Juan 1,1-18 – los suyos no la recibieron

Texto del evangelio Jn 1,1-18 – los suyos no la recibieron

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Reflexión: Jn 1,1-18

Estamos frente a uno de los más hermosos fragmentos del evangelio en que Juan, inspirado por el Espíritu Santo nos permite aproximarnos a lo más excelso, como es la Divinidad de Jesús. No hay forma de describirlo, si no es por aproximaciones y es que es imposible que nuestra mente, nuestro corazón, nuestro ser abarque a Dios; es una realidad que nos supera largamente, de la cual, sin embargo somos parte, porque somos sus creaturas. No siempre somos conscientes de esta realidad y mucho menos los detractores de Dios, que sea por incapacidad, soberbia o mezquindad son incapaces de aceptar que hay algo, que existe algo que va más allá de su comprensión y entendimiento, porque no somos, ni hemos sido jamás la norma de lo que es posible. Para describirlo en la matemática básica que conozco, somos un subconjunto; es más, agregaría que somos un pequeño subconjunto que se esfuerza por comprender el todo, pero no está a su alcance, porque siempre descubre que sus fronteras están más allá de sus posibilidades. Tal como lo explica el célebre científico Carl Sagan en el Cosmos, somos parte de un universo que por más vértigo que pudieran darnos sus cifras, por más desafíos que planteen a la razón, es tremendamente limitado en sus dimensiones, lo que nos permite imaginar y especular, que convivimos con otras dimensiones que posiblemente nos atraviesan, nos tocan o se superponen, sin que podamos percatarnos de ellas. Pero muy por encima y más allá de todas estas realidades verdaderas o imaginarias, está Dios, que todo lo abarca, a cuya luz no podríamos exponernos sin quedar ciegos y luego evaporados o “desmoleculizados”, si me permiten el término. Dios está más allá de cuanto podemos imaginar y sin embargo lo abarca todo. Dios es un Misterio incomprensible, que tratamos de explicar y conceptualizar con nuestros limitados recursos. Por eso no debemos confundir a Dios con el limitado concepto o explicación que podemos elucubrar. Aunque para algunos efectos nos sirva, Dios no es solamente eso; Dios es muchísimo más. Juan aquí traza unas pinceladas muy hermosas que nos permiten ubicarlo, por lo menos en abstracto y con algunas ideas asequibles a nuestra comprensión. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

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Lucas 2,36-40 – hablaba del niño a todos

Texto del evangelio Lc 2,36-40 – hablaba del niño a todos

36. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido,
37. y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

Reflexión: Lc 2,36-40

Comprender las cosas, nos parece que a todos da mucha satisfacción. Cuando hemos venido estudiando y aprendiendo sobre un tema y finalmente todas las piezas empiezan a encajar, nos viene una alegría muy profunda y comprensible. Es que hay pocas cosas que nos reconfortan más que llegar a entender algo. No en vano la inteligencia es uno de los tres principales atributos con los que Dios nos ha bendecido. Tal vez esta sea una pista de lo que debe ser alcanzar la Verdad plena, la Perfección, la Sabiduría. Cuando se disipan las dudas y desaparecen los nubarrones de nuestro cielo, nos invade una euforia que nos impulsa a compartir con alegría la certeza alcanzada. Comunicar las Buenas Noticias también es parte de esta reacción natural de los seres humanos. ¡Tantas cosas buenas que hemos recibido! Es precisamente fundado en esta inquietud que brota de lo más profundo de nuestro ser cuando somos sinceros y honestos, que el Señor nos pide salir a Evangelizar. Las Buenas Noticias no se pueden guardar, se dicen a voz en cuello, desde lo más alto para que todos las escuchen, para que todos se enteren y sepan a qué atenerse. Eso mismo pasa con Ana, que vivía muy cerca a Dios y recibió la Gracia de reconocer inmediatamente quién era aquel Niño, cuando lo tubo cerca. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

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Lucas 2,22-35 – puesto para caída y elevación de muchos

Texto del evangelio Lc 2,22-35 – puesto para caída y elevación de muchos

22. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23. como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor
24. y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
26. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
27. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28. le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29. «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30. porque han visto mis ojos tu salvación,
31. la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32. luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
33. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –
35. ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»

Reflexión: Lc 2,22-35

Los cristianos buscamos armonía y paz, pero no a cualquier precio, esto es lo que nos manda a reflexionar la lectura de hoy. Como Jesús, estamos puestos para ser señal de contradicción, por lo que nos atreveríamos a sugerir que si somos considerados los más simpáticos de nuestros círculos, de la familia, del vecindario o del trabajo, pues debemos detenernos a examinar lo que estamos haciendo, porque algo no debe andar muy bien. No es que seamos los aguafiestas, por ser agrios y amargados, sino que no nos apuntamos a todo, ni avalamos todo lo que hacen nuestros hermanos. Tampoco asumimos posiciones indiferentes, como si cada quien pudiera hacer con su vida lo que le viene en gana, mientras no se meta con nosotros. Eso no es posible, porque nosotros -tal como Cristo nos lo ha enseñado-, sabemos que es Voluntad de nuestro Padre que todos nos salvemos y todos somos corresponsables de que esto ocurra. Así, no podemos pasar por alto lo que hace nuestro prójimo, ya sea dañándose o dañando a los demás, porque basta que seamos testigos conscientes de los hechos para que intervengamos, pidiendo explicaciones o buscando que enmendar lo ocurrido. Del conocimiento de la Palabra del Señor, de la Verdad Revelada por Jesucristo nace nuestra obligación de involucraros en la marcha nuestra y de nuestro prójimo hacia la liberación y esta no cesará hasta que la hayamos alcanzado, mientras tengamos fuerzas y estemos en capacidad de hacer algo. «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»

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Mateo 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo

Texto del evangelio Mt 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo

13. Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14. El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15. y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.
17. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
18. Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.

