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San Lucas 18,35-43 – que vea

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Qué difícil se le hace al hombre caminar sin ver. Eso es algo que los ciegos comprenden en carne propia mejor que nadie, tal como nos lo recuerda el Evangelio de Lucas 18,35-43. Por eso, quien vive esta desgracia por alguna razón en la vida, no puede tener mejor anhelo que el que declara el ciego de Jericó: Señor, que vea.

Que vea
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Juan 9,1-41 – Para un juicio he venido

Para un juicio he venido

Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.»

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Juan 9,1-41 – Para un juicio he venido

Juan – Capítulo 09

Reflexión: Juan 9,1-41

Frente al Señor, hay que tomar partido. No podemos seguir indiferentes. Es preciso reflexionar y tomar una decisión. Estamos con Él o estamos contra Él. No hay una tercera opción. El que no recoge, desparrama. Y tampoco podemos hacernos lo que no sabemos, porque a Dios nadie lo engaña. ¡Es nuestra decisión! Estamos advertidos.

¡Qué difícil nos resulta reconocer la verdad cuando no nos gusta, cuando nos demanda esfuerzo y sacrificio! Queremos seguir tibios, regodeándonos en nuestra mediocridad. Parece que está en nuestra naturaleza conformarnos con lo que tenemos, con el esfuerzo desplegado. No queremos ir más allá. No queremos arriesgar. Tenemos miedo a perder. Y, lo peor es que no confiamos en Dios. Tememos que nos vaya a defraudar, quedándonos sin soga ni cabra.

Preferimos retener lo viejo conocido a correr el riesgo de perderlo todo, por seguir la novedad. Comenzamos a preguntarnos, ¿por qué tendríamos que creer en Jesús? ¿Quién es Él para jugarnos la vida y especialmente el futuro por Él? Y, ya sabemos que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Así, frente a la novedad de Jesús nos portamos como unos necios. Empezamos a cuestionarnos todo y terminamos negando incluso lo evidente. No es otra cosa lo que hacen estos judío y terminan echando al ciego del templo porque había sido curado y nadie quería admitir lo evidente, que se encontraban frente al Hijo de Dios, el Mesías tanto tiempo esperado.

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Lucas 18,35-43 – Recupera la vista

¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». Y Jesús le dijo: « Recupera la vista, tu fe te ha salvado».

Texto del evangelio Lc 18,35-43 – Recupera la vista

35. Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
36. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
37. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
38. El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
39. Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
40. Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
41. ¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez».
42. Y Jesús le dijo: « Recupera la vista, tu fe te ha salvado».
43. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

Reflexión: Lc 18,35-43

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Lucas 18,35-43 Recupera la vista

Esto es lo que el Señor está dispuesto a hacer con cada uno de nosotros si se lo pedimos de todo corazón y con fe. No nos quedemos en el caso anecdótico, aunque prodigioso, de este ciego. Lo más importante fue su insistencia. No se detuvo hasta conseguir lo que quiso.

Esto es precisamente lo que debemos aprender. A pedir insistentemente aquello que de un modo sutil comunica el Señor al ciego: la salvación. ¿Y cómo llega la salvación a este ciego? Por la fe. ¡Pidámosle al Señor insistentemente que nos devuelva la vista!

Incluso el hecho de pedir que nos devuelva la vista es algo significativo. Es que cuando somos niños en realidad vemos muy bien. Es en el proceso de convertirnos en adultos que, adecuándonos al mundo, perdemos la vista por completo. Muchos nos cegamos para siempre.

¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». Y Jesús le dijo: « Recupera la vista, tu fe te ha salvado».

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