su rostro resplandecía
“Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.”
Martes de la 18va Semana del T. Ordinario | 06 de Agosto del 2019 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Daniel 7,9-10.13-14
- Salmo 96
- 2 de Pedro 1,16-19
- Mateo 17,1-9
Reflexión sobre las lecturas
su rostro resplandecía
Estamos frente a una historia extraordinaria que cualquiera de nosotros daría la vida por ver. Solo los amigos más cercanos a Jesús tuvieron este privilegio ocurrido una sola vez en la historia de la humanidad. Fueron tres, de entre los más cercanos a los que escogió y llamó el Señor.
El espectáculo frente a sus ojos era inverosímil. No hay palabras para describirlo y las que allí se ponen fueron escogidas para darnos una idea. Podemos entender, entonces, por qué quedaron como embobados y desconcertados.
Pedro balbucea cualquier cosa, para transmitir su emoción y agrado, pero debía estar con el corazón que se le salía por la boca y la piel de gallina. Los otros dos no atinaron a decir nada. Pedro era el más osado, el más atrevido y ni aun así pudo decir más.
Quedaron aterrados
Sin embargo, cuando todavía no salían de su asombro y sin atinar a decir algo coherente, de pronto tronó la mismísima voz de Dios. Cuál sería aquella sensación que no pudieron nada más que caer postrados con el rostro en el piso.
¡Imaginémoslo! ¡La voz de Dios! ¿De dónde venía? ¿Arriba?¿Abajo? ¿Por dónde entraba a sus mentes y corazones? ¿Tendría que ser por los oídos? ¿O quizás la sentía por los poros? ¿Por todo su ser? ¿Era un sonido o más bien una vibración que llenaba todo el espacio circundante?
¿Qué va a pasar? ¿Qué estamos por presenciar? Desde luego tendrían curiosidad, pero mucho más grande era su asombro. Habían quedado pasmados y no se atrevían ni a respirar. ¡¿Qué era todo aquello que estaban presenciando?! No podían explicarlo.
Este es mi Hijo, el amado
¡Cómo tendrían que haber sonado estas palabras penetrantes como dardos! ¿Se trataba de una recomendación que Dios mismo les hacía respecto a Su Hijo? Es que no es solo Su Hijo, sino que es el amado, el predilecto. Dios mismo confirma quién es Jesucristo y qué lugar ocupa en Su corazón.
Luego agrega un vocablo contundente, que era más que una sugerencia o una recomendación. Era una orden, un mandato, pero tan sensato, que simplemente debió abrirles el corazón. ¡Escúchenlo! ¿Podemos pedir más? ¿Queremos más? ¿Qué necesitamos?
Levántese, no teman
De pronto resonó en sus oídos como la melodía más hermosa la voz del Maestro, el Amigo, el Hermano. ¡dulce, tierno, empático! Sabe que como avestruces ante la presencia inenarrable de Dios sucumbieron como cualquiera de nosotros lo haría.
El encuentro del Dios Infinito con una humilde creatura contingente. ¿Qué cosa es el hombre para que te acuerdes de él? Como reza el Salmo 8:
4 Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
5 ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?6 Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
7 le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:…
Con el Señor no hay nada que temer
¿Cuántos de nosotros hemos tenido la experiencia de ser llamados por el Señor? ¿A cuántos de nosotros el Señor ha querido mostrarnos Su esplendor y simplemente hemos hecho caso omiso? Él es la fuente inagotable de la vida, del amor y la verdad.
Jesucristo resplandecerá para ti en tu corazón, tal y como lo hizo con Pedro, Santiago y Juan, si lo dejas entrar. Él está a la puerta y llama. ¡Ábrele y entrará y se quedará contigo! ¡Compartirá todo cuanto estés dispuesto a recibir!
Te hará crecer y fructificar. No temas. Él no te pedirá nada para lo que no te haya preparado previamente. No temas. Siempre podrás contar con Él. Jesucristo es más fiel que el día y la noche. Sus promesas se cumplen.
Estemos atentos a Su llamado
Atendamos la próxima vez que nos llame. Estemos atentos a responderle con presteza. No hay cita más importante en nuestra vida. Mucho mejor mientras más joven, porque entonces gozaremos por más tiempo de Su compañía y Su consuelo.
El amor de Cristo nos renueva cada día. Nos hace mejores. Nos conduce a la perfección. Solo el basta para alcanzar lo imposible. Mientras no le abramos la puerta andaremos perdidos, deambulando como ovejas sin pastor.
¿Cuántas veces le hemos dicho que no? ¿Por qué? ¿Soberbia? ¿Orgullo? ¿Temor? ¿A qué le tememos? ¿Que quede descubierta nuestra fragilidad? ¿Vernos descubiertos, desnudos, tal como somos? ¿Pero es que crees que para Él tienes algún secreto? ¿Lo dejarás esperando?
Es por ti que Él llega a tu puerta
Siempre tenemos la tentación de huir de Cristo, de huir de Dios. Esta es una tentación que introduce el Demonio en nuestros corazones, para que desconfiemos de Él. Ni si quiera le damos la opción. ¿Qué puede querer de nosotros?
¿Tenemos temor a lo que nos pueda pedir? ¿Es que creemos que el viene a nosotros por algo que Él necesita? ¡El NO necesita nada de nosotros! ¡El viene por nosotros, porque SABE que nosotros necesitamos de Él! Su amor es tan grande y desinteresado, que el viene y toca insistentemente nuestra puerta.
¡No lo dejemos esperando! Somos nosotros los que perdemos. Solo pasaremos al nivel de vida para el cual fuimos creados si lo dejamos entrar. De otro modo, seguiremos como el águila que se cree pollo, comiendo gusanos y deseando volar.
Creados para la eternidad
Hemos sido creados para la eternidad, pero solo la alcanzaremos si dejamos que Dios entre en nuestras vidas. No caigamos en la misma tentación de nuestros primeros padres. Dios no quiere nada de nosotros. Él nos ama sin que hayamos hecho nada para merecerlo.
No es por Él que debemos hacer algo. Es por nosotros que debemos escucharle y hacer lo que nos dice. Sería lo sensato, porque Él es Dios. Como un padre le dice a su pequeño, no camines por el borde porque te vas a desbarrancar, Él nos señala el Camino.
Lo señala con la misma autoridad que cualquier padre amoroso y responsable lo hace con su pequeño. Si nos perdemos a pesar de todo, será por nuestro capricho. El Señor quiere otra cosa para nosotros. Quiere la felicidad y la vida eterna. Pero no nos obligará a encaminarnos a ella contra nuestra voluntad.
Nosotros tenemos la llave. Él está a nuestra puerta y toca. Le abriremos o lo dejaremos esperando. Esa es nuestra decisión.
Oración:
Padre Santo, danos la sensatez suficiente para abrir la puerta, dejar que entres en nuestras vidas y que hagas con ellas lo que sea Tu Santísima Voluntad. Seguros que cuanto hagas será por nuestro Bien y Dicha perpetua. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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