Texto del evangelio Lc 18,1-8 – les hará justicia pronto
1. Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: «¡Hazme justicia contra mi adversario!»
4. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
5. como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.»»
6. Dijo, pues, el Señor: «Oigan lo que dice el juez injusto;
7. y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?
8. Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
Reflexión: Lc 18,1-8
¿Qué nos dice el Señor en este pasaje? ¿Cómo interpretaremos esta parábola? Claramente entendemos que de lo que debemos preocuparnos es de fortalecer nuestra fe. Jesús cumplirá sus promesas: esto debemos considerarlo más sólido y firme que cualquier cosa en el firmamento. Más que el sol, la luna y las estrellas, porque aunque todas estas tienen miles de millones de años, un día no existieron y llegará el día en que desaparezcan, aunque posiblemente nosotros no lo veamos. Una vez establecido y comprendido cuán solidas son las promesas de Cristo, cuan confiables, dejémoslas de lado, porque ellas se garantizan solas y ocupémonos de fortalecer nuestra fe. En otras palabras, ocupémonos de lo nuestro, que el Señor se ocupa de lo suyo, por lo tanto está sólidamente garantizado. No dudemos que el Señor habrá de cumplir cuanto ha prometido y que atenderás nuestras súplicas, ocupémonos de mantenernos firmes en el Camino, pidiendo constante e incansablemente que fortalezca nuestra fe, que nos de valor y decisión para seguirlo, para ser consecuentes, para decir la verdad, para no faltar a la honestidad, para estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos antes que las nuestras, para procurar siempre la unión, la reconciliación y la paz. Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
En momentos históricos como los que vivimos hoy, habiendo despertado todo el planeta horrorizado con la matanza indiscriminada y alevosa de inocentes en París, sorprendidos por una banda sanguinaria, que sin duda está guiada por fuerzas infernales, uno puede preguntarse: ¿A qué se debe todo esto? ¿Cómo es posible? ¿Qué puede justificarlo? ¿Cómo puede llegarse a tal extremo? ¿Será que hemos perdido la fe? Pesamos en los miles de Sirios entre otros, que buscan refugio en Europa…¿Qué consecuencias traerán para ellos estos atentados? Recordamos a las víctimas del avión ruso que salió de Egipto que ahora se sabe sufrió un atentado y no podemos dejar de horrorizarnos pensando a los extremos que estamos llegando. ¿Qué está pasando? ¿Es que es cierto que nos encontramos en una infame guerra mundial? ¿Quiénes o qué está tras los bombardeos y destrucción de Siria, en los que las verdaderas víctimas son civiles indefensos, mujeres y niños, cuyo único pecado fue nacer en uno de los teatros de operaciones militares más codiciados por las super potencias? Asistimos a una escalada de violencia, donde las principales víctimas son inocentes, que los noticieros y diarios anuncian con tal serenidad e indiferencia, que asombra, como si fuera parte del menú cotidiano al que tendríamos que acostumbrarnos. Total, a los que les molesta, tienen a su disposición decenas de canales a escoger, haciendo de la dolorosa realidad un ítem más que puede ser ignorado a gusto del televidente. Así, vivimos en un mundo extraño, artificial, donde se mezclan la realidad con la ficción, confundiéndonos y sobre todo inmunizándonos contra las desgracias que en realidad sufren millones de nuestros congéneres. Anoche, peruanos y paraguayos, alejados de París, teníamos para escoger entre seguir los detalles de estos desgraciados acontecimientos o el fútbol, que seguramente fue el preferido por millones. Y no se les puede culpar, pero qué pocos nos preguntamos ¿qué está pasando en el mundo para que lleguemos a estos extremos? ¿no son estas víctimas como cualquiera de nosotros? ¿por qué tenían que morir de este modo? ¿cómo puede esto estar afectando a nuestras conciencias, a nuestra sensibilidad, a la solidaridad humana? Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
El día de ayer, viernes 13, los peruanos asistíamos posiblemente a uno de los sucesos más bochornosos de la política nacional, en la que igualmente parece no haber límites para la falta de ética y la inmoralidad. La esposa del Presidente, confesaba finalmente que las Agendas que todo el mundo le atribuía y que ella había negado tozudamente, eran suyas. No tendría nada de grave, sino fuera porque por estas agendas han sido removidos fiscales, periodistas y ministros e incluso algunos sostienen que le habrá costado la vida a uno de sus colaboradores, muerto en extrañas circunstancias aun en investigación. Presentarse a nivel nacional, sin la menor vergüenza para reconocer que efectivamente había mentido al país, pretendiendo hilvanar justificaciones que no le creería ni un jumento, sin asumir la responsabilidad de toda la violencia desatada por su mentira, es realmente el extremo de la falta total de principios éticos y morales, que tienen que llevar a preguntarnos ¿qué es lo que está pasando? ¿cómo es posible que podamos asistir impasibles a la confesión pública de tan graves delitos, sin el menor propósito de enmienda? Si esto ocurre a este nivel y se hace público sin la menor vergüenza, ¿qué podemos esperar del comportamiento de los demás ciudadanos? El país vive una de las mayores crisis de inseguridad ciudadana de su historia, ¿no podeos encontrar aquí su mayor caldo de cultivo? ¿Qué nos lleva a semejante irresponsabilidad, a semejante atropello y demolición de todos los valores éticos y morales? ¿Cuáles pueden ser sus consecuencias, sino la descomposición social? ¿Cuáles deben ser las actitudes cristianas frente a estos hechos? Desde luego no la violencia, porque Jesús ha venido a traernos la paz. Pero tampoco puede ser la indiferencia. Esto es lo que debemos meditar hoy. ¿Cómo podemos, desde dónde estamos, responder y enfrentar cristianamente estos atropellos, estos abusos, estas injusticias, que cuestan la vida de millones, no solamente por muerte física, que finalmente es la menos importante, sino por la muerte ética y moral, para decirlo cristianamente, por la pérdida de sus almas. Porque estamos aquí para alcanzar la Vida Eterna, pero ello exige escoger el Camino de la Vida, la Justicia y la VERDAD. Preocupémonos por sostener esto, por acrecentar nuestra fe, que el Señor sabrá cumplir Sus promesas. Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
Oremos:
Padre Santo, no permitas que nos apartemos de la vida de ración. Que nos esforcemos siempre por mantenernos fieles al Evangelio y en Gracia de Dios. Que hagamos del amor, el servicio y La Verdad nuestra razón de ser y vivir…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)
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