Mirarán al que traspasaron
“Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.”
Viernes de la 9na Semana de T. Ordinarios | 08 de Junio de 2018 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Oseas 11,1b.3-4.8c-9
- Salmo Is 12.2-3,4bcd.5-6
- Efesios 3,8-12.14-19
- Juan 19,31-37
Reflexión sobre las lecturas
Mirarán al que traspasaron
Lo mataron como al más ruin de los delincuentes, como a un miserable. Y no contentos con ello, mortificados con el aspecto que tenían, puesto que se celebraba una fiesta, los judíos piden quebrarles los huesos y retirarlos.
Ya se habían desecho de este “charlatán” y no querían que su aspecto y su recuerdo estropeara las fiestas. Meditemos unos segundos en lo que significa Cristo para estas personas y de quién se trataba en realidad. ¡Que enorme contraste! ¡Qué disparatada percepción!
¿Cómo fuimos capaces? ¿Qué atrocidades podemos cometer llevados por la soberbia y el egoísmo? Con tal de no perder nuestros privilegios y en salvaguarda de nuestras creencias, de nuestras ideas, somos capaces de cometer crímenes horrendos.
Qué manto gris debó cubrir aquellos corazones y sin embargo algunos ya se apresuraban a borrarlo completamente del mapa. ¡Qué equivocados estaban! Ni ellos, ni ninguno de sus sucesores serían capaces de borrarlo jamás.
Y es que nada de lo que estaba ocurriendo hubiera sucedido si Jesucristo mismo no lo permite. La lección que pretendían impartir, la recibirían ellos mismos a las pocas horas. Era necesario que Jesucristo fuera sacrificado en la cruz para redimirnos de nuestros pecados.
Pero esta muerte, a la gravedad que reviste el asesinato de cualquier inocente, no tendría ningún sentido si tres días después Jesucristo no hubiera resucitado. Llego hasta el extremo del abismo del que nadie ha vuelto y resucitó de entre los muertos, como lo había prometido.
El que parecía vencido, se levantó triunfante. Mirarán al que traspasaron y no darán crédito a sus ojos, porque después de tal suplicio nadie podría haber sobrevivido. Tendrían que aceptar que fue resucitado por Dios Padre, como lo había anticipado.
Todo ocurrió según lo habían anticipado las Escrituras, para que se cumpliera que “no se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura que dice: Mirarán al que traspasaron.” Lo que ocurre con Jesucristo, no lo coge desprevenido.
Algunos pensamos que debió escapar, que pudo impedir que Judas lo traicionara o que debió dejar que Pedro atacara a sus captores. Siguiendo esa misma lógica, los que lo mataron no podían dar crédito a que hubiera salido de la tumba en que lo pusieron.
Es que hay un detalle que todos tendemos a olvidar o desconocer. Jesucristo es Hijo de Dios y ha venido a vivir entre nosotros por Voluntad del Padre, cumpliendo una Misión: Salvarnos. Lo cual logrará más allá que lo creamos o entendamos.
Es precisamente este suceso único en la historia de la humanidad, el que habrá de marcar de modo indeleble aquella fecha, quebrando nuestra historia y dividiendo el tiempo y nuestras vidas en antes y después de Cristo.
El nacimiento, muerte y resurrección de Cristo ha ocurrido una sola vez. Ha sido un hecho extraordinario que ha traído la salvación a toda la humanidad, por Voluntad de Dios Padre, que Cristo cumplió a cabalidad.
Algunos, entre nosotros, llamándonos cristianos, renegamos de la cruz y de la sangre derramada por Jesucristo. Nos molesta, como a aquellos judíos, seguramente, ver en los templos las imágenes de Cristo sangrante, martirizado, flagelado, crucificado y atravesado.
En nuestra pobre soberbia y tentados por el relativismo, la nueva era o cualquiera de esas máscaras con las que ahora nos engaña el demonio, nos atrevemos a cuestionar la necesidad del Calvario y la Cruz. ¿Es que lo hubieran hecho de otro modo? ¿Sí?
Efectivamente, así lo creen. ¿No reparan en el burdo engaño del que están siendo objeto? ¿Es que alguno de nosotros está en capacidad de enmendar a Jesucristo? ¡Qué disparate! Falta de fe y fascinación demoniaca.
Ocurre que tanto Feng shui, Reiki, Horóscopo, coaching, UCDM, homeopatía, yoga y otros inventos relativistas de moda, promovidos por el mismo Satán, hemos terminado convenciéndonos que hay otras muchas soluciones alternativas para alcanzar la felicidad, descartando el Camino.
¿Cuál es el Camino? Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Hemos de oírle y hacer lo que nos manda. Porque Él ha vencido al mundo, al demonio y a la muerte. ¿Cómo? Muriendo en la cruz y resucitando al tercer día.
La cruz es el símbolo del amor más grande que alguien ha tenido por nosotros. El símbolo del amor de Cristo, que llegó al extremo de dar Su propia vida por nosotros, para salvarnos de la muerte, del abismo, cuando todavía éramos pecadores.
Que todo esto es cierto lo muestra este Evangelio precisamente. Lo dejaron intacto para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Oración:
Padre Santo, no permitas que reneguemos de la sangre de Tú Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, antes bien, que su ejemplo nos aliente a amar al prójimo como Él nos ha amado y que el Espíritu Santo nos de la fortaleza para seguirlo hasta la Verdad completa. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
(2094) vistas