Mateo 5,17-19 – dar cumplimiento

Dar cumplimiento

No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

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Mateo 5,17-19 dar cumplimiento

Mateo – Capítulo 05

Reflexión: Mateo 5,17-19

Lo primero en lo que reparamos es en que el Señor ha venido a cumplir una Misión. Él por algo está aquí entre nosotros. Ha venido obedeciendo a Dios Padre, para cumplir Su Voluntad. Esto lo iremos descubriendo, según lo vamos conociendo. Cabría preguntarnos: ¿quiere decir que Él de buena gana no hubiera venido?

Claro, se entiende que si ha venido cumpliendo la Voluntad del Padre, esta no tendría por qué necesariamente ser también Su Voluntad. Parece natural este proceder entre nosotros. Incluso podríamos llegar a pensar que viene forzado y de mala gana, a hacer algo que le han impuesto.

Pero, ocurre que no es así en las cosas de Dios. Es que para tratar de comprender esta lógica Divina, tenemos que desprendernos de nuestro modo humano, mundano de ver las cosas. Es algo que cuesta, pero que vamos aprendiendo y a lo que nos vamos acostumbrando según vamos conociendo al Señor.

Si dejamos nuestros prejuicios, nuestras reacciones humanas aprendidas en el mundo, que responde a un modo de ver muy limitado de las cosas y nos esforzamos en ver todo desde la óptica de Dios, nos estaremos aproximando a la Verdad, que es lo que Dios quiere para nosotros.

No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

Jesucristo mismo nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Si hemos de conocerle y hacerle caso, no puede caber duda que debemos conocerle de algún modo para comprender cómo Él puede ser estas tres cosas. ¿Cómo nos las muestra? ¿En qué momento? ¿Es esta una alegoría o se trata de una realidad concreta y palpable?

Empecemos por el comienzo. Definamos aun cuando sea rudimentariamente quién o qué es Dios. Estaremos de acuerdo en que es la Perfección, es decir, no hay nada ni más grande ni más pequeño; nada que no pueda ser abarcado y completado por Él. No hay posibilidad de error en Él. Es una característica Divina que solo Él puede tener.

La Perfección lo reúne, representa y resume todo. No importa en qué dirección miremos, en qué campo, lo más imaginable y posible, y aún más allá, eso ha de ser Dios. Además Jesucristo, como Hijo de Dios nos revela que es la Verdad. Esto inmediatamente excluye de Dios la mentira. Lo que nos invita a pensar en Dios como algo o alguien positivo. El sumun de lo positivo; esto equivale a ser Perfecto, por lo menos hasta donde somos capaces de entender.

Si aceptamos que es un ser Perfecto, si no hay error en Él, si lo sabe todo y es capaz de acertar en todo, ¿no sería lo más sensato oírle y hacer lo que nos dice? Eso es lo mismo que hace Jesús y lo que nos pide que hagamos nosotros. Eso es lo que tendríamos que hacer nosotros.

¿Quién lo dice? Jesucristo, que siendo Hijo de Dios, comparte la Divinidad con Él, por lo tanto es Dios y si es Dios es Verdad, es decir, no puede haber mentira en Él, no puede haber engaño. Él personifica la Verdad. Si creemos en Él, creemos en la Verdad.

Dicho de otro modo, si le seguimos a Él, seguimos la Verdad, por eso Él es el Camino. Es decir que hemos de seguirle, haciendo lo que nos dice, porque solo así alcanzaremos la Vida, con “V” mayúscula, que es la Vida Eterna. Entonces, si oyendo lo que nos dice (la Verdad), hacemos lo que nos manda (el Camino), alcanzaremos la Vida Eterna (la Vida).

Recapitulando, Jesucristo nos enseña a hacer la Voluntad de Dios, con total acatamiento, porque sabe que Dios es Perfecto. Además nos revela que Dios es Su Padre, por lo tanto lo ama. ¿Cómo no hacer lo que Dios manda, a ojo cerrado? Sería absurdo entrar a discutir con la Perfección. Frente a Dios solo cabe Obediencia.

