra angular
La piedra angular que desecharon los constructores es Cristo. Nosotros tenemos la pretensión de levantar nuestras vidas sin tenerlo en cuenta. Pues mientras más alto subamos, más grande será la caída. Porque sin Él no hay nada que se pueda sostener.
No hay error más grande, y lo estamos viviendo ahora, que pretender edificar una vida, peor aún una sociedad sin tenerlo presente. Jesucristo es la base, el centro de todo lo creado. Sin el nada tiene sentido. Todo lo que hagamos se desgranará como arena al viento.
Ignoramos la piedra angular por soberbia
Tentados por el demonio y engañados por la soberbia, tenemos la pretensión de edificar, sostener y llevar una vida sin Cristo. Es lo más absurdo. Es como pretender vivir sin oxígeno. No podemos. Podremos engañarnos y engañar a los incautos por un momento. No podremos hacerlo siempre.
Pasado el tiempo, breve, por cierto, todo empezará a desdibujarse y desprenderse. Finalmente se desmoronará en medio de un gran estruendo. No hay vida posible sin Dios. Él ha creado el Universo, le ha dado vida y lo sostiene con su aliento.
Si duramos será por Voluntad de Dios
A la Santísima Trinidad no hay nada que se le escape. Los tres se mueven como una sola Voluntad Divina. Su presencia evidente en cuanto posamos la vista debía ser argumento suficiente para reconocer que es la piedra angular, sin la cual nada se sostiene.
Constituye un burdo engaño del Demonio la pretensión de hacernos creer que Dios no existe y que por lo tanto nuestra vida solo depende de lo que seamos capaces de hacer nosotros. Y que actualmente se encuentra amenazada por nuestras acciones. ¡Nada ocurre sin que Él sepa y lo permita! Somos parte integrante e importante de la Creación por Voluntad de Dios.
No somos parásitos del planeta
Nuestra vida de ninguna manera pone en peligro la existencia del planeta. Porque todo ha sido Creado por Dios para ponerlo a nuestro servicio. Estamos en la cúspide de cuanto fue Creado por Él, porque esa fue su Santa Voluntad. Él así lo ha sostenido, lo sostiene y lo sostendrá, porque es inmutable.
Dios es absolutamente confiable. Él sabe lo que causó nuestro pecado de soberbia. Precisamente para remediar este pecado nuestro, por amor, envió a Su Hijo a salvarnos. Él se hizo hombre como nosotros y nos mostró el Camino, la Verdad y la Vida. Hemos de mirar y seguirle a Él para alcanzar la Vida Eterna, para la cual fuimos creados.
No todos alcanzaremos la plenitud
Tentados nuevamente por el Demonio, no todos lo aceptamos. Por eso, obviamente no todo llegaremos a la Vida Eterna para la cual fuimos creados. Dios, en su Infinita Sabiduría, nos dotó de libertad. Así, reconocer a Él como el Centro y único sostén de nuestras vidas, como la piedra angular, es una decisión nuestra. Podemos aceptarlo y alcanzar la Vida Eterna o descartarlo, y extraviarnos para siempre.
¿Qué pasará con cuantos descarten a Dios de sus vidas? ¿Con quienes pretendan conducirse como si Él no existiera? Pues más allá de cuanto sufran aquí y hagan sufrir a los demás por su necedad y egoísmo, se perderán en la mentira, la oscuridad y la muerte en la vida futura. No alcanzarán la plenitud reservada para quienes supieron mantener a Dios en el centro.
¿Qué responsabilidad tenemos con el planeta?
No hay nada más grande y duradero que no podamos alcanzar por el amor. Hemos sido creados por amor y para el amor. Dios es Amor. Teniendo al amor por el centro y la razón de nuestras vidas, no habrá nada ni nadie que nos impida alcanzar la Vida Eterna para la cual fuimos creados.
No existe emergencia climática, ni hecatombe nuclear, ni amenaza sideral capaz de impedir que alcancemos la salvación de nuestras almas y la Vida Eterna si amamos a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esta es la ley y los profetas.
Escatología
Tarde o temprano llegara el fin de los tiempos. Cada vez que fallece un hermano (trance por el que todos hemos de pasar) se enfrenta a lo que podríamos llamar la escatología personal, también llamada los novísimos, que comprende: la muerte, el juicio particular, el infierno, el purgatorio y el cielo.
Al mismo tiempo, todo católico bien educado sabe que tarde o temprano, en un tiempo que no podemos anticipar, del que tenemos conocimiento principalmente por el libro de Apocalipsis, llegará el fin de los tiempos. Esto se estudia en Teología como Escatología social.
Así, la historia de la humanidad podríamos dividirla en tres grades momentos: la Creación, de la que se da cuenta en el Génesis. La venida de Jesucristo, para salvarnos del pecado y la muerte (el nudo) y el Fin de los tiempos (el desenlace), profetizado en el Apocalipsis y en varios pasajes de la Biblia y los Evangelios.
El Demonio no quiere nuestra salvación
¡Dejemos de dar crédito a las tonterías que inventa el Demonio y nos da a conocer por boca de hombres! Jesucristo es la piedra angular. Él ha dado su vida por nosotros para que tengamos vida en abundancia. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Eso es inamovible. El está en el inicio, en el centro y en el fin de la historia.
Es Dios el que sostiene el Universo, no la «madre tierra» como novedosamente pretenden hacernos creer los modernistas. El panteismo, es decir, el tomar a la Tierra creada por Dios para que la administremos y gobernemos, con todo lo que hay en ella, como si fuera una divinidad es una herejía. Constituye una apostasía propuesta por el «Nuevo Orden Mundial», en la que no debemos caer.
No nos dejemos distraer por las tretas del Demonio, que pretenden desenfocarnos de Dios y nuestros hermanos, para que nos concentremos en las calamidades que supuestamente hemos desatado. Para distraernos y extraviarnos.
Todo ocurrirá cuando haya llegado el tiempo y conforme ha sido profetizado. Entre tanto, para vencer al Demonio debemos mantenernos firmes en la fe. Eso lo permite la Gracia que es obra del Espíritu Santo. Así, acudamos frecuentemente a los sacramentos. Oremos. Hagamos ayuno. Hagamos sacrificios. Y por sobre todo, amemos a Dios y amémonos unos a otros.
Oración
Padre Santo, ayúdanos a entender que no se trata de ser “buenitos” o, peor aún, de no hacer nada malo, sino de amarte, amando a los demás y haciendo Tu Voluntad. No permitas que nos dejemos atemorizar a tal punto que te saquemos a Ti del centro. Que no dejemos de creer en Ti. Que no caigamos en el animalismo, ni en el panteísmo, ni ninguna de estas ideologías engañosas promovidas por el Demonio para extraviarnos. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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