Lucas 14,12-14 – no te pueden corresponder

Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder

Texto del evangelio Lc 14,12-14 – no te pueden corresponder

12. Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.
13. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14. y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»

Reflexión: Lc 14,12-14

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Lucas 14,12-14 no te pueden corresponder

Más claro no puede ser el Señor. Su forma de ver el mundo, la vida, es totalmente distinta a la nuestra. Él no busca reconocimientos de ninguna clase. No busca nuestra gratitud y tampoco que lo pongamos en un pedestal. Él ha venido a Salvarnos. Con eso está feliz.

Si realmente queremos alegrarlo, halagarlo y congraciarnos con Él, no le hagamos fiestas, ni templos, ni estructuras pomposa y lujosas. Él no quiere nada de esto. No lo necesita. En vez de esforzarnos tanto en eso, hagamos Su Voluntad. ¡Eso es todo!

Claro, lo que ocurre es que hacer Su Voluntad si nos cuesta, en cambio lo otro no, es nuestro capricho, nuestro deseo, nuestra satisfacción. Pero al Señor no podemos engañarlo, ni se contenta con menos. ¡Él ha venido a salvarnos! Lo demás, no interesa.

Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder

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Lucas 19,1-10 – buscar y a salvar lo que estaba perdido

Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Texto del evangelio Lc 19,1-10 – buscar y a salvar lo que estaba perdido

01. Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad.
02. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos.
03. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
04. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí,
05. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
06. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
07. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador».
08. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».
09. Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
10. porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Reflexión: Lc 19,1-10

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Lucas 19,1-10 buscar y a salvar lo que estaba perdido

El Evangelio siempre será una Buena Noticia. Eso es lo que el Señor ha venido a traernos. Pero, particularmente hoy, debe alegrarnos a todos, porque el anuncio va dirigido especialmente a los que estábamos perdidos. El Señor nos dice que para eso ha venido.

Es alentador, esperanzador saber que para el Señor todos podemos salvarnos, TODOS. Incluso algunos de nosotros, que a veces pensamos que no tenemos remedio. ¡Animo! ¡El Señor ha venido a salvarnos a nosotros!

Cuando nadie cree en nosotros, cuando todo el mundo nos condena, el Señor solo tiene palabras de cariño y esperanza. Mientras todos se alejan y prefieren mantenerse a distancia, el viene expresamente a buscarnos para quedarse con nosotros. ¡Qué distinción!

Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

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Lucas 14,1.7-11 – ve a colocarte en el último sitio

…cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: «Amigo, acércate más», y así quedarás bien delante de todos los invitados.

Texto del evangelio Lc 14,1.7-11 – ve a colocarte en el último sitio

01. Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
07. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
08. «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,
09. y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: «Déjale el sitio», y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
10. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: «Amigo, acércate más», y así quedarás bien delante de todos los invitados.
11. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».

Reflexión: Lc 14,1.7-11

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Lucas 14,1.7-11 ve a colocarte en el último sitio

Los fariseos siempre a la expectativa de lo que hace el Señor. Tendiéndole trampas para ver si lo pillan en algo inexplicable o incoherente. Como siempre, van por lana y salen trasquilados. Con el Señor no hay pierde. Él siempre será coherente y fiel a Su Palabra.

Como se dice coloquialmente, mientras nosotros estamos de ida, el Señor ya está de vuelta. Es una pretensión ridícula encontrarlo en falta o en una inconsistencia. El Señor sabe lo que hace y es siempre consciente de Su Misión.

A nosotros nos pueden coger hurgándonos la nariz en privado o tal vez escogiendo la mejor parte del pastel. Al Señor jamás lo encontraremos haciendo algo fuera de libreto. Es que siendo hombre como nosotros, es sin embargo el mejor.

…cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: «Amigo, acércate más», y así quedarás bien delante de todos los invitados.

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Juan 3,11-16 – Dios amó tanto al mundo

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Texto del evangelio Jn 3,11-16 – Dios amó tanto al mundo

11. Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
12. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?
13. Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
14. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
15. para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
16. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Reflexión: Jn 3,11-16

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Juan 3,11-16 Dios amó tanto al mundo

Nuestro gran problema es la fe. Es por falta de ella que aun seguimos deambulando en este “valle de lágrimas”. Inicialmente no comprendemos lo que pretendemos cuando decimos fe. Imaginamos que se trata de una confesión de labios para fuera.

Luego pensamos en ella como algo mágico. Un poder especial que tienen solo algunos escogidos. Algo que puede permitirnos hacer cosas extraordinarias. Curar, sanar, adivinar, aparecer, desaparecer, atravesar paredes, trasladarse a la velocidad del pensamiento, etc.

Pensamos que el que tiene fe, tiene todo el poder para hacer lo que quiera. ¿Qué hay que hacer para tener tremenda fe? Parece algo misterioso que tiene que ver con el dominio y control de ciertas fuerzas ocultas. Una suerte de disciplina oriental o mágica.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

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Lucas 13,21-31 – expulso a los demonios

Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.

