Te seguiré

Lucas 9,57-62 – Te seguiré

Te seguiré

«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Miércoles 26ª semana del T. Ordinario| 04 de octubre del 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

Te seguiré

El Señor es sumamente exigente cuando llama. No se trata de una misión opcional. Es excluyente y prioritaria. No basta con decir te seguiré. Es preciso que nuestros actos acompañen a nuestras palabras. Porque, tal como solemos decir: el infierno está empedrado de buenas intenciones.

En tanto las palabras no sea acompañadas de acciones contundentes y efectivas, de poco sirven. Examinémonos pues cada día. ¡Qué fácil es decir te seguiré! Pero no señalamos hora, ni fecha, ni cómo. El Señor requiere nuestro compromiso concreto e inmediato.

Te seguiré

Te seguiré cuando me desocupe

Esa no es la respuesta que espera el Señor. Es más; no la acepta. ¿Tienes dudas? Vuelve a leer el Evangelio. No deja lugar a especulaciones. Otra cosa es que en este mundo tan permisivo hayamos perdido el sentido de la urgencia.

Si caminando por la playa encontraras una persona que se está ahogando, le dirías: disculpa, pero tengo que ir en este momento a comprar entradas para el concierto de esta noche. ¡De ninguna manera! Si en ese preciso momento no te arrojas al mar y tratas de salvarla, lo más probable es que muera.

¿Puedes decir te seguiré y no hacerlo?

Sí, claro; dirás seguramente que eso no significa que inmediatamente lo vayas a seguir, sino que estás dispuesto a seguirlo, no bien puedas. ¿Y cuándo podrás? ¿Es que acaso tú tienes la vida comprada? ¿Puedes asegurar que mañana a esta misma hora estarás en el mismo lugar?

Olvidamos con mucha frecuencia que debemos vivir como si hoy, ahora, fuera el último momento de nuestras vidas. Si así fuera ¿qué haríamos? ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Ver el futbol? ¿Ver el programa de la farándula? ¿Pasear al perro? ¿Dormir un rato más?

Trázate un plan mínimo diario

Preguntémonos ¿qué lugar ocupa en nuestras vidas hacer la Voluntad de Dios? Para empezar: ¿sabemos cuál es la Voluntad de Dios? ¿No? Entonces ya es tiempo que le dediquemos un momento para discernirla. Esto debía ser lo primero y más importante en nuestras vidas.

Sea que lo entiendas o no, no hay nadie más importante que tú para Jesucristo. ¿O conoces a otro que sin que lo conozcas haya dado Su vida por ti? ¿Por qué lo hizo? ¡Por amor! ¡Te ama tanto, que quiere que alcances la Vida Eterna! ¡Esa es Su Voluntad! ¿Por qué? Porque te ama y quien te ama, siempre ha de querer lo mejor para ti.

Ya sabemos cuál es la Voluntad de Dios

Hace cuánto tiempo rezamos el Padre nuestro y jamás nos habíamos dado cuenta que cuando le pedimos que se haga Su Voluntad, estábamos pidiéndole que nos conceda alcanzar la Vida Eterna. Pues, así es. Por lo tanto, debemos acompañar ese “te seguiré”, con obras.

¿Mañana empezamos? ¡No! Es ahora o nunca. De una buena vez, escuchémosle y hagamos lo que nos dice. ¿Cómo le escuchamos? Orando. Eso es lo primero que debemos hacer al empezar el día. Antes de tomar tu celular, apenas abres los ojos, agradécele por estar empezando un nuevo día y ofrécele dedicarte a hacer Su Voluntad, que por otro lado no es nada más que asegurarte la Vida Eterna.

Te seguiré en las buenas y en las malas

Después de todo no es tan complicado, ¿no? Tu Plan de hoy, como el de cada día es hacer la Voluntad de Dios, ni más ni menos. Esto quiere decir que de algún modo todo cuanto hagas será en primer lugar y por sobre todo para alcanzar la Vida Eterna.

Este propósito demandará, la más de las veces, ocuparte de otros. Hacer el bien. Amar hasta que duela, como decía Santa Teresa de Calcuta. No se trata de hacer lo que te parece y ni si quiera de cumplir con tus obligaciones o con tus allegados. Se trata de hacer la Voluntad de Dios.

Hagamos lo que Dios manda

Te seguiré, es hacer la Voluntad de Dios, lo que demanda ponerlo a Él como primerísima prioridad en nuestras vidas. Tenemos que habituarnos de tal manera a ello, que debe constituir como un acto reflejo que jalone todo nuestro día, sin más plan que este.

Así fue que vivieron los primeros cristianos y así viven aún en algunos claustros y abadías. Este fue el ideal de la mal llamada Edad Media, de la cristiandad. Tengamos siempre presente el extremo y la prioridad a la que nos llama el Señor. Es ahora, en este momento, porque no sabemos se llegaremos a más tarde.

Oración:

Padre Santo, ayúdanos a ordenar de tal modo nuestras actividades, que no importe cuando mandes a buscarnos, siempre nos encontrarán ocupados en tu viña, atendiendo a nuestros hermanos, alabándote y dándote gracias. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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