yo estoy en el Padre
«Hace tanto que estoy con ustedes, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?
Sábado de la 4ª semana de Pascua| 06 de Mayo del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Hechos 13,44-52
- Salmo 97,1-2ab.2cd.3ab.3cd-4
- Juan 14,7-14
Reflexión sobre las lecturas
yo estoy en el Padre
El Señor está abocado a hacernos entender el Misterio de la Trinidad. Por ahora se refiere tan solo al Padre y al Hijo, pero con seguridad es la misma unidad que tienen ambos con el Espíritu Santo. Se trata de una unidad indisoluble fundada en el Amor Perfecto.
Es cierto, si hablamos de Perfecto, estamos significando una magnitud que podemos intuir, gracias a nuestra inteligencia, pero no precisar, porque somos imperfectos, es decir, limitados. Este misterio, como muchos otros, los entenderemos plenamente en el cielo.
Entre tanto, sin embargo, el Señor nos da pistas muy claras. Nos da a entender que Él está en el Padre, y el Padre en Él”. Y también nos dice que “quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. Por lo tanto, cualquier distinción entre ambas personas es solo de orden práctico.
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Quien ve al Hijo ve al Padre
De algún modo nosotros, en nuestras familias también reflejamos esta relación. ¿Cuántas veces, viéndonos a nosotros, nos han dicho, me parece ver a tu padre o a tu madre? Más aún cuando ellos están ausentes o cuando ya han fallecido. Nuestros parientes suelen encontrar estos parecidos.
Y son ciertos. Ahora sabemos que ello tiene que ver con la genética y también con la reproducción de hábitos y costumbres. Cuando padres e hijos se llegan a mimetizar tanto, y los padres son buenos, los demás esperan que los hijos los honren guardando su palabra y prestigio.
La costumbre, la tradición y los buenos modales nos llevan a esperar respeto y fidelidad mutua, entre padres e hijos. Es obvio que en esto también nos esforzamos por ser semejantes a Cristo y entonces a Dios, porque como nos dice el Señor, yo estoy en el Padre, y el Padre en mí.
Vínculos familiares y conyugales
El modelo que tenemos a seguir es el que Jesucristo nos ofrece con relación al Padre. Que Él esté en el Padre como el Padre está en Él, nos permite testimoniar una relación de amor indiscutible, incondicional e ilimitado. Tal como nosotros estamos llamados a amarnos unos a otros.
La profundidad, intimidad e incondicionalidad de la unión que mantiene con el Padre, estamos obligados a imitarla con nuestros padres, con nuestros cónyuges y con nuestras familias. Así de transparente, respetuosa y leal deben ser nuestras relaciones.
Como yo estoy en mi esposa, ella está en mí. El fundamento de la indisoluble unión conyugal, bendecida por el Sacramento del Matrimonio es precisamente la unión que Jesucristo tiene con el Padre: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí.
Amor y unidad
El Señor, con estas palabras, nos está dando testimonio del amor y unidad existentes entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A ese mismo amor y unidad estamos llamados nosotros con Él y entre nosotros, empezando por nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestra familia y el prójimo en general.
La unión y el amor de la Trinidad es el testimonio del amor y unidad al que estamos llamados entre nosotros y con Dios. Por ello el Señor instituye la Eucaristía, para que le recibamos a Él en nosotros y recibiéndole a Él estamos recibiendo a la Santísima Trinidad.
Viviendo en Él, como Él vive en nosotros, tendremos la garantía de alcanzar la Vida Eterna para la cual fuimos creados. Esta es la Voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. Lo sabemos, porque como nos dice Jesucristo: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí
Oración:
Padre Santo, que seamos uno entre nosotros y contigo, como Tú eres uno con el Hijo y el Espíritu Santo. Que por intercesión de nuestra Santísima Madre la Virgen María, nos mantengamos en pureza, fidelidad, lealtad y amor. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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