Texto del evangelio Lucas 13,21-31 – expulso a los demonios

31. En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».
32. Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
33. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
34. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
35. Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el viene en nombre del Señor!».

Reflexión: Lucas 13,21-31

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Lucas 13,31-35 expulso a los demonios

En muchas ocasiones podemos observar cómo el Señor está en un nivel y habla en una cadencia, y nosotros, los fariseos e incluso los apóstoles estamos en otra sintonía. Tenemos anteojeras. No logramos comprenderlo.

Vemos aquí cómo los Fariseos vienen con la pretensión de meterle miedo a Jesús. Más de uno imaginó seguramente que el Señor les agradecería su “complicidad” y se pondría a buen recaudo. Y es que hasta este momento ellos, como muchos de nosotros, no hemos entendido quién es Jesús.

Su respuesta es muy sutil, pero no deja lugar a dudas a quien se esfuerza un poco por entender. ¡Vana pretensión querer atemorizar a Jesús! Es como para reírse. Como el chiste aquel de las hormigas que quieren ahorcar a un elefante, con el respeto que el Señor nos merece.

Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.

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Lucas 13,22-30 – entrar por la puerta estrecha

Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

Texto del evangelio Lc 13,22-30 – entrar por la puerta estrecha

22. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
23. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:
24. «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
25. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
26. Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas».
27. Pero él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!».
28. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
29. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
30. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Lc 13,22-30

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Lucas 13,22-30 entrar por la puerta estrecha

El Camino que conduce a la Vida Eterna es estrecho y pocos transitan por él, porque exige carácter y decisión. Contrariamente a lo que piensan, sobre todo los adolescentes, no se trata de hacer lo que hacen todos. Lo que interesa es la aprobación de Dios.

Siendo así, debemos darnos un tiempo para seleccionar y priorizar. No habrá tiempo mejor invertido que aquél que dediquemos al Reino. Decidamos en oración lo que debemos hacer y pidamos reiteradamente que se haga la Voluntad de Dios.

Nosotros debemos marchar contra la corriente. No es en el placer, la complacencia y la comodidad que habremos de encontrar a Dios. El Camino que lleva a la Vida Eterna es el del amor. Para amar hay que estar dispuesto a servir. Y, servir casi siempre exige sacrificio y desprendimiento.

Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

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Lucas 13,18-21 – ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

«¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ? Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

Texto del evangelio Lc 13,18-21 – ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

18. Jesús dijo entonces: «¿A qué se parece el Reino de Dios ? ¿Con qué podré compararlo?
19. Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas».
20. Dijo también: «¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
21. Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

Reflexión: Lc 13,18-21

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Lucas 13,18-21 ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

El Señor nos explica con dos figuras muy sencillas y claras a qué se parece el Reino de Dios. Pese a lo simple de la explicación, a veces insistimos en tener dificultad para entender la Palabra del Señor. Lo que ocurre es que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Ambas figuras hacen alusión a la forma en que paulatinamente va creciendo el Reino de Dios. Va creciendo y abarcándolo todo en diferentes direcciones y dimensiones. No solamente en tamaño, sino también en profundidad e influencia.

Estos son atributos del Reino de Dios que con Jesucristo ha llegado y se encuentra entre nosotros. Hay algo más que podemos desprender de esta descripción y es que el expandirse en forma constante y casi imperceptible es una característica del Reino de Dios.

«¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ? Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

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Lucas 13,10-17 – librada de sus cadenas el día sábado

Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?

Texto del evangelio Lc 13,10-17 – librada de sus cadenas el día sábado

10. Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga,
11. y había allí una mujer, que desde hacía dieciocho años estaba poseída por un espíritu que le producía una enfermedad; estaba encorvada y no podía enderezarse del todo.
12. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: «Mujer, estás curada de tu enfermedad»,
13. y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.
14. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: «Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado».
15. El Señor dirigiéndose a él respondió: «¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?
16. Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?».
17. Al oír estas palabras, todos sus adversario se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.

Reflexión: Lc 13,10-17

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Lucas 13,10-17 librada de sus cadenas el día sábado

¿Hay algún día que sea mejor que otro para hacer el bien? ¿Puede la libertad y la dignidad de una persona estar sujeta a una formalidad? Las leyes que han sido hechas por hombres ¿han de sujetarlo por encima de su libertad y su vida?

¿Los hombres están hechos para servir a la ley o más bien las leyes han de estar al servicio del hombre? Esta es la reflexión que el Señor nos propone para el día de hoy. Esta distinción parece accesoria, sin embargo ¿cuántas veces no excusamos de hacer algo por que la ley nos lo impide?

Vistas así, estas palabras son muy fuertes y determinantes, porque eximen a cualquiera de cumplir con leyes que atentan contra las personas. Por ejemplo, es inmoral pretender que se paguen impuestos cuya cuantía amenace la existencia misma de las personas.

Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?

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