“No crean que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar pleno cumplimiento.”
Miércoles de la 3ra Semana de Cuaresma | 07 Marzo 2018 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
Deuteronomio 4,1.5-9
Salmo 147
Mateo 5,17-19
Reflexión sobre las lecturas
No he venido a abolir
Por ignorancia algunos pensamos que el Nuevo Testamento remplaza al Antiguo Testamento. Que basta con tener en cuenta lo que dispone el Nuevo y que no interesa conocer el Antiguo. Lo cierto es que si bien es cierto que el Nuevo nos trae la novedad de Cristo entre nosotros, cuyo conocimiento basta para salvarnos, sin embargo este no es opuesto al Antiguo Testamento.
No lo decimos nosotros. Es el mismo Jesucristo quien lo subraya en este pasaje. Y es que se trata de una sola Historia Sagrada. De una sola humanidad y un solo Dios Padre Creador que ha salido a nuestro encuentro para salvarnos, lo que es evidente, de modo coherente en las Sagradas Escrituras, es decir, en la Biblia entera.
En el Evangelio de Lucas 21,29-33 el Señor nos invita a reflexionar en lo único que es realmente sólido, inamovible y confiable: el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Qué mejor invitación a perseverar y mantener la serenidad frente a toda adversidad, con la seguridad que a quien tiene a Dios nada más le hace falta.
Lo primero en lo que reparamos es en que el Señor ha venido a cumplir una Misión. Él por algo está aquí entre nosotros. Ha venido obedeciendo a Dios Padre, para cumplir Su Voluntad. Esto lo iremos descubriendo, según lo vamos conociendo. Cabría preguntarnos: ¿quiere decir que Él de buena gana no hubiera venido?
Claro, se entiende que si ha venido cumpliendo la Voluntad del Padre, esta no tendría por qué necesariamente ser también Su Voluntad. Parece natural este proceder entre nosotros. Incluso podríamos llegar a pensar que viene forzado y de mala gana, a hacer algo que le han impuesto.
Pero, ocurre que no es así en las cosas de Dios. Es que para tratar de comprender esta lógica Divina, tenemos que desprendernos de nuestro modo humano, mundano de ver las cosas. Es algo que cuesta, pero que vamos aprendiendo y a lo que nos vamos acostumbrando según vamos conociendo al Señor.
Si dejamos nuestros prejuicios, nuestras reacciones humanas aprendidas en el mundo, que responde a un modo de ver muy limitado de las cosas y nos esforzamos en ver todo desde la óptica de Dios, nos estaremos aproximando a la Verdad, que es lo que Dios quiere para nosotros.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Texto del evangelio Lc 5,17-26
17. «No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 20. «Porque les digo que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. 21. «Han oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. 22. Pues yo les digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano «imbécil», será reo ante el Sanedrín; y el que le llame «renegado», será reo de la gehenna de fuego. 23. Si, pues, al presentar tú ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, 24. deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. 25. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Reflexión: Lc 5,17-26
En la vida cotidiana, nos cuesta mucho comprender aquello de consolar, antes que ser consolado, comprender antes que ser comprendido, perdonar antes que ser perdonado, amar antes que ser amado. Por lo general siempre nos ponemos en primer lugar.
Queremos que los otros muestren gratitud, cortesía, bondad, amabilidad, alegría y cariño. Pero ¿qué hay de nosotros? Somos pasivos, cómodos. Queremos que los demás den el primer paso. En el fondo, somos soberbios. No queremos humillarnos ante nadie y menos ante quien para nosotros no tiene la razón.
No nos damos cuenta que si obramos de este modo, no hacemos nada extraordinario. Todo el mundo obra del mismo modo. Pero a nosotros el Señor nos pide dar un paso más; caminar la milla adicional. Saludar a los que no conocemos, e incluso a nuestros enemigos, orando por ellos.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Texto del evangelio Lc 21,29-33
29. Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. 30. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. 31. Lo mismo, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. 32. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. 33. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Reflexión: Lc 21,29-33
El Señor es directo y habla en serio. No se está con rodeos y por eso no necesita de intérpretes. A algunos les gusta hacer creer que la Palabra del Señor es difícil de entender, que es solo para iniciados y de este modo buscan persuadir para que nadie lea los Evangelios.
Tal vez piensan que mientras menos sepan y conozcan la verdad, menor será la exigencia y mayor posibilidad tendrán de pasar desapercibidos. Y es que para algunas personas lo más importante es guardar las apariencias.
Con la excusa que resulta casi imposible entender al Señor, pretenden hacer creer que hacen lo mejor que pueden, dentro de sus posibilidades y por lo tanto ya se sienten justificados. Como nadie les puede reclamar, se sienten aliviados con lo poco que hacen.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Texto del evangelio Mt 5,17-19 – No he venido a abolir
17. «No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
Reflexión: Mt 5,17-19
Hay varias ideas que podemos proponer para nuestra reflexión el día de hoy, inspirados en el Evangelio que acabamos de leer. Trataremos de enfocarnos en tres: precisión, coherencia y trascendencia. En cuanto a (1) precisión, hemos de tener la certeza que todo está milimétricamente calculado. A la Creación de la cual somos parte privilegiada, no le falta ni le sobra nada. Todo tiene su espacio, su tiempo y su razón de ser. No sobra el fuego, como tampoco el agua. El Cosmos con la infinidad de estrellas y cuerpos celestes que lo contienen, muchos de los cuales nos son y nos seguirán siendo ajenos por los siglos de los siglos tienen su cómo, su por qué y su para qué, aun cuando escape a nuestra comprensión. Cada una de las células, de las moléculas y las partículas que tiene nuestro organismo, que pueden seguir dividiéndose al infinito, tienen su razón de ser y existir, en la forma en que han sido creadas, porque tras todo esto hay una Inteligencia Infinita y por tanto superior a cuanto podemos imaginar y entender. Si nosotros hemos sido capaces de crear máquinas de precisión asombrosa, capaces de navegar por el torrente sanguíneo, podemos tratar de aproximarnos con la ayuda del pensamiento y la imaginación a la perfección de Dios, pero nunca lograremos abarcarla, porque siempre lo encontraremos sorprendentemente más allá de cuanto podemos pensar o imaginar, lo que, bien pensado, debe resultarnos lógico, puesto que se trata de Dios, nuestro Creador, Principio y Fin de todo cuanto existe. Increíblemente, de un modo sorprendente, que solo podía ser explicado por Él, Su Único Hijo se hizo hombre como nosotros y nació de la Virgen María –una mujer como nosotros, pero escogida por Dios para tal honor-, y vino a vivir entre nosotros con una Misión encomendada por Su Padre: Salvarnos de la muerte y del pecado, a fin que Vivamos Eternamente en el Reino de los Cielos, alabando y gozando de la presencia de Dios Padre, para lo cual fuimos creados. Todo ha sido calculado y organizado hasta el más mínimo detalle para hacerlo posible. Solo se necesita un ingrediente que depende de nuestra voluntad: que creamos. Si confiamos nuestras vidas a un piloto y una máquina creada por hombres para trasladarnos de un lugar a otro, ¿por qué nos cuesta tanto confiar en Dios que lo hizo TODO por amor? No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.