Hagamos siempre lo que tenemos que hacer
Que cómodo resulta a los humanos soplar la pluma a los demás. Somos expertos justificándonos y evadiendo nuestras responsabilidades. Siempre será más fácil echar la culpa a otros que asumir uno mismo la responsabilidad de hacer lo que tenemos que hacer. Cual estrellas de futbol frente a sus rivales, nosotros usamos la cintura para evadir nuestras responsabilidades.
Sin embargo llega en vida, tarde o temprano, el momento de pagar aquella factura de la que nos quisimos desentender. No se puede prolongar indefinidamente el silencio cómplice. Es verdad que muchas veces nos resulta incómodo tener que recordar sus responsabilidades a otro y peor aun, exigir que las cumpla.
Pero la vida nos enseña que tarde o temprano, aquello que no exigimos en su debido momento nos regresa como un bumerang. No es bueno, por lo tanto dejar pasar, dejar hacer. Todos tenemos el deber de defender lo que es correcto; aquello que se apega a la verdad. La mentira y el engaño no se pueden sostener para siempre.
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