arreglar enseguida
En estas lecturas el Señor nos invoca a no mantener rencillas ni diferencias con nadie. Si alguien te busca pleito, esfuérzate por arreglar enseguida el diferendo.
Jueves de la 10ª semana del Tiempo Ordinario| 15 de Junio del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- 2 Corintios 3,15–4,1.3-6
- Salmo 84,9ab-10.11-12.13-14
- Mateo 5,20-26
Reflexión sobre las lecturas
arreglar enseguida
Sin lugar a dudas la mala sangre, los enojos y enfados solo atraen males mayores, porque el mal espíritu, el maligno, aprovecha de ellos para sembrar cizaña y discordia entre nosotros, porque esta es la mejor vía para el pecado. Por eso debemos esforzarnos por arreglar enseguida.
Nosotros estamos llamados a transmitir, a reflejar la luz de Cristo y ello solo es posible si nos mantenemos limpios y puros de corazón. Los pleitos y altercados abren peligrosas puertas al mal espíritu y este solo puede conducirnos a la destrucción, el odio, la mentira y la muerte.
Por eso el mandato imperativo del Señor no puede ser otro que procurar la reconciliación inmediata. Sin titubeos. No busquemos un provecho mayor que el alcanzar la paz. Todo lo que rebase este objetivo, sobra y es muy posible que sea una tentación del maligno.
Procura arreglar enseguida
Siempre habrá diferentes puntos de vista y con ellos, podrá abrirse la posibilidad del desacuerdo. La experiencia nos enseña que cuando más temprano se declinan posiciones para facilitar el acuerdo, menos posibilidad de enfrentamientos innecesarios.
Y, a la inversa, cuando no se ponen “paños tibios” a penas surge la discrepancia, esta puede llegar a escalar hasta posiciones inverosímiles, enfrentando seriamente a los protagonistas. Por ello, como verdaderos cristianos, estamos llamados a mantener mesura y una perspectiva trascendente.
Nuestra mirada siempre debe ir más allá de la inmediatez, juzgando en función de la vida de santidad a la que estamos llamados. Ver y analizar cada situación, por más sencilla que parezca, desde la perspectiva de Cristo.
Sal y luz del mundo
Estamos llamados a ser sal y luz del mundo en toda situación. Esto quiere decir que hemos de deponer todo interés particular, para analizar la situación desde la perspectiva de Cristo, considerando hermanos e hijos de un mismo Padre a nuestro prójimo.
No podemos sostener una actitud indiferente frente aquellos hermanos con los que por algún motivo mantenemos algún diferendo. Antes que ir al templo con alguna ofrenda debemos asegurarnos de haber sembrado la paz.
Nuestro corazón debe estar totalmente limpio y purificado. Nuestro comportamiento debe ser ejemplar, sin tener por ello que acatar las convenciones de este mundo. No se trata de hacer lo que todo el mundo hace, sino de obrar como el Señor espera de nosotros.
Derechos y deberes
Ir exigiendo siempre nuestros derechos, es una actitud mundana. Ello quiere decir que aun cuando cuenta con gran aprobación, no necesariamente constituye una actitud cristiana, porque nosotros no seguimos normas establecidas por la sociedad o estado alguno, sino por Jesucristo.
Nuestro modelo es Cristo. Son sus mandatos los que nos esforzamos por cumplir. Y, en este caso, en la vida cotidiana, en la que con frecuencia surgen diferencias y altercados por nimiedades, nuestra actitud, con mayor razón ha de ser de arreglar enseguida cualquier diferendo, por la vía de la comprensión, el amor, la generosidad y el bien común.
Oración:
Padre Santo, te pedimos que no busquemos tanto ceñirnos a la ley y al orden establecido, sino que por encima tengamos siempre en cuenta Tu Voluntad; lo que es bueno, lo que es bello, lo que es correcto, lo que es verdad. Que, en cualquier caso, estemos siempre dispuestos a arreglar enseguida, con el propósito de no profundizar las diferencias. No de cualquier modo, sino procurando ceñirnos a la verdad y el Bien común. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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