Juan 3,13-17 – Vida eterna

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Texto del evangelio Jn 3,13-17 – Vida eterna

13. Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
14. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
15. para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
16. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
17. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Reflexión: Jn 3,13-17

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Juan 3,13-17 Vida eterna

Es preciso creer en Él. Solo el que cree en Él tendrá Vida Eterna. Mucho hablamos de la vida y hacemos bien. Es el primer derecho consagrado en la constitución, aunque luego muchos pretendan evadir el respeto a la misma con argucias y engaños.

El hecho es que todos tenemos Derecho a la Vida y este constituye el primer y fundamental derecho, sin el cual ninguno de los demás tiene sentido. Hay que tener vida primero para luego ejercer los demás derechos. Pero aquí el Señor nos señala una meta superior.

No se trata solo de tener vida –que ya es bastante-, sino de darle un sentido. Esta vida tiene que estar encaminada a algo. Ese algo, superior, es Dios; es el Amor. La vida adquiere sentido cuando está orientada al amor. Esta es la Novedad a la que nos invita Jesús.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

La vida es un Don de Dios, que nadie ABSOLUTAMENTE NADIE, ha hecho nada por merecerla. La vida la tenemos por Voluntad de Dios. Entonces nuestra primera obligación es reconocer esta Bendición y agradecerla. Luego preguntarnos por qué y para qué; prestar oído y hacer lo que Dios nos dice, porque es definitivamente el Creador de la Vida el que sabe por qué y para qué.

Jesucristo nos revela que Dios es nuestro Padre y que como el mejor Padre nos ha creado por Amor y solo quiere nuestro Bien. Él ha puesto el Don de la vida en las manos de cada uno de los que vivimos. Nadie tiene derecho a impedirnos ejercer este Don que proviene de Dios.

Pero, tal como hemos dicho, Dios nos ha creado –tal como somos-, para algo. ¿Para qué? Para un destino superior. ¿Cuál es? Pues es tan grande y generoso como solo Él podía haberlo propuesto. Siendo la vida el Don más precioso que hubiéramos podido recibir, Él quiere que tengamos Vida Eterna.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Dios, por en su Libérrima Voluntad y Sabiduría ha querido no solamente darnos la vida, sino darnos la posibilidad de vivir en días sin término, es decir, de Vivir Eternamente. Ese destino ha querido ponerlo como el propósito alcanzable de nuestra existencia.

Hemos sido creados para llegar la Vida Eterna, pero hemos de proponernos durante nuestra existencia efímera en este mundo el alcanzarla. Todos podemos hacerlo, pero depende de la adecuada aplicación de las capacidades con las que hemos sido dotados: inteligencia, libertad y voluntad.

Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por eso Dios nos ha dado la libertad de decidir si queremos ese destino para nuestras vidas. Por supuesto, ese es el que nos conviene y por lo tanto el que debíamos escoger, pero no estamos obligados, a no ser por nuestra propia capacidad de discernimiento.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Si no lo escogemos, estaremos descartando el fin para el cual fuimos creados por Dios y nos perderemos indefinidamente en el reino de la oscuridad y la muerte. Eso es algo que en nuestro sano juicio no debíamos querer, ni escoger. Tampoco Dios lo quiere.

Por eso Dios, cumplido el tiempo, es decir, cuando el vio que era necesario, envió a Su propio Hijo, Jesucristo a enseñarnos el Camino, es decir a hacernos ver el Plan que Dios tiene desde el principio de los tiempos para nosotros. Jesucristo hace todo lo necesario para que le creamos. Incluso entrega su vida en la cruz, para que viéndola, creamos.

Jesús murió por nosotros, y al tercer día resucito, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. Él ha muerto por nosotros; es decir, para que nosotros no tengamos que morir. Si creemos en Él, le oímos y hacemos lo que nos manda, NO MORIREMOS, es decir, Viviremos Eternamente. Alcanzaremos el sentido de la vida. Estaremos haciendo la Voluntad del Padre. Estaremos haciendo el mejor uso posible de nuestra existencia.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Esa es nuestra salvación. No caer en el abismo que nos amenaza. No hundirnos como Pedro. Caminar hacia Dios, hacia el destino superior para el que fuimos creados, teniendo clavada nuestra mirada en Jesús. Él tiene el poder para ayudarnos a transitar por este Camino. ¡Creamos!

Pero es preciso que nosotros pongamos nuestros pies en el camino y lo sigamos, sin perder de vista a Jesús en la cruz. Recordemos que Él está ahí por nosotros. Que ese es el extremo del amor. Que esa ha de ser la respuesta a nuestra pregunta: ¿hasta dónde hemos de amar? Para salvarnos, el Señor nos ha dado ejemplo. Hagamos lo que nos dice y hace.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Oremos:

Padre Santo, danos la Gracia de entender que hemos sido creados por Ti para Vivir Eternamente. Que depende de nosotros alcanzar tal propósito. Que para eso contamos con la ayuda invalorable del Señor. Él nos señala el Camino y nos ayuda a transitarlo…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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Juan 3,13-17 Vida eterna

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