Mateo 11,25-30 – sus almas encontrarán descanso

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.

Texto del evangelio Mt 11,25-30 – sus almas encontrarán descanso

25. En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.
26. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.
27. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer.
28. Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
29. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.
30. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Reflexión: Mt 11,25-30

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Mateo 11,25-30 – sus almas encontrarán descanso

¡Qué hermoso discurso de Jesús! ¡Lleno de esperanza, alegría, gozo, emoción y promesas! Aunque no lo dice expresamente el texto, como en alguna ocasión anterior, podemos ver a Jesús estremecerse. Se trata de una exclamación, es decir de una forma de expresarse un tanto eufórica e incontenible.

¿Qué es lo que conduce a tal estado a Jesús? Pues nada menos que el acierto de Dios. Esta es una convicción que todos debíamos tener oportunidad de sentir. ¡Cuántas veces nos pasa! ¿Y qué otra cosa podemos hacer, sino alabar a nuestro Creador?

Compartir con el mismo Jesucristo esta alabanza a Dios Padre, nos hace sentir tan unidos a Él. ¿Compartimos realmente esta gratitud a Dios por haberse dado a conocer a los más sencillos y humildes? ¿De verdad creemos que así ha sido?

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.

Tal vez la pregunta más acertada sería ¿Cuáles han sido las consecuencias de tal preferencia de Dios? Parece que es el traer alivio a los más atribulados, a los más acosados, a los menos favorecidos. Las credenciales que busca el Señor son distintas a las que da valor el mundo.

El Señor no descarta a los ricos y poderosos, no los excluye. Lo que nos hace ver es que no podemos ser indiferentes al dolor y las carencias de nuestros hermanos. Muchas veces nos aferramos de tal modo a lo que tenemos, que no alcanzamos a ver como el compartir podría acarrear mayor felicidad.

Así, lo que tenemos, lo que poseemos, lo que atesoramos se convierte en un obstáculo para el amor. No amamos, no nos damos, por temor a perder lo que tenemos. En cambio, el que no tiene nada que perder, no tiene nada que le impida dar lo único que tiene: su tiempo, su vida.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.

Esto es lo que hace el Señor; esto lo que nos enseña; esto lo que debemos aprender. El alivio está en el desprendimiento. En no tener nada. En darlo todo. En no aferrarse a las cosas, ni a las propiedades. En no hacer de cuanto nos rodea nuestra propiedad.

La paciencia y la humildad nos permitirán encontrar descanso para nuestras almas y esta nos dará la paz para llevar la cruz que el Señor nos propone. Solo entonces sentiremos que esta es en realidad liviana. Es que solo entonces caminaremos en el sentido correcto.

Cuando encontramos el sentido de la vida, es decir, cuando empezamos a hacer la Voluntad de Dios, todo encaja perfectamente. La Creación se despliega frente a nuestros ojos como un conjunto armónico, que solo puede conducir a Dios, llenándonos de esperanza y paz.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.

Cuanto existe ha sido creado por Dios con un propósito. El que lo encuentra y lo sigue, se moverá como el ave migratoria que encuentra las corrientes que habrán de llevarla a su destino. Como el velero que encuentra el viento que lo llevará al puerto.

Las propiedades y riquezas pueden convertirse en verdaderos estorbos, que nublan la vista y la razón, al momento de tomar decisiones trascendentes. Hacerse esclavo de algo más allá del “sentido de la vida”, constituye un absurdo, un despropósito que nos conduce a la perdición.

El que menos tiene, el que ha aprendido a ser paciente a fuerza de tener que soportar más allá de lo imaginable, es humilde de corazón y puede ver con mayor facilidad y claridad cuál es la Voluntad de Dios y hacer de ella el “sentido de su vida”. Entonces, el yugo resulta suave y la carga liviana.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.

Oremos:

Padre Santo, no permitas que se turbe nuestro espíritu. Que no nos dejemos ganar por la melancolía, por la ambición, ni los deseos de cualquier clase. Danos la Gracia de mantener siempre viva la llama de Tu amor; que sea esta nuestra fortaleza…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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Mateo 11,25-30 – sus almas encontrarán descanso

San Martín de Porres 1974 (Un mulato llamado Martín)

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