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Juan 15,9-17 – Permanezcan en mi amor

Permanezcan en mi amor

“Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”

Lunes de la 7ma Semana de Pascua | 14 de Mayo del 2018 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

Permanezcan en mi amor

Esta es una de esas lecturas en la que casi podemos escoger cualquier frase para detenernos a meditar. Empecemos por considerar hacer lo que el Señor nos manda. ¿Por qué nos manda el Señor? Es una pregunta que muchas veces nos hacemos irreflexivamente.

¿Irreflexivamente? ¡Claro! Si lo pensamos bien, es una pregunta absurda. Es posible que seamos de aquellos que creen que no se pondrían de rodillas frente a nadie y que consideran que mandarles algo es un insulto a su inteligencia y capacidad de razonar.

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Juan 15,12-17 – yo los he elegido a ustedes

Texto del evangelio Jn 15,12-17 – yo los he elegido a ustedes

12. Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
13. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
14. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
15. No les llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes les he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer.
16. No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se los conceda.
17. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros.»

Reflexión: Jn 15,12-17

Sin duda el que nos amemos los unos a los otros es central, sino el Señor no estaría repitiendo tanto este mandato, que como hemos dicho ya varias veces, no es una sugerencia, un ruego o algo que tendríamos que pensar y considerar. No señor. Se trata de un mandato, que si hemos sido correctamente educados por nuestros padres sabremos que es vertical, indiscutible y terminante. El mandato lo da el que tiene autoridad. Solo puedes mandar y esperar que tu mandato sea atendido y cumplido cuando tienes autoridad, de otro modo, serás el hazme reír como tantos padres, maestros o personas mayores que mandan a niños, adolescentes y jóvenes y estos ni pestañean y siguen haciendo lo que les da la gana, porque no tienen el menor respeto por la persona que les manda o porque simplemente nadie les enseñó en su vida a obedecer. ¿Es buena tanta permisividad? Hay momentos en la vida que las personas embestidas de autoridad deben mandar, lo que significa que asumen la responsabilidad de cualquier riesgo y que quien obedece ha de tener respeto y confianza absoluta, de otro modo no obedecería, mucho menos si lo que se le manda es incierto. Entonces, la certeza también es necesaria. Un niño –bien criado-, obedece ciegamente a su padre, porque sabe que no lo va a engañar, que no le va a tomar el pelo ni lo va a defraudar. Si el padre le dice salta, él salta. Si le dice agáchate o pégate a la derecha, lo hará. Más tarde, si le dice esto o aquello no te conviene lo considerará y si el padre le manda dejarlo, lo hará, porque más allá de su criterio está la plena confianza y respeto que tiene al criterio y voluntad de su padre que se las ha sabido ganar con AMOR. Esto mismo hace el Señor con nosotros. La pregunta es: ¿le creemos? ¿le obedecemos? No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se los conceda.

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