¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Texto del evangelio Mt 7,15-20 – todo árbol bueno da frutos buenos
15. «Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17. Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
18. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
19. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.
20. Así que por sus frutos los reconocerán.
Reflexión: Mt 7,15-20
De estos falsos profetas tenemos demasiados hoy en nuestra sociedad y lamentablemente muchos en nuestra propia Iglesia, porque ella es como nosotros: santa y pecadora. Ninguno de nosotros puede liberarse plenamente de esta carga, porque es propia del género humano. Un día seremos como ángeles. Hasta entonces tenemos que ser compresivos, tolerantes, pacientes, razonables y misericordiosos.
Cristo, Hijo de Dios y fundador de la Iglesia sabe perfectamente de qué pié cojeamos, por eso ha instaurado 7 sacramentos destinados a fortalecernos, de modo tal que se nos haga casi imposible quebrantar la Gracia de la pureza que por Su Voluntad ha puesto a nuestro alcance. Solo Él, por la participación oportuna y frecuente en los Sacramentos puede asegurarnos la Vida Eterna, la mayor promesa ofrecida a quien decida seguirlo.
Es preciso mantenernos alertas y en guardia para no dejarnos engañar por tantas y tantas sextas que vienen surgiendo, al amparo de una mal entendida libertad, que al final solo traen división y desviaciones, tergiversando la Verdad custodiada por la Única Iglesia fundada por Jesucristo.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Debemos mantenernos fieles a la Palabra de Dios, lo que solo puede estar garantizado en el seno de la Iglesia que con poco más de 2mil años de historia ha tenido siempre oposición a todo nivel, saliendo siempre airosa y fortalecida de todo los vanos intentos por dividirla y liquidarla. Tengamos siempre en cuenta que, tal como decía San Juan Pablo II nunca el mal podrá ser camino para el bien, lo que no es nada más que la versión actualizada de: Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
Si en verdad queremos seguir a Jesucristo, si oímos su llamado, debemos acudir a las fuentes más sólidas e inequívocas. Estas son la Palabra de Dios que encontramos en los Evangelios y en la Biblia toda, y a la Doctrina de la Iglesia que tiene una tradición histórica de 2mil años, que empiezan con San Pedro, el apóstol y termina con el Papa Francisco, en una sucesión ininterrumpida.
En la era del relativismo moral y ético, no debemos dejarnos engañar, que Cristo ha sido y será siempre el mismo. Sin lugar a dudas hay una serie de temas polémicos en nuestra sociedad de hoy, que no por novedosos entrañan cuestionamientos a las leyes fundamentales reveladas por nuestro Señor Jesucristo. Así, la sentencia de Jesús que señala que toda la ley y los profetas se resumen en dos mandamientos, sigue siendo válida hoy, como ayer y lo seguirá siendo hasta el fin de los tiempos.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Inspirados en estas dos leyes y en el soplo del Espíritu Santo podemos caminar hacia la Verdad, respondiendo acertadamente toda interrogante y encrucijada que se nos presenta. Con lo que tendremos que convenir que en realidad la Doctrina Cristiana es muy sencilla, como corresponde al único Dios que puede ser definido como Amor.
Examinemos todo lo que el mundo nos propone hoy a la luz de estos criterios fundamentales, únicos y muy sencillos de aprender. No caigamos en la tentación de dejarnos aturdir y arrastrar por lo que está de moda, que no hay nada que no pueda ser desbaratado por la Palabra de Dios, que no cambia según el auditorio, ni el tiempo, sino que permanece única, sólida e inamovible.
Tal vez a ello se deba que siempre los ideólogos y las ideologías “adelantadas” y “mesiánicas”, como la actual “ideología de género” apunte su artillería en primer lugar contra el cristianismo, porque es el único bastión de la humanidad que se mantiene firme y sólido a través del tiempo, como el mejor refugio, de donde sale siempre renovada la humanidad. Es Cristo, hoy, ayer y siempre, quien lo hace posible.
Examinemos por un momento nuestras vidas. ¿Nos mantenemos -con firmeza-, fieles al árbol de la Iglesia que Cristo ha fundado? ¿Hemos incorporado a nuestras vidas la ley del amor formulada por Cristo, que consiste en amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos? Solo entonces seremos pródigos en frutos de amor, esperanza y caridad, que son los que espera el Señor, aquellos para los cuales fuimos creados, que habrán de conducirnos a la Vida Eterna.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Oremos:
Padre Santo, no permitas que caigamos en la confusión y la desorientación, dejándonos influenciar por las ideologías que hoy están de moda, que nos dañan, nos destruyen y mañana nos abandonan. Danos la Gracia de aferrarnos al amor, la única base que permanece sólida como la roca, porque es el fruto más preciado de Tú Divinidad…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)
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