como corderos
«Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.»
Jueves de la 26ª semana del T. Ordinario| 05 de Octubre del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12
- Salmo 18,8.9.10.11
- Lucas 10,1-12
Reflexión sobre las lecturas
como corderos
Hoy hemos de meditar por qué el Señor nos envía como corderos en medio de lobos. ¿Qué se puede esperar de esta situación? No parece necesario esforzarnos mucho para entender que seremos rodeados y hostilizados, cuando no devorados. Porque ¿qué otra cosa quiere un lobo, sino comerse a los corderos?
Ahora que, ¿debemos dejarnos comer? No. El Señor nos anticipa que el comprende el grado de dificultad al que nos expone. Él mismo nos lo da a conocer. Pero de allí no podemos concluir en que es mejor que no vayamos, aunque nuestro natural temor y cobardía nos lo aconsejen.
La predicación no es para cobardes
Claramente queda establecido que la predicación no es para cobardes. Quienes han puesto como primera prioridad el velar por su integridad, no están preparados para esta misión. Presentarnos como corderos alude a ir completamente inermes. Esto parece una exageración si como corderos hemos de presentarnos en medio de lobos.
¿Por qué el Señor dispone que vayamos de este modo a realizar nuestra misión? Sin duda la tarea es temeraria, si desconocemos la motivación fundamental. Vamos porque es el Hijo de Dios vivo el que nos manda. Vamos en Su nombre y esto es lo que marca la diferencia.
Como corderos en nombre de Dios
No escapa a nuestra inteligencia y a nuestro sentido común que en general la humanidad anda como perdida buscando el sentido de la vida. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué es lo más importante? ¿A qué destino debemos orientar nuestras vidas? ¿Por qué? ¿Para qué?
Todas estas respuestas nos las proporciona el Señor. Porque Él es precisamente el Hijo de Dios que ha venido a enseñarnos el Camino la Verdad y la Vida. Tal como el mismo nos enseña, Él es el Buen Pastor que ha venido a guiarnos como corderos a campos de abundancia, reposo y paz.
Jesucristo nos revela a Dios Padre
Jesucristo, el Hijo único de Dios, se ha hecho hombre, como nosotros, para revelarnos a Su Padre. Él nos ha dado a conocer que Dios nos ha creado por amor y que nuestra alma no encontrará descanso sino en la contemplación de Su rostro.
Es para llegar a tal destino, por el que debemos esforzarnos en este mundo, en el que somos peregrinos. Es más, para eso hemos sido creados. Por lo tanto, no podemos quedarnos aquí, ni contentarnos con lo que nos ofrece este mundo. Aun cuando en algún momento pudiera deslumbrarnos, es evidente que no hay punto de comparación con la Vida Eterna y las promesas de Cristo.
Hemos de confiar en Él para ganarlo todo
No hay nada que se compare con el Banquete que nos espera en el cielo. Como dice San Pablo: “todo lo considero una pérdida comparado con el supremo valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor» (Filipenses 3,8-9). Por lo tanto, debemos pedir la Gracia de proclamarlo dónde y cuándo sea necesario.
En Filipenses 1,21 San Pablo nos llega a decir: «para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia». Queda claro que para un buen cristiano no hay nada que se parezca a las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Así lo han entendido por siglos los cristianos.
Todo es Gracia
Recordemos que todos es Gracia y que sin ella no viviríamos ni un segundo. Pidamos al Señor que derrame su abundante Gracia sobre nosotros. Solo esta permitirá que siendo como corderos venzamos a los lobos, al mundo y la muerte.
Esta, que es una hazaña, será imposible sin la Gracia de Dios. Lo repetimos porque será insulso intentarlo sin ella. Esta es la tentación del demonio. Apelando a nuestra soberbia pretende hacernos creer que podemos solos. Es la mayor apostasía de nuestros tiempos. En ella caen frecuentemente los católicos y especialmente la jerarquía de la Iglesia, infiltrada grandemente por la masonería.
Oración
Amado Padre del Cielo, danos humildad, perseverancia y fe, para no flaquear en tiempos de dificultad. No permitas que por ningún motivo perdamos la Gracia. Y si por algún motivo la perdemos, danos sacerdotes santos que nos ayuden a recuperarla inmediatamente, para que, salvando nuestra pureza, lleguemos a la morada eterna. Que podamos recibirte cada día en la Santísima Comunión. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
(47) vistas