Social comunismo y liberalismo en la misma moneda
El social comunismo es una de las peores perversiones impuestas al planeta. Aprovechando del pobrismo, que no es otra cosa que el sentimiento generalizado de compasión, solidaridad y hasta de culpa que mueve a todo ser humano al contemplar la pobreza, algunos han sabido imponer como exigencia el ser atendidos.
Ocurre que muchas veces en la historia podemos constatar que tras la aparente indigencia que motiva ciertas protestas, no hay nada más que instigadores ajenos a tal situación. Por comodidad, falta de exigencia, resentimiento, envidia e incluso ambición, estos promueven el hurto y la revancha entre los desposeídos, para usurpar violentamente y en su favor, las codiciadas riquezas de otros.
Comunismo y liberalismo, dos caras de la misma moneda
Esta banda de azuzadores son una sarta de resentidos y envidiosos. En general no producen nada y parasitan y chantajean a los que sí producen. Exigen como derecho, por mediación del estado, que se les dé lo mismo que los que si generan, para vivir como ellos.
Es decir que el social comunismo, en todos sus matices, es el cáncer (el hongo, el parásito) de los que sí producen. Estos últimos, son atraídos por el liberalismo extremo que no tiene reparos ni miramientos, ni escrúpulos de ninguna clase, con tal de ver multiplicada su riqueza. El liberalismo extremo es de origen anglo sajón, protestante y al imponerse universalmente lo ha hecho junto a su parasito, el social comunismo.
La tercera vía
Hay una tercera vía que no tiene que ver con ninguna de estas dos, ni ninguno de sus matices, que ha sido borrada de la «memoria histórica». Ésta es cristiana, católica y se desarrolló en la Escuela de Salamanca. Ojalá se le hubiera prestado más atención, en vez de dejarnos arrastrar por la moda y el pensamiento único. Los católicos teníamos está obligación.
Toda esta debacle, en la que estamos viviendo, empieza precisamente cuando cae la Cristiandad, cuando cae España, el último bastión que la sostenía y se levanta el katejón, la barrera que retenía al enemigo jurado de la humanidad: el pecado, la mentira, el engaño, la oscuridad y la muerte. En una palabra: el Demonio.
El origen de la riqueza liberal
Todo empezó con la herejía de Lutero, que dio lugar a la solución del problema de bragueta que tenía Enrique VIII – que revela hasta qué punto las bajas pasiones se impusieron. Luego siguió con la sangría de la Revolución Francesa, que no fue otra cosa que la imposición de los jacobinos (léase burguesía caviar) con el propósito de usurpar sus riquezas a la aristocracia, para la que se usó (como siempre) al pueblo. Cuidándose de arrinconar y eliminar a la Iglesia Católica, hasta donde les fue posible. De este modo evitaron la censura, para lo cual encontraron complicidad en las ideologías promovidas por las mentes «ilustradas francesas»…
Entre tanto, no podemos olvidar que las fortunas y riqueza que se empezaron a acumular en Inglaterra eran en gran medida producto de piratería, el latrocinio y la esclavitud apoyados por la corona inglesa. Es decir que eran una vulgar banda de cuatreros…eso dice mucho ya de la catadura moral que ya entonces habían alcanzado.
La violencia y la usurpación se van imponiendo
Luego siguiendo la misma modalidad, se impusieron en Rusia, en complicidad con la masonería (el sustento ideológico, político y financiero, que no por nada tiene su origen en Inglaterra). Estas mismas bandas, autodenominadas élites, continuaron después con España y México, siempre saqueando y destruyendo.
Finalmente, en el último siglo repasaron por Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Chile, Brasil, Perú, Colombia…etc…Son sedes del mismo movimiento, víctimas oportunas del mismo saqueo y usurpación, los países Europeos, Asiáticos y Africanos. Cada cual a su turno. Todos sometidos y manejados por la misma pinza.
Social comunismo y liberalismo caimanes del mismo pozo
Siempre en complicidad, los dos extremos de la pinza: los «dueños» y sus «sirvientes». Ambos extremos tienen en común su falta total de escrúpulos, su odio visceral a la Iglesia, a Dios y a todo vestigio de moral… Se comprende, porque ambos, saben perfectamente que tienen que «liberarse» de cualquier censura a sus conciencias…Que no pueden ser delincuentes, perversos, mentirosos, hacer lo que les da la gana y ser católicos al mismo tiempo. Aun cuando hay algunos purpurados retorcidos y cómplices que los apañen.
Social comunismo y liberalismo han devenido en dos elementos imprescindibles el uno del otro. Dos partes de un mismo ecosistema destructivo y fagocitario, condenado a la perdición, la destrucción y la muerte.
Y es que, lo cierto es que la humanidad se pierde cuando deja de tener en el centro de su existencia y de toda motivación a quien legítimamente le corresponde este lugar: a Dios, Creador del Universo, a la Vida y a la Verdad. Todas estas no son más que formas diversas para referirnos al mismo Dios de la Biblia.
Eso fue lo que nos Reveló Jesucristo, lo que trataron de enseñarnos nuestros padres, tal como lo aprendieron de nuestros abuelos y a lo que contribuyeron algunos de nuestros buenos maestros en el colegio.
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