Mateo 7,6.12-14 – Entren por la entrada estrecha

Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!

Texto del evangelio Mt 7,6.12-14 – Entren por la entrada estrecha

06. «No den a los perros lo que es santo, ni echen sus perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, los despedacen.
12. «Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganselo también ustedes a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
13. «Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
14. mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.

Reflexión: Mt 7,6.12-14

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Mateo 7,6.12-14 Entren por la entrada estrecha

En primer lugar el Señor nos pide ser prudentes con los dones y Gracias que hemos recibido. Hemos de darlos gratuitamente, pero no por eso con menos celo, cuidado y respeto por lo que damos, que no es nuestro, sino que lo hemos recibido para compartirlo. No porque lo hemos recibido gratis y estamos obligados a darlo gratis, tenemos por qué menos preciarlo.

Demos a conocer el Evangelio a quien esté dispuesto a recibir. A quien muestre la suficiente humildad, responsabilidad, sinceridad y pureza de corazón, como para reconocer el tesoro que le presentamos a nombre del Señor, sepa aquilatarlo y esté dispuesto a cuidarlo con su vida y a compartirlo con amor y esperanza entre nuestros hermanos.

Esto que se aplica a la Palabra, cuanto más se aplicará a la Eucaristía. Sepamos comprender y resaltar a nuestros hermanos que si se da gratis, no es porque no valga, sino que vale demasiado y nos sería imposible pagarlo. Por eso mismo, no puede ser desperdiciado ni menospreciado. Por eso es que no podemos darlo a quien no está preparado debidamente.

Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!

No confundamos y vayamos a creer que el Señor nos está diciendo que Su Palabra y el Don de Sí que ha hecho por nosotros, no lo ha hecho también y especialmente por los pecadores. Pero todos, y especialmente quienes más viven en el pecado han de arrepentirse y hacer propósito de enmienda para hacerse acreedores a una Gracia tan Grande como es la Eucaristía.

Primero y antes de ser bautizados, deben ser evangelizados. Debe presentárseles adecuadamente al Padre y la Palabra de Jesucristo, a fin que le conozcan y conociéndolo crean en Él. Solo entonces, una vez despertada y avivada la fe, una vez que sean capaces de manifestar su fe en Jesucristo, recién pueden proceder a incorporarse a la Iglesia a través del Bautismo y recién entonces, podrán recibir los otros sacramentos de la Iglesia, incluyendo el de la Eucaristía.

Este es el Camino de la Salvación, al que estamos invitados todos, al que sin embargo solo algunos pocos están dispuestos a entrar, porque constituye un reto exigente que demanda un cambio de vida que no todos estamos dispuesto a realizar y mucho menos de un solo golpe, sino que por lo general demanda un proceso de conversión. Es preciso una paulatina, sacrificada y exigente tarea de evangelización, que es obligación de todos los bautizados.

Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!

Lo cierto es que muy pocos estamos dispuestos a sacrificarnos por lo demás, mucho menos por desconocidos, por pecadores o con los que se han declarado abiertamente nuestros enemigos. No se trata de rehuirles, ni de descartarlos, sino de prepararlos adecuadamente, para que la prédica no caiga en saco roto. Pero tenemos que ser lo suficientemente responsables con las Gracias recibidas, para no desperdiciarlas en hermanos o hermanas que no han recibido la preparación adecuada.

Por otro lado, aprendamos a reconocer que esta no es una tarea que debemos dejar librada a nuestras capacidades, porque el mismísimo Señor no nos lo enseña así. Todo lo que hagamos debemos hacerlo en Su Santísimo Nombre, invocando la intervención del Espíritu Santo, porque solo con el soplo Divino se tornará posible aquello que parecía imposible.

No obrar de este modo, es decir, tratar de comunicar la Gracia de Dios sin estar en Gracia, será contraproducente, un desperdicio, una pérdida de tiempo, que dificultará lograr el objetivo propuesto, por nuestra falta de preparación espiritual. He ahí los motivos por los cuales las cosas relacionadas con el Señor nuestro Dios, han de ser tratadas con el debido respeto.

Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!

Hemos de entender que no depende de nuestra capacidad, ni son nuestros buenos propósitos los que logran los efectos deseados, sino LA GRACIA de Dios, es decir, la intervención del Espíritu Santo y el solo se presenta cuando lo invocamos con fe, es decir con nuestra vida toda. Hacer la invocación sin llevar una vida de Gracia ni tener fe, no solo no sirve de nada, sino que incluso puede ser perjudicial.

Es cierto que el Señor puede actuar libremente –no faltaría más- dónde y cómo Él lo crea conveniente, pero también es cierto que el mismo nos pide creer para alcanzar la Vida Eterna. Esto es tener fe. Pero la fe se testimonia, se evidencia con hechos en nuestra vida cotidiana. Algunos de estos pueden ser pedir perdón a quienes hemos ofendido, remediar el mal que hemos hecho, enmendarnos, acudir al Sacramento de la Penitencia y luego al de la Eucaristía. Entonces, si, estando en Gracia de Dios, colaborar en la tarea de evangelizar a nuestros hermanos.

Este es el Camino, esta es la puerta, la estrecha, la que no todos están dispuestos a pasar, la que todos pretendemos ignorar, incluso quienes hemos tenido la Bendición de vivir la experiencia de un encuentro cercano con Cristo. Seamos prudentes; hagámoslo por nosotros y por nuestros hermanos. No pretendamos afrontar la gran tarea de llevar la Gracia a los demás, sin estar nosotros mismos en Gracia.

Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!

Oremos:

Padre Santo, danos la Gracia de entender que esta es tu obra y que lo único que nos pides para participar en ella, ayudando a la conversión de nuestros hermanos es: fe, pero una fe manifiesta en las actividades de nuestra vida cotidiana y en nuestra participación activa en la vida sacramental de la Iglesia…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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Mateo 7,6.12-14 Entren por la entrada estrecha

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