Reflexión: Mt 2,13-18

Seguimos reflexionando en torno a la serie de sucesos que rodean el nacimiento del Señor, pues se trata de un verdadero misterio que ha sido obra de Dios y tenemos que interiorizar, a fin de valorarlo en su real dimensión. Son hechos que ocurrieron hace tanto tiempo, que los leemos de corrido casi sin prestar atención y sin embargo son excepcionales. No perdamos esta idea de vista, para que no nos ocurra que pasamos por estos versículos como quien oyera llover. Fijémonos en lo que se le exige a José, ese hombre justo y leal. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a dejar todo lo que tenemos en nuestra ciudad o nuestro pueblo, para salir de un momento a otro obedeciendo órdenes enviadas por Dios a través de sus ángeles en sueños? ¡Guau! En esta sola pregunta hemos dicho una serie de cosas increíbles una tras otra, pero como dijimos antes, sino las sopesamos debidamente corremos el riesgo de no asombrarnos y repetirlas de paporreta, como si todo lo que hemos leído fuera lo más normal o peor aún, como si se tratara de pura fantasía a la que no hay por qué prestarle atención. ¡Ese es precisamente el problema! Tanto pasar por alto episodios como este, llega un momento en que pasamos por alto todo lo que nos apetece y nos parece fantasioso o irrelevante, y nos quedamos con un Jesús, con un Salvador hecho a nuestra medida, por lo tanto una fe y una vida cristiana totalmente adaptada a nuestros criterios modernos, mundanos y asépticos. Un cristianismo sin las “estrambóticas” manifestaciones de Dios, que preferimos omitir para que no nos tilden de ingenuos o tontos. Queremos un cristianismo que pueda ser exhibido en un auditorio de personas selectas, inteligentes y razonables del siglo XXI, donde se deje de lado todos estos episodios “mágicos” o “míticos”, más apropiados a una historia primitiva, que no se ajustaría a un escéptico, objetivo, razonable y culto hombre contemporáneo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

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Lucas 2,41-52 – estupefactos por su inteligencia y sus respuestas

Texto del evangelio Lc 2,41-52 – estupefactos por su inteligencia y sus respuestas

41. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.
42. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
43. y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
44. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos;
45. pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
46. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
47. todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
48. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.»
49. Él les dijo: «Y ¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
50. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
51. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
52. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Reflexión: Lc 2,41-52

En tan solo dos días la Iglesia nos pone 12 años adelante en la vida del Señor, permitiéndonos constatar, por el comportamiento de Jesús, que no se trata de un niño común y corriente. Todos los sucesos que anunciaron su nacimiento ya lo anticipaban pero aquí podemos comprobarlo de modo práctico. Tal vez parezca algo extraño, pero es realmente necesario reparar en este pasaje, para no caer en la tentación de banalizar a Jesús. Conozco muchos cristianos y católicos a los que parece costarles creer que Jesús es Dios. Lo han interiorizado como un hombre extraordinario, un tipo como no hay, un superhombre, de cualquier modo, hombre al fin, unos grados o unas décimas por encima del hombre más destacado que pudiéramos conocer o imaginar. Esto tiene una serie de implicancias. La primera y más importante es que lo humanizan a tal extremo que deja de ser Dios, así, caen en reflexiones como identificar el momento en que Jesús se dio cuenta de su Misión o de Su Poder, como si hubiera pasado por la evolución de cualquier muchacho camino a la madurez. Algunos lo imagina incluso haciendo bromas a sus amigos como cualquier niño, presumiendo de su poder, hasta que finalmente lo logra controlar y manejar con madurez…Hay tan poco escrito respecto a este período que siempre se podrá especular, sin embargo creemos que para el que no tiene dudas respecto a quién es Jesús, estos pocos versículos deben bastar para comprender que siendo hombre y por lo tanto también niño, nunca dejó de ser Dios. Difícil de comprender, seguramente, pero ¿qué es fácil tratándose de Jesús y la Voluntad de Dios?…le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.