¿Por qué Obediencia? Porque es la Perfección, porque es la Verdad, porque no hay engaño en Él. Porque sólo Él tiene la Visión en la perspectiva adecuada. A nosotros, creaturas finitas y limitadas, nos toca confiar en Él (Fe) y Obedecer. Esto explica por qué Dios nos da Mandatos, Mandamientos. Él nos dice lo que debemos hacer o más bien, lo que NO debemos hacer en uso de nuestra libertad.

¿Por qué nos dice lo que NO debemos hacer? Porque tal como nos revela Jesucristo, no solo es Dios, sino que es nuestro Padre y siendo Perfecto, es el mejor Padre que podríamos tener. Su amor es Infinito. Respetando nuestra libertad, no quiere, sin embargo, que nos dañemos definitivamente y nos perdamos.

Como todo buen padre, quiere evitarnos los peligros, pero uno sobre todo, que caigamos en las garras de la muerte definitiva. Nosotros hemos sido creados por amor, para el amor. Dios Padre quiere que seamos felices y vivamos eternamente. Ello será posible si hacemos lo que nos manda.

Dios Manda. Como todo buen padre, pero más Él, siendo Perfecto, nos dice lo que debemos hacer con Autoridad. ¿De dónde proviene Su Autoridad? De ser Dios; de ser la Perfección; de ser la Verdad. Lo que Él nos dice, eso es. Por lo tanto, no nos toca a nosotros discutir, sino acatar. Eso es lo mejor.

La soberbia llevó al demonio a cuestionar, discutir y desobedecer. Eso mismo hacen los que le siguen. Esa es nuestra perenne tentación. Dios Padre envía a Jesucristo para mostrarnos el Camino y el lo hace con Su propia vida y sin embargo, algunos no le creemos y queremos ir por otro lado.

¿Por qué Dios Padre manda a Jesucristo? Porque nos ama. Porque es Infinitamente Misericordioso y no quiere que ni uno solo de nosotros se pierda, tal como nos lo revela Jesucristo. No encontraremos mayor amor en el Universo. Nadie hará lo que ha hecho Dios y Jesucristo por nosotros.

¿Creemos o no? Eh ahí el dilema. La duda la siembre el Demonio, el Príncipe de este mundo, que nos dice al oído que todo esto es mentira, que Dios no quiere nuestra felicidad y que podemos alcanzarla sin Él. ¡Ese es el camino de la perdición, de la mentira y del pecado!

Él es quien nos tienta para recibir sobornos o para darlos, para mentir, para engañar, para sacar provecho de los débiles, para acumular riquezas sin ningún escrúpulo. Él es quien nos dice que debemos pensar en nosotros primero. Que la felicidad está en nuestras manos, que no necesitamos de Dios y que no debemos fijarnos nada más que en nuestro bienestar. Él es la tentación.

Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Eso es lo que nos dice la lectura. Jesucristo no ha venido a abolir, sino a dar cumplimiento, es decir a confirmar y afirmar lo que siempre hemos sabido de Dios por las Escrituras, que es Perfecto y que además es nuestro Padre.

Que todo lo que Él nos dice es Verdad y que se habrá de cumplir. Que así debemos enseñarlo para tener nuestro asiento en el Reino de los Cielos, donde todos tendremos un lugar, cuanto más grande, cuanto más nos hayamos ajustado a la Verdad. Como se suele decir, la pelota está en nuestra cancha. Dios ha puesto todo en nuestras manos. Lo tomamos o lo dejamos.

Padre Santo, hay cosas que con nuestro pobre entendimiento no llegamos a comprender, por eso te pedimos que nos ayudes a dar cumplimiento a todos Tus mandatos con fe, sabiendo que lo que Tú has dispuesto es lo que nos conviene, por Jesucristo nuestro Señor…Amén.

No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

 

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