El que ama su vida – Juan 12,24-26

El que ama su vida, la pierde

“…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.”

Viernes 18va semana del T. Ordinario | 10 de Agosto del 2018 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

El que ama su vida, la pierde

El Señor nos enfrenta a una paradoja. Todo el tiempo escuchamos de quienes nos quieren bien la recomendación: ¡cuídate! Es tan común que incluso se ha vuelto una clásica forma de despedida entre amigos e incluso entre conocidos.

Es la recomendación más usual que hacen los padres a sus hijos. “Cuídate y pórtate bien”. Son como palabras mágicas de buen augurio. ¡Ojalá volviéramos al “Dios te Bendiga!” o al “Si Dios quiere”! Son fórmulas de despedida que en todo caso encierran buenos deseos.

El que ama su vida

¿Cómo se entiende que el Señor nos diga exactamente lo contrario? ¿Es que no nos quiere? Nada más errado. Es exactamente al revés. Lo que pasa es que al Señor no se le escapa nada y ni una sola palabra tiene desperdicio en orden a nuestra Salvación.

¿Qué quiere decir? Que la vida tiene que valer la pena. La vida es un Don GRATUITO que hemos recibido de Dios. Nadie la tendría si Él no lo quisiera. Pero este Don, que hemos recibido gratis, tiene sin embargo un propósito.

¿Cuál es el propósito de la vida? ¡Esa es la pregunta que toda persona sensata se hace alguna vez en la vida! Muy bien. Ya sabemos que Dios nos ha dado el tesoro de la vida. Convenimos que es un tesoro porque e irrepetible. La tenemos y la podemos perder y una vez que lo hagamos no habrá forma de recuperarla.

Todo esto lo sabemos por mera reflexión lógica. Es cuestión de aplicar el sentido común, que paradójicamente es lo que más falta en este mundo moderno. Por sentido común sabemos que una vez que uno se hace viejo y muere, no hay forma de revivirlo.

“…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.”

El que muere deja de vivir. Es una verdad tan sólida como el Sol. La vida empieza un día y termina otro. Antes de empezar no existíamos y luego de morir, nadie nos vuelve a ver ni oír, a no ser en sus recuerdos y pensamientos.

¿Cuándo empieza la vida de los seres humanos, la especie a la que pertenecemos? Por la ciencia sabemos que la vida de cada una de las personas de este mundo comienza al momento que un espermatozoide fecunda un óvulo.

Es entonces, a partir del momento de la fecundación que empiezan las peripecias de esta nueva persona, que seguirán con su desarrollo, hasta ver la luz, en su familia, luego su crecimiento, su procreación, repitiendo el ciclo, hasta dejar el mundo de los vivos, con la muerte.

Todo esto, ratificado por la ciencia, lo sabemos todos los seres humanos desde que somos bastante niños. Sin embargo hoy, y desde hace poco más de 50 años, con el auspicio de varias supranacionales y grandes consorcios se viene promoviendo una Ideología que lo niega.

“…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.”

¿Cuál es? ¿Cómo puede ser? ¿Por qué? Es la Ideología de Género, que sostiene una serie de falacias que ha armado todo un entramado ideológico para sustentar falsedades y mentiras, con el propósito de controlar la natalidad, en alianza con grandes consorcios económicos que han encontrado en ello una veta de negocio gigantesca.

Así, se han invertido miles de millones para promover una cultura de muerte que sostiene que no existen las obvias diferencias entre los dos sexos, que se trata de roles asumidos, que ellos llaman género y que son totalmente intercambiables y no solo dos, sino incontables.

Y en todo este desquiciado andamiaje han incluido un sin número de absurdos convenientes para sus negocios y contrarios a la vida, como que la vida de las personas no se origina en la fecundación, sino en un momento que cada vez se acerca más al parto y que seguramente en un tiempo más lo superará.

Estamos, pues, ante el imperio del relativismo. Todo depende de los intereses de quienes hacen las leyes. Y ello ahora está por completo en manos de la corrupción. Todo escrúpulo respecto a las fuentes de enriquecimiento viene caducando. Todo está permitido.

“…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.”

Pornografía, prostitución infantil, aborto, pedofilia, zoofilia, necrofilia, eutanasia, clonación, tráfico de órganos, vientres de alquiler, todo es nombrado con eufemismos que ocultan la verdad. Así, al aborto se le llama “interrupción del embarazo”. A la eutanasia, “muerte digna”.

Se pretende ocultar los crímenes a los que la sociedad en su conjunto es empujada, con eufemismos más benignos, como si ello cambiara las leyes naturales a las que todos estamos sujetos. Este es precisamente el mayor engaño y la trampa que esconde el relativismo.

El problema de fondo está en que se ha tergiversado el propósito de la existencia, negando la existencia de leyes naturales y del sentido común. Como si su solo desconocimiento o negación fuera suficiente para anular o derogar su existencia, lo que desde luego no es verdad.

“…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.”

¿De quién es este engaño? ¡No cabe ninguna duda que es del Demonio! Pero que en cada caso concreto tiene actores que se prestan a desempeñar el papel que él les impone, a cambio de algún engaño, de alguna recompensa con fecha de caducidad, que por ahora les es suficiente.

Hemos sido creados por Dios y estamos destinados a volver a Él, tras un paso efímero por este mundo, que debe servirnos para aceptar o rechazar el Plan que Dios tiene para nosotros, que nos permitirá alcanzar la plenitud y la Vida Eterna.

Para eso hemos sido creados. Sin embargo, solo alcanzaremos este propósito si hacemos la Voluntad de Dios. ¿Qué quiere Dios? Qie le amemos por sobre todas las cosas y que amemos a nuestro prójimo como Él nos ama.

¿En qué consiste el amor? Aquí nos lo explica. En estar dispuesto a dar la vida por los demás. No se trata de cuidarnos, sino de entregarnos. Pero nosotros nos hemos “cuidado” tanto, siguiendo los dictámenes de estas ideologías de muerte, que viviendo para nosotros mismos, estamos terminando por secarnos.

Ese es el mensaje del Señor hoy. Como vemos, muy actual. ¡No nos dejemos avasallar! ¡No dejemos que nos corten las alas! ¡No nos obsesionemos por nuestro bienestar, por nuestra comodidad, por nuestras propiedades, por nuestras riquezas, por nuestras carreras!

Busquemos servir a los demás, servir al Señor en los demás y daremos mucho fruto. Los frutos del amor, son tesoros en el Cielo. Para servir al Señor, para amar realmente, hay que estar dispuesto a dar como Él, hasta la vida. ¡Eso es el amor!

Oración:

Padre Santo, no permitas que caigamos en la tentación del Demonio que ataca siempre nuestro lado más débil. No nos abandones jamás. Que no nos dejemos deslumbrar por el camino fácil, lleno de placeres efímeros, egoismo y falsas promesas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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