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Mateo 10,17-22 – serán odiados de todos por causa de mi nombre

Texto del evangelio Mt 10,17-22 – serán odiados de todos por causa de mi nombre

17. Guárdense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas;
18. y por mi causa serán llevados ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante los gentiles.
19. Más cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué van a hablar. Lo que tengan que hablar se les comunicará en aquel momento.
20. Porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes.
21. «Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
22. Y serán odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

Reflexión: Mt 10,17-22

El cambio es radical; drástico. Hasta ayer hablábamos del nacimiento de nuestro Salvador, de la paz y el amor que nos traía y hoy hablamos de persecución, de división, de traición, de intriga y violencia. ¿Por qué? Por causa del nombre del Señor. Así de fuerte y peligroso resulta conocer al Señor y tomar partido por Él. Lo peor es que nadie puede permanecer indiferente ante Él; o se está con Él o se está contra Él. Su Nombre no admite cómodas posiciones intermedias, al extremo que hermanos, padres e hijos se delatan entre ellos; unos a otros se denuncian e incluso llegan a matarse, todo por causa del Bendito Nombre de Dios. Y es que Él es como la línea divisoria de aguas o el divortium acuarium. En el discurrir de la corriente, hay que tomar partido necesariamente. Es imposible quedarse detenido, estancado. La pendiente obliga a ir a la derecha o a la izquierda. O estamos con Cristo o estamos contra Él, porque no hay posiciones indiferentes. Ahora que, quien se va con Él, recibe acusaciones de todas partes, incluyendo de la propia familia. Tenemos que ser fuertes y perseverar en esta posición, porque solo así nos salvaremos. El asunto es grave y exige adoptar posiciones definidas, en forma inmediata. No hay tiempo que esperar, ni nada que planear. La respuesta ha de ser inmediata, fundada en la fe, confiando que en el momento oportuno, cuando llegue el caso el Espíritu Santo pondrá en nuestra mente y nuestra boca la respuesta apropiada. Nosotros solo debemos confiar. Y serán odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

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Juan 1,1-18 – la Palabra se hizo carne

Texto del evangelio Jn 1,1-18 – la Palabra se hizo carne

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Reflexión: Jn 1,1-18

El Evangelio de Juan por Gracia de Dios, nos ilumina para entender los sucesos a los que estamos asistiendo. Nos cuesta entender lo que estamos celebrando, más aun con la cantidad de actividades económicas, comerciales y sociales que se desarrollan en torno a esta fecha. Que vivimos un paréntesis universal en lo que sea a lo que estemos dedicando nuestras vidas, es algo que nadie puede poner en duda, porque lo vivimos. Puede que para un indeterminado número de personas lo que ocurres estos días se limite a una curva ascendente en sus ventas y que se pregunten por qué no creció todo lo esperando o tal vez que supere todas sus expectativas. Sea que en algún momento atraviese por su cabeza la verdadera razón de lo que ocurre en el Planeta y con la Humanidad entera o no, sea consciente o no de la Navidad, sus negocios quedarán fuertemente marcados por esta temporada, tanto es así, que como él, sin comprender bien la Navidad e incluso sin importarles realmente lo que ocurra por las cabezas o corazones de las personas en estos días, ellos fomentarán a coro todas las ideas que promuevan el incremento de los negocios, con la seguridad que si sabe desentrañar a tiempo lo que le interesa y busca la gente, lograrán incrementar sus ingresos en el futuro. Así, un hito importantísimo en el comercio mundial son las fiestas de Navidad, temporada que los comerciantes se esfuerzan por empezar con semanas y aun meses de anticipación y que tratan de prolongar lo más posibles hasta pasado el 6 de enero, esforzándose por empalmar con otras fechas significativas como el día de la amistad, de las madres u otros, que nunca podrán rasguñar a esta festividad. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

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Lucas 1,67-79 – harán que nos visite una Luz de la altura

Texto del evangelio Lc 1,67-79 – harán que nos visite una Luz de la altura

67. Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:
68. «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo.
69. y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo,
70. como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas,
71. que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban
72. haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza
73. y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos
74. que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor
75. en santidad y justicia delante de él todos nuestros días.
76. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos
77. y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados,
78. por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura,
79. a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

Reflexión: Lc 1,67-79

Todos estos son discursos proféticos, como bien dice el texto, inspirados por el Espíritu Santo, pues anuncian la llegada de Juan y Jesús desde una perspectiva que difícilmente nadie podría tenerla de otro modo. Son alas entrañas de Misericordia de Dios, las que propician la visita de una luz de la altura. Hay aquí un aspecto central en nuestra fe que a veces escapa a nuestra cabal comprensión. Dios hace todo esto por amor. No hay ningún mérito nuestro, lo que debe llevarnos a la convicción que no hay forma que nosotros ganemos el cielo por nuestra propia cuenta. Esto es muy delicado y contundente. Si no lo comprendemos en su debía dimensión puede llevarnos a confusión e incluso depresión, pensando que no hay nada que podamos hacer para salvarnos. Y lo peor del caso es que es cierto, pero si nos quedamos con tan solo está parte de la verdad, podemos perdernos. Lo cierto es que hay más y lo que nos falta considerar es lo más importante y determinante. En entenderlo estará nuestra paz y alegría. Ahí va: la Salvación es Gracia de Dios, esto quiere decir que Dios nos la da GRATUITAMENTE, porque Él así lo quiere. ¿No es esta una buena noticia? Reflexionemos la trascendencia y alcances de esta noticia…por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

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