Lucas 8,19-21 – oyen la Palabra de Dios y la cumplen

Texto del evangelio Lc 8,19-21 – oyen la Palabra de Dios y la cumplen

19. Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.
20. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.»
21. Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»

Reflexión: Lc 8,19-21

Oír y cumplir, allí está la respuesta. Eso es todo lo que debemos hacer. Oír y cumplir. Si fuéramos suficientemente inteligentes, si no fuéramos tan soberbios constataríamos que no puede haber nada más sencillo, más simple y sensato que abandonarnos a la Voluntad de Dios. ¿O es que podemos modificarla? ¿O será tal vez que tenemos una mejor propuesta, una mejor opción, una mejor alternativa que la que Dios nos propone? ¿No es esta una posición absurda y necia? ¿Hay alguien entre nosotros que puede más que Dios, que tiene la pretensión de corregirlo? ¿No es esto una soberana tontería, el capricho de un mozalbete que no sabe ni sonarse la nariz y pretende decirle a un financista cuáles son las mejores acciones o a un piloto como aterrizar o a un arquitecto como calcular las columnas de un edificio de 48 pisos? ¡Tenemos que ser más humildes con Dios! ¡Él quiere salvarnos! Así como cualquiera de nuestros padres terrenales quiere lo mejor para nosotros, del mismo modo Dios que es el Padre nuestro, el Padre de toda la humanidad, solo quiere nuestro Bien. Oigámoslo y hagamos lo que dice. ¡Dejemos de darle vueltas a este tema! ¡Es así de simple! Para eso ha enviado Dios a Jesucristo, para que nos diga lo que debemos hacer, para que nos revele la Voluntad del Padre. Limitémonos a tomar nota y cumplir lo que nos manda. Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»

Dicho lo anterior, el contexto de estos versículos merece alguna explicación para quienes se aproximan a él por primera vez. Empezaremos diciendo que los detractores de la Iglesia Católica muchas veces usan estos versículos para absurdamente pretender que la Virgen María no es tan virgen puesto que Jesucristo tenía hermanos, lo que está probado hasta la saciedad que es una tontería, porque en las comunidades judías de aquella época todos los miembros de la misma se consideraban familia y hermanos. Bastaba con que tuvieran algún parentesco o que vivieran en el mismo caserío o aldea. Todos eran hermanos, lo que no quiere decir que fueran hijos de una misma madre. Nuestros detractores buscan por todos los medios desacreditar a la Virgen María con la pretensión de relegarla a un lugar sin importancia y restando la trascendencia de su papel, como si pudieran hacerlo con tan solo probar que no era virgen ¡Qué tontería! Como si una virgen no pudiera dar a luz al Hijo de Dios, si Dios así lo quiere. O sea que otra vez, ¿nosotros vamos a decirle a Dios como debe hacer las cosas y cómo se las vamos a creer? ¡Qué necedad! Dios en su Infinita Sabiduría así lo quiso. Pudo hacer que su Hijo naciera de una piedra o de un árbol si hubiera querido, pero NO. Quiso Dios que naciera de una mujer humilde y sencilla, de una mujer humana como cualquiera de nosotros, que estuviera dispuesta a aceptar esta Gracia porque así Dios lo había determinado y esta fue la jamás igualada Virgen María, una mujer casi niña que ACEPTÓ el Plan de Dios y el lugar que Dios le había asignado en él. Lo aceptó sin ningún reparo ni condición. Por eso María es MODELO DE FE. ¡Oír y cumplir! ¡Qué mejor ejemplo podremos encontrar que el de María! Por eso cuando los cristianos queremos saber cómo ha de ser nuestra fe, solo tenemos que voltear los ojos a María para encontrar en ella inspiración. Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»

Lo segundo que debemos aclarar en este corto como profundo texto es que Jesucristo no está desairando a su madre, no la esta despreciando o ninguneando como algunos llegamos a entender, sino utiliza aquella circunstancia para subrayar aquello que debe ser lo más importante para nosotros, porque Él nos conoce muy bien y sabe que muchos de nosotros estaremos repitiendo todas nuestras vidas que primero son nuestros hijos, o nuestros hermanos o nuestros padres y eso NO ES CIERTO. Parece doloroso y descarnado, pero quien piensa que sus hijos, sus hermanos o sus padres son lo primero solo está encubriendo una falencia, una carencia y los usa para refugiarse en ellos y justificarse para no cumplir su papel. ¡No hay nada más importante que Dios! ¡Primero y antes que nada es Dios! Por encima de todo. ¿Esto qué quiere decir? Que primero y antes que nada ha de estar siempre el oír y hacer la voluntad de Dios. No podemos escudarnos en nuestros familiares, ni si quiera en nuestros esposos o esposas para no hacer lo que Dios nos manda. Nuevamente, ¿han de ser nuestros padres, hermanos, o hijos los que enmienden lo que Dios nos manda? ¡No! Es iluso pensarlo. No tiene sentido. Entonces es una hipocresía decir yo te acompañaría en este reto, en esta lucha, pero no lo hago porque tengo familia. Quien así lo hace, desobedeciendo el mandato de Dios, solo se escuda en los demás y tras un aparente a mor a los suyos solo esconde su egoísmo, su incapacidad de amar realmente y su temor por perder lo que tiene, su comodidad o aquello de lo que disfruta. No nos damos cuenta que Nada puede estar por encima de Dios, como no habrá nada más grande, apetecible e inalcanzable que la Vida Eterna puesta por Dios en nuestras manos para todo aquel que hace Su Voluntad. ¿Su voluntad no puede ser que dejes a tu familia desamparada? Es verdad; Él se hará cargo; Él velará por ellos. Ellos no están en tus manos, sino en las de Él. ¿Consideras que no basta, que no es suficiente? A Su llamado, nuestra respuesta ha de ser: oigo mi Señor, manda, que haré lo que digas. Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»

Oremos:

Padre Santo, danos el valor de oírte y seguirte sin dudas, ni temores, sabiendo que no habrá nada mejor que hacer Tu Voluntad y que el mundo no depende de nosotros, sino de Ti, y mientras sea así, todo lo que ocurra será lo que más nos conviene, según Tu Divina Providencia…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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