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Lucas 9,43-45 – entregado en manos de los hombres

Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

Texto del evangelio Lc 9,43-45 – entregado en manos de los hombres

43. Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
44. Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45. Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

Reflexión: Lc 9,43-45

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Lucas 9,43-45 entregado en manos de los hombres

A nadie le interesan las malas noticias. Nadie quiere saber lo que vendrá, si esto va a ser doloroso. Nadie está dispuesto a hablar del sacrificio y de la muerte. Eso es así. Por eso se entiende la resistencia que los discípulos tenían a escuchar y entender a Jesús.

Más difícil aún había de resultarles a ellos entender que a Jesús, a quien habían visto y gozado en diferentes circunstancias, obrando de forma extraordinaria, le pudiera amenazar algo. Es que no es fácil entender al Señor si pretendemos encajarlo en nuestra lógica.

Precisamente, si todos están maravillados de la grandeza de Dios revelada en cada una de las obras de Jesús, ¿cómo entender el peligro que se cierne sobre Él? ¿De qué estaba hablando? Resulta difícil de imaginar. Él es Dios. De ello parecen no quedarles dudas. ¿Cómo entender lo que dice? ¿O, cómo no esperar que habrá de tener un as bajo la manga que sacará oportunamente?

Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

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Lucas 9,18-22 – les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

Texto del evangelio Lc 9,18-22 – les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

18. Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?».
19. Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
20. «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
21. Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
22. «El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».

Reflexión: Lc 9,18-22

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Lucas 9,18-22 les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie

En la boca del Señor, no hay ninguna palabra ociosa. Nada se dice por decir. Todo tiene un significado y una importancia que va más allá de cuanto somos capaces de entender. Queremos detenernos ahora en por qué la enérgica determinación en que no se lo digan a nadie.

Ensayaremos algunas aproximaciones, puesto que es algo que no deja de inquietarnos desde la primera vez que nos topamos con esta lectura. Además, es algo que el Señor repite en varias oportunidades. ¿Por qué el afán en que no se lo digan a nadie?

Una primera razón que marca la distancia entre nuestro proceder natural y el de Jesús, es que Él no busca ni privilegios ni notoriedad. Lo normal entre nosotros sería exhibir nuestras credenciales, aquello que nos distingue y por lo que mereceríamos cierto respeto y privilegios. Jesús es distinto.

«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

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Lucas 9,7-9 – quién es este

«A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

Texto del evangelio Lc 9,7-9– quién es este

07. El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado».
08. Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado».
09. Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

Reflexión: Lc 9,7-9

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Lucas 9,7-9 quién es este

Tratamos por unos momentos de ponernos en los zapatos de Herodes. Hay algo que no cuadra. Algo que le llama la atención, que no tiene lógica o que por lo menos le intriga, porque no corresponde a su lógica. Algunos le dicen que es Juan, pero él sabe muy bien que lo mandó decapitar. Ha de ser otro.

¿Cuántas veces andamos confundidos con lo que vemos y oímos? Y es que todo queremos explicarlo con nuestra propia lógica. ¿No hay allí una actitud soberbia, de quien se cree dueño de la verdad? ¿Es que todo debe corresponder a nuestra lógica?

Pues, no. No todo podemos comprenderlo, ni todo es como nosotros nos figuramos. El Señor es capaz de sorprendernos, de un modo que nadie más puede hacerlo. Esto es lo que ocurre con Herodes, aunque él no sea capaz de reconocerlo y ocurre a cada nada en nuestras vidas, pero no siempre lo aceptamos y menos aún, lo recordamos.

«A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

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Mateo 9,9-13 – no he venido a llamar a los justos

Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Texto del evangelio Mt 9,9-13 – no he venido a llamar a los justos

09. Jesús, al irse de allí, vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó y lo siguió.
10. Como Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, un buen número de cobradores de impuestos y otra gente pecadora vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos.
11. Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?»
12. Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos.
13. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Reflexión: Mt 9,9-13

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Mateo 9,9-13 no he venido a llamar a los justos

Diríamos que este evangelio está dirigido a todos los políticamente correctos, que somos muchos. Los que creemos que basta con ser “buenitos” para ser contados en el Reino de los Cielos. Con no robar ni matar, ya estamos al otro lado. Así lo creemos y decimos.

Es increíble que a pesar de haber participado en retiros y jornadas espirituales, después de muchos años, sigamos pensando así. Sin embargo debemos reconocer que esto es muy frecuente. Cuantos de nosotros nos sentimos cristianos porque dedicamos una hora o tal vez dos a la semana a alguna obra de la Iglesia.

No, no es que esté mal; peor es nada, desde luego. Pero ¿es eso lo que nos pide el Señor? ¿Es eso ser cristianos? Aunque digamos que no, muchos de nosotros, en la práctica así procedemos. No estamos dispuestos a asumir ni un compromiso más y nos parece que con lo que hacemos ya estamos cumpliendo con nuestra cuota.

Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

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Lucas 8,19-21 – Mi madre y mis hermanos

Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

Texto del evangelio Lc 8,19-21 – Mi madre y mis hermanos

19. Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
20. Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte».
21. Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

Reflexión: Lc 8,19-21

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Lucas 8,19-21 Mi madre y mis hermanos

¡Bien claro! Para quien pretenda fundar en ambigüedades su cristianismo. El Señor no se anda con rodeos. Su familia es la que oye a Dios y hace lo que le manda. No hay más. No busquemos, por lo tanto, otras vías, que salvo esta, están todas descartadas.

Si ni le escuchamos y mucho menos nos esforzamos entonces en hacer lo que nos manda, no digamos que somos cristianos, pues estaremos mintiendo a los demás, engañándolos y engañándonos, porque a Dios no le podemos embabucar con nuestras historias y excusas.

El cristianismo se reduce al seguimiento de Jesús. Si no le seguimos, si no hacemos lo que nos dice, estamos en otra cosa. Es momento de reflexionar qué clase de cristianos somos. ¿Qué lugar ocupa Cristo en nuestras vidas? ¿Es Él determinante en algún modo? Más que nuestros pensamientos e ideas, revisemos los hechos reales y contundentes.

Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

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Lucas 8,16-18 – al que tiene, se le dará

Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

Texto del evangelio Lc 8,16-18 – al que tiene, se le dará

16. No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
18. Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

Reflexión: Lc 8,16-18

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Lucas 8,16-18 al que tiene, se le dará

Otra vez escogemos un texto difícil, porque nos parece extraño lo que dice y no lo podemos entender o no lo queremos aceptar. Reflexionemos. A simple vista nos parece incoherente o poco apropiada la amenaza que parece salir de la boca del Señor. Nos resistimos a creerla, porque nos parece hasta cierto punto injusta.

¿Por qué quitarle al que no tiene? ¿No es bastante ya que no tenga? ¿Qué debíamos tener que encima, si no tenemos se nos castiga quitándonos lo poco que tenemos? ¿Amor, fe, luz? Ha de ser luz, sabiduría, verdad. Porque de esta dice que no se enciende para ocultarla.

Por lo tanto, si tenemos luz es para alumbrar, no para guardarla. Ahora sí. Porque si la escondemos, aun lo poco que tenemos se nos quitará. Por lo tanto, la luz solo sirve para alumbrar. Solo tiene sentido si se utiliza para alumbrar. No sirve de nada guardada. ¡Tenemos que alumbrar con lo que tenemos!

Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

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Lucas 16,1-13 – fieles en el uso del dinero injusto

Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

Texto del evangelio Lc 16,1-13 – fieles en el uso del dinero injusto

01. Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
02. Lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto».
03. El administrador pensó entonces: «¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
04. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!».
05. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?».
06. «Veinte barriles de aceite», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez».
07. Después preguntó a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». «Cuatrocientos quintales de trigo», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo y anota trescientos».
08. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en sus trato con lo demás que los hijos de la luz.
09. Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
10. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
11. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
12. Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
13. Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero».

Reflexión: Lc 16,1-13

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Lucas 16,1-13 fieles en el uso del dinero injusto

Hemos escogido una figura tal vez algo difícil para meditar. Es que nos llama la atención el calificativo que le da el Señor al dinero. No nos parece casual. Queremos intentar descifrar los motivos, con la Gracia de Dios y la iluminación del Espíritu Santo.

Nos preguntaremos, en primer lugar: ¿todo dinero, cualquier dinero es injusto? O será tal vez que el Señor se está refiriendo exclusivamente al dinero que no siendo del administrador, lo supo usar para obtener el mejor provecho posible, ante la difícil coyuntura que se le presentaba.

Aunque solemos decir que el dinero no es intrínsecamente malo, tal vez sí lo sea en cuanto es el reflejo y la objetivación de una forma de organización injusta. El dinero es injusto en el sentido que se convierte en el centro de la vida de las personas ROBÁNDOLE la centralidad al único que le corresponde: a Dios.

Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

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Lucas 8,4-15 – dan fruto gracias a su constancia

Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Texto del evangelio Lc 8,4-15 – dan fruto gracias a su constancia

04. Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
05. «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
06. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
07. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
08. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
09. Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
10. y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
11. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
12. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
13. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
14. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
15. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Reflexión: Lc 8,4-15

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Lucas 8,4-15 dan fruto gracias a su constancia

No solo se trata de ser buena tierra, para lo cual seguramente debemos prepararnos, sino de ser constante. Y tal vez en ello mismo esté el ser tierra fértil. Es cuestión de mantener con firmeza el timón, a través del tiempo y las vicisitudes.

El Señor se refiere a las dificultades, que en la práctica las encontramos y de todo tipo, porque el Demonio hace su propio trabajo. No es extraño que el mismo Señor aluda al Maligno como el primer enemigo que arrebata de los corazones de los que escucharon la Palabra al borde del camino

El Señor, más bien, nos alienta a tener la actitud adecuada. Hay que perseverar. Hay se ser constantes. Hay que mantenerse con firmeza ante los embates. ¿Cómo hacerlo? Solo será posible si edificamos sobre roca, es decir, si tenemos sólidos cimientos.

Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

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