Juan 1,47-51 – verán el cielo abierto

Texto del evangelio Jn 1,47-51 – verán el cielo abierto

47. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
48. Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
49. Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
50. Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
51. Y le añadió: «En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Reflexión: Jn 1,47-51

El Señor nos comunica aquí una realidad sobre natural con la que estaban muy identificados los hombres y mujeres de aquel tiempo: el Cielo y los ángeles. El Cielo es pues aquél lugar en el que mora Dios, que es muy distinto y lejano al mundo en el que vivimos. El cielo está arriba, en tanto que el infierno está abajo. Nosotros moramos en este mundo, en el que, luego del Pecado original fuimos colocados por Dios, como el lugar de paso obligado en el que debemos vivir de tal modo que merezcamos subir y entrar al cielo para vivir eternamente al lado de Dios nuestro Padre Creador. Se trata ciertamente de realidades sobre naturales que Dios ha querido poner a nuestro alcance, abriendo el cielo y permitiéndonos ver como los ángeles de Dios suben y bajan sobre el Hijo del hombre. Ver a Dios, ver el cielo abierto y sus ángeles subir y bajar, son Gracias que Dios concede y todo está en ver, porque Jesús ve a Natanael que estaba bajo la higuera, del mismo modo en que podremos ver el cielo abierto y los ángeles subir y bajar sobre el Hijo del hombre. Ver es algo esencial, pero que solo es posible para Dios y todo aquel al que Él se lo concede. Y le añadió: «En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Ver es un poder de Dios, que no tiene límites ni parangón, que es concedido a quienes son capaces de confesar sinceramente y con humildad quién es el Señor. Es evidente para quien está dispuesto a verlo. Hay que ser capaz de sacudirse del hombre viejo y querer sinceramente verlo, para efectivamente alcanzar la sabiduría y la luz que nos permitirá ver las realidades eternas, sobrenaturales que no están al alcance de todos, porque el conocerlas es Gracia que Dios concede. Ver es así el centro sobe el que giran estos versículos. Ver el mundo como Dios lo ve; alcanzar la plenitud, la sabiduría y la luz para aproximarnos al modo en que Dios ve. Esta es la meta por la que debemos esforzarnos, erradicando todo prejuicio, todo nubarrón que nubla y obstruye la visión. Para eso, es preciso un cambio radical que comienza por un cambio profundo y determinante en el corazón, que poco a poco lo va abarcando todo. En este sentido, el ver al que se refiere el Señor es totalizante, porque lo abarca todo y al mismo tiempo depende de un cambio profundo, al que aludimos con la palabra: Conversión. Se trata de un “ver” en algún sentido muy parecido a aquel ver al que referiría el Principito cuando dice “lo esencial es invisible a los ojos; solo se ve bien con el corazón”. Es este ver, que va más allá de nuestros ojos, de nuestros cuerpos y de nuestras mentes al que se refiere el Señor. El ver Divino que lo atraviesa todo, que lo abarca todo y que no tiene límites, al que habremos de aproximarnos alguna vez. Y le añadió: «En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Oremos:

Padre Santo, andamos como ciegos en este mundo sin Tu luz. No permitas que nos apartemos de Ti, por el contrario toma nuestras manos, toma nuestras vidas y condúcenos por el Camino de la Salvación…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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