Hagamos siempre lo que tenemos que hacer
Que cómodo resulta a los humanos soplar la pluma a los demás. Somos expertos justificándonos y evadiendo nuestras responsabilidades. Siempre será más fácil echar la culpa a otros que asumir uno mismo la responsabilidad de hacer lo que tenemos que hacer. Cual estrellas de futbol frente a sus rivales, nosotros usamos la cintura para evadir nuestras responsabilidades.
Sin embargo llega en vida, tarde o temprano, el momento de pagar aquella factura de la que nos quisimos desentender. No se puede prolongar indefinidamente el silencio cómplice. Es verdad que muchas veces nos resulta incómodo tener que recordar sus responsabilidades a otro y peor aun, exigir que las cumpla.
Pero la vida nos enseña que tarde o temprano, aquello que no exigimos en su debido momento nos regresa como un bumerang. No es bueno, por lo tanto dejar pasar, dejar hacer. Todos tenemos el deber de defender lo que es correcto; aquello que se apega a la verdad. La mentira y el engaño no se pueden sostener para siempre.
No evadir lo que tenemos que hacer
El que calla, a sabiendas, pudiendo desentrañar la mentira, el delito, la maldad o el error, se hace cómplice y de nada sirve inventar excusas cuando esta omisión te pone frente al abismo. No busques culpar a otros por lo que no supiste hacer oportunamente. Hemos de hacer lo que tenemos que hacer, siempre.
La peor excusa es decir no soy político o no intervengo en política. Es un engaño, pues todos somos políticos y todos participamos en política, porque incluso no adoptar una posición política es un acto político que acarrea consecuencias que pueden ser tan graves y determinantes como las de aquel que abiertamente declara su posición y reconoce que actúa en coherencia con ella.
No hay edad ni mejor momento para defender los principios éticos, morales o filosóficos que uno profesa. Con apego a la verdad y actuando con responsabilidad el ser humano está obligado a actuar según le reclama su conciencia. No solo ayer, cuando era joven, ni hoy que es maduro o mañana que será mayor, sino siempre.
El testimonio de la ejemplar Lupe Batallan
Hay seguramente muchos testimonios de vida que podemos buscar y exhibir que nos enseñan esta lección de vida. Hoy encontré uno muy actual que sin duda nos enseña y ratifica aquello que afirmamos: que no hay mejor momento para defender la verdad que cuando ella está siendo mancillada. Entonces tenemos que hacer lo que tenemos que hacer.
De esto es de lo que se nos pedirá cuentas un día. Y no tendremos a mamá o papá que responsa por nosotros. Ni a nuestros hermanos o amigos. Estamos en este mundo por alguna razón y para cumplir un deber que no podemos eludir para siempre.
El testimonio que compartimos seguidamente de Lupe Batallan, una joven mujer de 22 años, así nos lo confirma. Nadie es demasiado joven o demasiado mayor para no asumir responsable y solidariamente el deber que todos tenemos de responder con valor los retos que nos pone la vida, más aun cuando se trata de salvar la vida de inocentes o defender la verdad y la justicia.
Todos podemos hacer algo. El silencio y la omisión no serán nunca la mejor respuesta, porque tarde o temprano habremos de rendir cuentas por ello. Se equivoca quien cree que puede evadirse para siempre. Todos los plazos se vencen. Nuestras propias vidas tienen señalado una final.
Tanto si eres joven como si eres mayor, seas hombre o mujer, debías ver este video en el que Lupe, con suma sencillez nos brinda un testimonio inspirador, que debe llevarnos a hacer aquello que hace rato sabemos que debemos hacer.
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