No se turbe su corazón
No se turbe su corazón. Creen en Dios: crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar.
Reflexión: Juan 14,1-12
¡Cómo no sentirnos amados por Jesucristo con tan dulces palabras! Él no quiere que nuestro corazón esté turbado, que andemos afligidos, preocupados. Él quiere que tengamos paz. La paz de aquel que ha depositado toda su confianza en quien vela por él y solamente le puede hacer bien. Esa es la paz que solo puede provenir de Jesucristo y de nuestro Padre Celestial. Ha llegado el momento que entendamos la Trinidad y Jesucristo nos la explica muy claramente en estos versículos, aun cuando solo se refiera explícitamente al Padre y al Hijo.
Este gran Misterio de la Trinidad, tres personas distintas pero un solo Dios verdadero nos lo explica muy claramente Jesús aquí. Hablando del Padre y del Hijo, es claro que son dos personas distintas, sino no se referiría a cada una en forma independiente. Sin embargo, quien conoce a Jesucristo, conoce a Dios Padre, nos lo dice Jesús, porque hay tal comunión de Voluntades, de Corazones, de pensamientos, de sentimientos, que en la práctica no existe diferencia entre uno y otro, porque Jesucristo hace y dice lo que el Padre le comunica. Hay completa armonía y comunidad entre ellos, la misma que desde luego hay con el Espíritu Santo, que es el mismísimo Espíritu de Dios.
Es un Misterio, es verdad, que se nos hace algo difícil entender, pero es que no debemos tratar de entenderlo con nuestra pobre razón, porque está más allá de nuestra capacidad. Lo que tenemos que hacer es CREER. Es Jesucristo el que nos revela este misterio y lo hace de un modo tan natural y al mismo tiempo contundente, que hemos de creer en Él. De eso se trata. Creamos por lo que vemos. Si somos honestos tendremos que concluir en que hemos visto suficiente como para creer y dejar de pedir, como Felipe, que nos muestre al Padre. ¡Demos crédito a Su Palabra! ¡Confiemos en Jesús!
Jesucristo quiere darnos la paz a nuestros corazones, que vivamos alegres, sin turbaciones, confiando en que estamos en las manos de Dios, quien vela por nosotros y nos tiene reservado un lugar en Su Reino, un lugar que el mismo Jesucristo irá a preparar y al que vendrá a llevarnos, para que estemos donde Él está. ¡¿Qué más podemos pedir?! Apacigüemos nuestros corazones y confiemos en Él. ¿Cómo podemos mantener la calma y la paz, si sufrimos tantos ataques, desprecio, acoso y violencia? ¿Cómo mantener la paz si padecemos en el propio cuerpo la fragilidad de la vida, expuesta no solo a la maldad de algunos, sino a la enfermedad y el deterioro propio de la ancianidad?
Seguir leyendo Juan 14,1-12 – No se turbe su corazón
(7026) vistas