Sean todos prontos para escuchar
“Sean todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere.”
Miércoles de la 6ta Semana de T. Ordinario | 19 de Febrero del 2020 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
• Carta del apóstol Santiago 1,19-27
• Salmo 14,2-3ab.3cd-4ab
• Marcos 8,22-26
Reflexión sobre las lecturas
Sean todos prontos para escuchar
¡Qué duras y fuertes son las palabras que nos trae Santiago en su carta el día de hoy! A través suyo el Señor nos pone en nuestro lugar. Y es que somos muy afectos a juzgar y hablar, cuando debíamos oír el doble. No por nada tenemos dos orejas, dos ojos, dos manos y una sola boca.
Parece inevitable que al encontrar una conversación “sabrosa”, en la que sentimos que falta nuestro “luminoso y esclarecedor” criterio, nos zambullimos en ella como si la vida del mundo dependiera de nuestra docta participación, descuidando lo que en verdad importa, como es llevar paz y amor en cada una de nuestras acciones cotidianas.
Escuchar en primer lugar a Dios
Nos cuesta ver en cada una de nuestras acciones, por más pequeñas e insignificantes que estas sean, una oportunidad para iluminar la vida de nuestro prójimo, con aquello que el Señor haría si estuviera en nuestro lugar. Así, olvidamos cuán importante es saludar amablemente, suavizar nuestros gestos y sonreír a todo aquel que se atraviesa en nuestro camino.
La queja, la increpación y el insulto no deben desplazar del primer lugar a la gratitud que debía inflamar nuestros corazones al empezar el día, a la sola constatación de que estamos vivos, que podemos ver y que ante nosotros se abre un nuevo día en blanco, que podemos llenar de amor y paz si ponemos la Voluntad de Dios por encima de la nuestra.
Escuchar y dejar a Dios ser Dios
Y es que aquí comienza la fe, aquí comienza el amor que decimos profesar a Dios: con nuestros primeros actos, con nuestras primeras miradas, con nuestras primeras actitudes, con nuestros primeros pensamientos, con nuestras primeras palabras. ¿Será Dios o tal vez la rutina la que se ponga al mando?
¡Rompamos esquemas! ¡Hagamos algo diferente! ¡Pongamos primero lo que Dios pone primero! ¡Propongámonos hoy hacer Su Voluntad, desde que amanece el día! ¡Rompamos la rutina! ¡Seamos perceptivos! ¡Desprendámonos de nuestros proyectos y dejémonos guiar por Él! ¡Qué quieres de mi Señor! ¡Habla, que tu siervo fiel obedece!
Escuchar la Voluntad de Dios
No, no sigamos nuestros impulsos y nuestros planes. Dejemos de lado todo prejuicio. ¡Hagamos lo que nos dice! Prestemos atención y antes de empezar con sermones, con reflexiones dedicadas a los demás, actuemos en el sentido aquel que el Señor nos indica. Llama, saluda, felicita, escribe, visita, lleva, entrega, da.
Pon por encima de tus pensamientos, preferencias y opiniones aquello que es la Voluntad de Dios. No te confundas. No es a ti a quien deben ver, oír o seguir, sino al Señor. Tú serás luz y sal en la medida que permanezcas unido a Él. Por ello, lo primero será asegurarnos que efectivamente estamos asidos a Él.
Una vez tomados de su mano recién podremos salir por el mundo llevando su presencia y procediendo como Él en cuanta situación nos presente la vida, siendo luz y sal para cuantos sean testigos de nuestro caminar, que no será otro que el que Él trazó con su vida muerte y resurrección.
Oración:
Padre Santo, te pedimos de todo corazón que nos transformes de modo tal que nos dejemos llevar dócilmente por tu Voluntad antes que por nuestra comodidad, nuestras preferencias, deseos u opiniones. Que seas Tú quien brille en nuestras mentes y corazones. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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